Capítulo 7

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Peyton corría y corría escapando de esta maléfica sombra. Se encontraba en un bosque oscuro dónde no veía una salida.

Justo tropezó con una raíz de un gran árbol y cayó en el suelo. Se giró y vió que la sombra estaba casi encima suya

— No porfavor, porfavor — decía con la voy entrecortada.

— Peyton...Peyton...Levanta.

Peyton abrió los ojos asustada. Se encontraba en su cama con sus dos compañeras mirando perplejamente.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué hora es?

— Estabas gritando en sueños. Son las siete.

— Oh...Lo siento, supongo — dice confundida.

*****

Más tarde, ese día en el instituto, Peyton estaba cogiendo el libro de matemáticas y el de física.

— Hola  dijo una voz detrás suya.

Peyton se gira y se encuentra con la figura de Marcos. Él tiene una expresión cansada. Tiene ojeras y la cara muy pálida.

— Ehm...Ho-hola — dice Peyton sorprendida.

— He pensado que podríamos quedqr esta tarde para ir a la biblioteca. A hacer el trabajo.

— No me dejan salir del orfanato, pero puedes ir tú allí. Dices que vienes a verme y vamos a trabajar a la biblioteca de ahí.

— De acuerdo — responde él. Seguidamente se gira y se va sin decir nada.

Peyton se queda allí plantada, con la libreta en la mano, empanada viendo como se va a través del pasillo.

Y le parece que Marcos es tremendamente sexy. Pero no lo piensa aceptar nunca en voz alta.

Esa misma tarde, Peyton se encontraba frente el espejo. Se estaba retocando un poco el rimmel y peinandose el pelo. No era una chica que pasase tiempo en exceso arreglándose.

De repente la puerta se abrió y apareció una de las cuidadoras.

— Señorita Wash, tiene visita.

Peyton guardó el peine y el rimmel en el neceser y baja casi corriendo en busca de Marcos.

Lo encontró frente al mostrador. Llevaba el pelo alborotado e iba todo vestido de negro.

— Hola Marcos.

— Hola Peyton.

Y sorprendentemente Marcos le da un rápido abrazo a modo de saludo. Peyton se queda de piedra.

— Eh...Vamos sígueme — respondió ella dirigiendole hasta la biblioteca.

Llegan y Marcos hace una mueca sorprendida al ver que se trata de una gran biblioteca.

— Vaya no está nada mal para ser un orfanato.

— Es lo único bueno que tiene.

— También estás tú — dijo Marcos casi tan flojo como un susurro.

Peyton se enrojeció. No sabe si de sorpresa o por si su comentario le ha trastocado. Sea como sea estaba como un tomate.

— ¿Por donde empezamos? — preguntó él.

— A ver vamos a la sección de fantasía, seguro que ahí encontramos algo. Luego hay que pensar cómo hacerlo a modo de pelicula. Busquemos libros por separado y luego nos sentamos a copiar la información.

Dicho esto ambos empezaron a regirar estanterías e intentar localizar libros que les puedan servir.

Casi quince minutos más tarde. Ambos tienen los brazos cargados de libros. Peyton no pudo evitar fijarse en como se marcaba el bíceps de Marcos al cargar tantos libros.

El resto de la tarde se la pasaron escribiendo apuntes y guionizando un poco la información para hacer una película de ello.

Acordaron volver a quedar la semana que viene.

Cuando les tocó despedirse, esta vez fue Peyton quién le abrazó a él. Le estaba empezando a caer bien e incluso a coger confianza.

— Nos vemos mañana en clase, Peyton.

— Sí, adiós Marcos.

Seguidamente Marcos se giró y se fue mientras que Peyton se fue al comedor donde estaban sirviendo la cena. Garbanzos y tortilla.

Se sentó entre Ted y Tobías (un chico del orfanato con el que casi no había hablado, pero le caía bien).

— Donde te habías metido — le preguntó Ted.

Las mesas eran de seis personas, delante suya se encontraban Lola, Clara y Carmen que parecían estar discutiendo con Tobías sobre si los garbanzos estaban ricos o no.

— Estaba en la biblioteca con Marcos. Haciendo el trabajo.

— ¿Con Marcos? — se sorprendió Ted.

— Sí, con Marcos.

Ted ya no pudo decir nada más porque Tobías le preguntó a Peyton que le parecían los garbanzos. Ella probó una cucharada e hizo una mueca de asco.

— Saben a plástico.

— Justo lo que yo había dicho — dice Lola.

— De verdad que no os entiendo. Repetiria de plato cincuenta veces — contesta Tobías.

En la mesa había buen rollo, no eran muy amigos fuera de las comidas pero podían hablar y contar unos con los otros para lo que fuese.

*****

Las semanas pasaron y del cálido verano pasó a una brisa otoñal.

Marcos y Peyton quedaban un día por semana para realizar su trabajo. Su relación iba bien.

Más que bien.

Peyton ya no veía a Marcos como el antipático que se sienta a su lado en clase, ahora lo veía como el agradable compañero con el que le ha tocado trabajar.

Porque toda su relación se debía por y para el trabajo. Nada más.

A pesar de eso formaban un buen equipo.

Solo que había una cosa que a Peyton no le acababa de cerrar.

El trozo de diario que había encontrado en la biblioteca del orfanato.

Quizás se trataba de algún antepasado de Marcos. Pero es que eran literalmente iguales. Algo no cuadraba.

Y no sabía el qué.

Pero estaba dispuesta a descubrirlo.

DaggerWhere stories live. Discover now