Capítulo 4

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La policía echó a todo el mundo de la fiesta para poder supervisar bien el lugar. Ted y Peyton se despidieron de Miranda y Roberto y se fueron camino al orfanato.

La noche era oscura y empezaba a refrescar bastante. Los dos estaban en silencio. Peyton no paraba de darle vueltas a sus pensamientos. ¿Marcos había matado a Lasha? Marcos le caía mal, pero no le veía capaz de matar a nadie. Llegó a la conclusión que antes de llegar a cualquier respuesta debía preguntar a Marcos.

Por otro lado, ¿de quién se trataba el policía? La incertidumbre aumentaba cada vez que lo pensaba.

— Te noto muy callada, ¿todo bien? — preguntó Ted cortando los pensamientos de Peyton.

— Todo bien... Es solo que me he quedado preocupada... Pobre chica — respondió ella.

Ted le pasó un brazo por los hombros.

— Intenta no pensar mucho en eso. Es decir todo el mundo se ha quedado preocupado y asustado pero darle vueltas solo nos asustará más. Bueno, a veces al darle vueltas consigues algún detalle que se te escapa o algo pero no creo que...

— Creo que lo he entendido — lo cortó Peyton algo divertida. No era momento de diversión, almenos no para ella, pero lo utilizó de recurso para que sus palabras no sonaran frías y pudieran ofender a Ted.

Andaron unos minutos más hasta que llegaron al orfanato. Se quedaron de pie delante de la gigantesca edificación.

— ¿Y ahora qué? — preguntó Peyton en voz alta.

— Pues habrá que entrar, ¿no?

— Hasta aquí llegó, Ted. Digo que como.

Él revisó de lado a lado el edificio intentando buscar algo fácil y seguro.

— Bueno... Podemos ir por el tejado, subir es más difícil pero no imposible.

— No lo veo factible...

— No hay ninguna ventana abierta en la primera planta y desde luego no vamos a entrar por la puerta como si nada.

— Es que es muy alto...

— Antes has bajado por allí...

— Pero no es lo mismo.

— ¿Tienes miedo? — le retó Ted burlonamente.

Esas palabras fueron suficiente como para que Peyton se inflase de coraje y empezase a subir por el tubo. Ted siguió sus mismos movimientos.

Agarrados por el tubo iban escalando por la vieja pared hecha de rocas. Al principio ambos tenían un poco de miedo, pero cuándo ya llevaban un rato ya les parecía hasta aburrido.

Por fin, Peyton llegó la primera. Se sentó en el tejado y contempló las maravillosas vistas. Segundos más tarde Ted se unió a ella.

— Es precioso — afirmó él.

Peyton apoyó su cabeza en la de Ted y desconectó mientras observaba la ciudad.

— ¿Si te digo algo no te vas a enfadar? — preguntó Ted divertido.

— No prometo nada, pero dímelo.

— Pues que llevas falda.

— Creo que se la ropa que llevo puesta, gracias — ironizó Peyton.

— Me refiero a que al subir tu ibas delante, es decir encima y...

Peyton levantó su cabeza al instante y se puso roja.

— ¡Ted!

— No es mi culpa, te has puesto tu primera.

— Pero...

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