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Eran las tres de la madrugada, Henry dormía cómodamente del lado derecho de la cama

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Eran las tres de la madrugada, Henry dormía cómodamente del lado derecho de la cama. Desperté por que dieron unas ganas de hacer del baño. Me puse mis pantuflas y mi bata. Mi cuerpo agradecía el ir al baño.

Me miró en el espejo y veo que mis pechos han crecido, mis manos suben a ellos y los aprieto un poco, pero al hacerlo salen pequeñas gotas de leche. Tengo demasiada.

Mis manos van a mi vientre ya grande de ocho meses y medio, es un gran peso, gracias a Henry.

Regresó a la cama, veo a mi hombre dormir con el torso descubierto, me acerco a la cama lentamente para no despertarlo, estoy por acostarme, cuando siento líquido por mis muslos. Veo que mi fuente se rompió, trato de estar tranquila y recordar los ejercicios de respiración, pero en ese momento se me han olvidado.

Empiezo a hablarle a Henry.

—C-cariño...

Sin respuesta.

—Bebé...

Otra vez sin respuesta, no tengo paciencia en este momento.

—COMO UN CARAJO HENRY!! EL BEBÉ YA VIENE..

Mis gritos lo hicieron caer de la cama y acercarse a mi.

—¿Qué paso?, ¿Cómo te sientes?

—El bebé ya viene —lo digo en un susurro.

—¿Quién viene en burro? —lo miró extraña.

—QUÉ EL BEBÉ YA VIENE —grite.

Maldijo y se puso sus zapatos, agarro los abrigos, la maleta del bebé, las llaves de auto y se fue corriendo dejándome en la cama.

—HENRY!!!

Regresó corriendo y tropezando con la puerta, le dije que con cuidado. Me cargo en sus enormes brazos y bajamos, me puso en la parte de atrás del automóvil, se puso en marcha al Hospital.

Una vez ahí me dejaron recostada en una camilla y fui directo a una habitación, me pusieron una intravenosa. Solo tuve que quitarme las bragas y así pase la labor de parto. Henry estaba a mi lado sosteniendo mi mano, diciendo que todo saldrá bien.

Al escuchar el llanto de mi bebé, brotaron lágrimas, ese fue uno de mis días favoritos. Me acerco a mí bebé y era un varón, un varón muy hermoso.

Al cabo de unas horas entro una enfermera, traían a mi hijo en una cunera. Pregunte si podía cargarlo, la enfermera me lo acercó y sentí sus latidos, su respiración y su olor se quedó guardado en mi nariz.

—Hola bebé, aquí esta mami —con su pequeña y delicada manita sostuvo con fuerza mi dedo, haciéndome llorar.

Henry se acercó con los ojos llorosos y le habló.

—Hola campeón —me miró— ¿cómo se llamara?

—¿Qué te parece.... William? —cargo al bebé— el pequeño William.

—Me encanta.

Ahora tenía a mis dos hombres favoritos.

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𝑂𝑛𝑒 𝑆ℎ𝑜𝑡𝑠 | 𝐻𝑒𝑛𝑟𝑦 𝐶𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora