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Lisa, 16 años (primera parte)
Abría creído la actitud de mi madre tomar hacía mi y mi persona es de total exagero por la situación en la que me involucra cumplir dieciséis años. Y no solo ella, sino todos los miembros que visitan la casa parecían tener los ojos puestos sobre mí esperando algo.
Estaba en el año de presentarme, no había alguien más nervioso que yo porque eso significaba una cosa, al fin conocería mi jerarquía y el rol social que desarrollaría.
La mayoría pensaba que sería un alfa por el distintivo carácter familiar, pero solo por una vez me permití cuestionarme si realmente es lo que quería. Y, sobre todo, porque esta situación me provoca un estrés extremo al punto de no disfrutar precisamente esta enigmática edad.
Si bien durante mucho tiempo aceptaba el hecho de ser un alfa, ese gustó duró muy poco al entender que jerarquías de la misma gama no podían involucrarse. Pero, sobre todo, ¿Por qué me preocupaba tanto ese aspecto? ¿Que estaba oculto detrás de esos prohibidos anhelos? No lo sabía, pero prefería ignorarlo pues el hecho de tener una segunda presencia despertando de mi inconsciente ocupaba el lugar numero uno de las cosas más terroríficas que pude aprender en clase de biología.
– ¿Llevas tus supresores? – rodé los ojos al ser la tercera vez que contesto lo mismo.
– Lo hago madre. – contesté mientras siento su presencia tan cerca de mi nuca.
Examinándome con sus intensos ojos, sigue mis pasos mientras preparo cada una de mis cosas para ir a clases de danza, desde muy pequeña encontré pasión y confort en este arte así que decidí que eso sería una de las actividades que tomaría para liberar un poco del estrés y el hecho de ser adolescente.
– Recuerda siempre cargarlos contigo... - me detuve para completar la frase que sé de memoria.
– ... porque no sabes en qué momento te puedes presentar. – mi madre asintió mientras tomó asiento sobre mi cama.
Había recibido información previa en una larga e incomoda platica sobre todo lo que pasaría llegando ese "Momento" desde los dolores, hasta el sudor e incluso hasta deseos no propios de una señorita.
– Lo hago mamá, créeme que ya tengo todo guardado aquí. – señalé mi cabeza.
– Me has causado un trauma incluso. – la vi sonreír.
– Lo siento si soy algunas veces soy intensa respecto a tu presentación.
– ¿Algo? Madre... - suspire.
– Ya se lo que puede pasar si no soy cuidadosa, sé que esta edad es una porquería– le miré. – No necesitas decirme lo que ya sé. – bufé.
– No es tan mala Lisa. – me mira. – El día de tu presentación es especial, quiere decir que tu lado "cambia forma" ha despertado y la madurez en tu edad lobuna está lista para comenzar una nueva etapa junto a ti. – y eso era exactamente lo que me incomoda, ¿qué tal si mi instinto no me cae bien o incluso no soporto el hecho de que ella hable conmigo? No hay registro de que eso haya pasado antes, pero aun así yo podría ser ese porciento de algo salir mal.
