Lisa 10 años.
El primer recuerdo que tengo de Seok Jin fue aquella tarde de primavera donde yo jugaba cerca del pórtico de la casa de mi madre con mis muñecas. Siempre fui una niña solitaria, no por elección, los niños del vecindario e incluso de la escuela no se interesaban en considerar a la niña rubia que siempre estaba peinada de dos coletas con grandes muños en cada una de ellas.
Me describían como alguien extraña, cadente de emoción o alguna clase de habilidad que me hiciese difícil de tratar, no les agradaba y ellos tampoco a mí a pesar de mi madre empeñarse en hacerme lucir "hermosa", decía que la presentación siempre lo era todo y quizás, solo quizás lograría llevar a un amigo a casa.
Mostrar esa faceta tierna y aniñada que aun en mi cabeza recalcaba la inocencia de solo tener diez años de edad me hacía alguien ingenua y quien en realidad disfrutaba de las cosas simples. En cuanto a mí respecta durante mis diez años solo recuerdo al tonto de mi hermano mayor y a una madre frustrada por su hijo mayor Manoban Jungkook, el alfa y varón de la casa.
Mi madre siempre quiso una niña, y en esa larga espera de diez años finalmente logró tenerme a mí. Una pequeña chiquilla de ojos azules y cabellos dorados que llegó para cumplir sus fantasías femeninas al rodearme de objetos y accesorios que estaban pasados de época. Quizás esa era la razón de que nadie se quisiera juntar conmigo por mi estilo, gracias a mi madre, resultaba ser ostentoso y extraño.
– ¿De nuevo jugando aquí fuera Lalisa?, madre te dijo que debías permanecer en casa cuando el sol estuviese en su cúspide –
Manoban Jungkook, mi hermano mayor cuyos 20 años le hacían ser más alto y en teoría más fuerte porque en lo que a mí respecta su mentalidad era incluso más baja que la mía, el típico allegado que recibió el titulo sanguíneo emparentándome con él.
Su cariño hacia mí era extraño, nunca logré entenderlo o no del todo. Realmente no sabía cómo funcionaba la hermandad y tampoco tenía con quien preguntarlo.
Fastidioso, altanero y a mi parecer horrible siempre decía malas palabras y sus modales apestaban, sin mencionar que él mismo olía feo pues desprendía un fuerte aroma que me permitía percibirlo desde lejos como su sello personal aunque con el tiempo me acostumbré y ya no era tan horrible como al principio cuando mis sentidos se empezaban a agudizar. Mamá decía que su "cachorrita", o sea yo, estaba creciendo.
En cuanto a Jungkook, mamá me aseguró que no debía tomármelo personal porque mi hermano me quería, muy a su manera, él mastodonte tenía una manera fea de demostrarlo porque siempre me quitó mis comidas y robaba mis lechitas de plátano que mamá siempre compró exclusivamente para mí.
A parte de mugroso, también resultó ser ratero.
La relación que tenía en ese entonces con Jungkook era extraña, aunque divertida y poco convencional porque si no fuera por él seguramente no hubiese conocido a SeokJin, su mejor amigo.
– Tienes las mejillas sonrojas Lalisa, ¿Cuánto tiempo has estado bajo el sol?. – me preguntó mientras desvíe la mirada a mi muñeca de trapo para limpiarle las mejillas cubiertas de tierra, un poco cohibida.
En ese momento no me relacionaba muy bien con personas extrañas y podía sentir el segundo par de ojos sobre mí. Aunque no me incomodaba, la sensación era algo que nunca antes experimente en mis cortos 10 años de vida, pensaba que quizás Jungkook tenía razón y debía regresar a nuestra casa porque estaba sintiendo un calor inexplicable.
– No lo sé, seguramente desde que Hyuna me trajo de la escuela. – poseíamos una niñera que se encargaba de cuidarnos, o mejor dicho cuidarme solo a mí ya que Jungkook alegaba ser lo suficientemente mayor para una.
– Como sea Lalisa, no causes problemas a nuestra madre si por desobedecer te enfermas. – firme y tan desconsiderado. Por esa razón no me gustaban los hermanos mayores.
Fruncí el ceño mientras la tristeza me hizo formar un puchero pero no dije nada y solo me levanté del verde pasto para aferrarme a mi muñeca y caminar hacia la puerta principal.
– Quita esa cara enana, te ves aún más horrenda con el gesto en tu rostro. – ¿qué podía decirle cuando madre me ha dicho que debo respetar a mi hermano?
– Lo que digas, momia. – quizás era pequeña, pero no tonta.
En la escuela había aprendido los orígenes egipcios como cambia formas y la maestra mencionó que las personas quienes estaban próximas a la muerte se les hacía un ritual para momificarlas, en mi inocente cabeza y según mis cuentas, Jungkook es el que estaba más próximo a la muerte y por eso debía ser llamado momia.
Pero antes de que él pudiese debatirme, la tercera persona quien se mantuvo callado hasta ese momento empezó a reír.
– Tu hermanita es todo un encanto Jungkook. –
Piel lechosa, labios rosados y abultados, nariz rectangular y respingona, cabello azabache como la misma noche, ojos avellana y espesas pestañas, su rostro es arte y me pareció tan bonito que creía que el grandote se trataba de alguna clase de muñeco viviente.
Tan bonito como mis muñecos de porcelanas.
– Seok Jin, ella es Lisa la enana mal educada y mi hermana menor. – me presentó
"Seok Jin" ese nombre quedó tan clavado en mí que la impresión que me causo me hizo repetir su nombre en mi cabeza, acariciando cada letra mientras mis ojos se encontraban con ese joven de bonito rostro. Jin a comparación de mi hermano me parecía precioso, como la clase de novios que mis muñecas tenían.
– Mucho gusto Lisa. – lo recuerdo tan alto que para extenderme la mano y presentarse formalmente tuvo que ponerse de cuclillas y sonreírme.
Incluso su olor llegó a mí, Jin olía a sándalo.
– Hola. – acepte su saludo mientras su sonrisa se agrando.
– Eres muy tierna. –
Apretando mi mano, se levantó rápidamente para encontrar la mirada con mi hermano quien estaba en su celular.
– Jin, tenemos que darnos prisa en hacer el trabajo de investigación si queremos salir esta noche a la fiesta de Jackson. – el bonito chico asintió mientras Jungkook esperó a que yo entrase a la casa para seguirme por detrás.
– Pequeña Lili, ya tengo lista tus galletas... - la niñera había quedado a mitad de oración cuando vio a ambos chicos entrar.
– Hola Hyuna. – saludo mi hermano.
– Mi madre sabe que hoy vendría un amigo de la universidad. – la mayor asintió mientras claramente recuerdo como las mejillas de mi niñera quien era al menos cuatro años mayor a Jungkook se tornaron rojas al ver al chico que venía con él.
– Seok Jin. – se presentó extendiéndole de igual forma la mano.
No sabía porque en ese momento al verlo sonreír hacia la niñera me provocó un sentimiento parecido a cuando Jungkook tomaba mis preciadas leches de bananas. Yo era muy pequeña para procesar y entender ese primer encuentro.
Pero con el tiempo entendí que ese sentimiento era la primera pizca de impotencia hacia él.
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10 VUELTAS AL SOL | JINLICE
Fiksi Penggemar"Lo que importa es el amor, y no lo que diga la gente"