2. E es por Engaños

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Cuando me desperté, supe que me encontraba en mi propia cama.

Las sábanas de algodón egipcio no mentían. Lo que no sabía era la identidad de la bomba morena que dormía en mis brazos.

Tenía una seria resaca. Había estado en peores situaciones, pero no por mucho tiempo y no muy a menudo.

Traté de pensar en lo que había sucedido anoche, pero las cosas se hallaban un poco turbias. Algo acerca de un partido de los Lakers y tragos de tequila. El por qué traje a esta mujer a casa se hallaba más allá de mí. No me malinterpreten, sabía exactamente por qué me fui a la cama con ella —ahora que lo pensaba, me encontraba bastante seguro de que era una animadora de los Lakers, por lo que... Hola, sí, por favor— pero, ¿por qué tenía que volver aquí? La regla era: siempre lleva a las chicas a sus casas.

Es más fácil escapar de esa manera y en serio reduce el riesgo de acosadores psicóticos irrumpiendo en su casa.

Oh, bueno, lo hecho, hecho estaba.

Ahora tenía que encontrar la manera de salir de ello sin parecer un idiota total. Tal vez le ofrecería llevarla a desayunar antes de conducir a su casa. Sin embargo, lo primero era lo primero —café, aspirina y una buena ducha caliente.

Con cuidado de no despertarla, quité su mano de mi pecho y me deslicé fuera de ella. Mi espalda chocó contra algo cálido y sólido. Un suave gemido sonó detrás de mí y deslizó un brazo alrededor de mi cintura. No me hallaba solo en esta cama. Quiero decir, además de la morena.

Miré por encima de mi hombro y me recibió una sonrisa seductora.

Al parecer, tenía una rubia caliente para acompañar a la morena. Dos mujeres a la vez no era una novedad para mí, pero era raro.

—Buenos días, hermoso —dijo la rubia, acurrucándose contra mí.

La morena se agitó al oír el ruido y también se acurrucó, colocando un rastro suave de besos en mi hombro desnudo. Una de ellas ya era bastante malo. ¿Cómo demonios se suponía que debía deshacerme de dos?

—Fue una noche loca, ¿eh?

—Mmm —concordé. Debe haberlo sido, teniendo en cuenta el lapsus significativo en mi memoria. Tal vez uno o dos tragos menos hubieran sido mejor—. Ustedes dos señoritas, seguro saben cómo hacer que un chico pase un buen rato.

—¿Sólo ellas dos? —preguntó una tercera voz somnolienta.

¿Tres? ¿En serio?

Una pelirroja sexy se incorporó y me dio un puchero seductor. Maldita sea. Eso era nuevo incluso para mí.

Siento como que estoy protagonizando mi propia broma personal. Una rubia, una morena y una pelirroja despiertan en tu cama...

Todas se rieron y la rubia trató de iniciar una reconstrucción de lo que había sucedido anoche, pero no lo oí.

Me dolía la cabeza, me hallaba de mal humor, enojado conmigo mismo por traerlas a casa —e incluso con las tres aquí, no podía quitarme el dolor de JeongYeon. Sólo quería que estas mujeres se fueran.

Mis oraciones fueron contestadas de la forma más irónica cuando mi ex—novia irrumpió en la habitación.

—La hora de jugar terminó, putas. Tienen treinta segundos para salir de la cama de mi novio antes de que las saque yo misma.

Mis invitadas no se veían encantadas con la amenaza y yo realmente no quería entregarme a la rabieta de JeongYeon, pero al menos resolvió mi problema.

—Lo siento, señoritas, parece que mi ex y yo necesitamos tener una charla.

Me levanté de la cama y me puse una bata. Mientras trataba de cerrarla, encontré la mirada furiosa de JeongYeon con una mirada aburrida.

A es de Abstinencia [ j i m s u ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora