«No me gusta la palabra homofobia. No es una fobia. No tienes miedo, eres un idiota».
Morgan Freeman.
¡Vuelvo a la rutina sin hallarme preparada! Porque no puedo dejar de pensar en que Daniel está en peligro. Ni parar de rumiar en el Proyecto Lázaro en el que me involucra mi madre. ¿Por qué, si no cuento con superpoderes, me coloca en la primera línea de combate?
La idea de ayudarla a traer de la muerte a su primer marido me estresa, aunque me repita una y otra vez que lo más probable es que se trate de un nuevo fracaso. Si los trillizos nada consiguieron, ¿cómo podría lograrlo yo sola, que soy tan inútil? Y si por un milagro salimos exitosas, ¿dónde coloca esto a mi actual familia? Quizá mami nos abandone para residir con Nathan como cuando él estaba vivo, porque por aquella época era Will el que detentaba la custodia exclusiva de los trillis.
Por fortuna, mis amigas Marion y Macarena me esperan —como todos los días— justo en la mitad de la escalinata de nuestro exclusivo centro de estudios. Porque a mis problemas hay que añadir esta otra humillación: mis hermanos son universitarios y yo no, pese a que tenga dieciocho años. Ni siquiera me levanta la moral susurrarme que es mi último año de instituto. ¡¿Y mamá espera que la ayude mejor que ellos?!
—¡Hola, Ágape! —Maca me da dos besos como se acostumbra en España, su país de origen, pues apenas lleva once meses aquí.
—¿Qué tal, Ágape? —Marion aletea las pestañas en tanto enreda el brazo con el mío—. Tengo un cotilleo de última hora: ¿sabes a quién han visto liándose en el parque cercano? ¡A Wanda y a Lionel!
—¡¿Pero esos dos no se odiaban a muerte?! —Si me dice que los alienígenas aterrizan en el patio no me sorprendo más que al escuchar este chisme—. ¡No lo entiendo!
—Pues según parece se gustaban y ninguno de los dos quería reconocerlo —me susurra en el oído y con el aire que expulsa me acaricia el lóbulo de la oreja, de modo tal que una sensación cálida me recorre el cuerpo—. ¡El odio que se demostraban era demasiado exagerado! —Subimos los peldaños que restan y caminamos hasta traspasar el acceso.
Cuando arribamos a la zona donde guardamos nuestras pertenencias miro hacia arriba y pronuncio en voz alta:
—Taquilla mil novecientos setenta y tres. —Y la mía baja y se posa en el suelo.
—¡Buenos días, Ágape! —pronuncia el objeto metálico con la voz de Taylor Rich, mi cantante favorito, y, como a diario, me provoca estremecimientos—. ¡Qué guapa estás hoy, princesa! Y recuerda que a primera hora tienes historia.
—¡Así cualquiera se enamora de su taquilla! —suspira Macarena y me efectúa un guiño.
Retiro los libros que utilizaré. Suelo refunfuñar porque en mi instituto todavía persisten en este despilfarro tan poco ecológico, en lugar de aprovechar la tecnología de última generación. Cuando las tres cerramos nuestras taquillas estas se elevan en el aire en una especie de danza y luego vuelven a su localización original.
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Los hijos del viento.
Teen FictionES UN SPIN-OFF DE LA SAGA LA MÉDIUM DEL PERIÓDICO, CUYA NOVELA 1, THE VOICE OF LONDON, ES ÉXITO DE WATTPAD WEBTOON STUDIOS. ✪Satanás ha intentado vencer una y otra vez a lady Danielle, la protegida de Dios, y ha pretendido matar a sus trillizas y se...