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-Ya Regrese-
Pasamos un maravilloso día juntos, pero al final del día la cruda realidad pegó. Mañana me marcho y no se por cuanto tiempo. Ya no intentaría cambiar la mente de Rodrigo, se que es por mi bienestar.
Al despertar el siguiente día empaque un poco de ropa normal. Mi laptop entre otras cosas para pasar el tiempo. Rodrigo me explicó que la casa estaría equipada con todo. No me tendría que preocupar por nada mas que por mi salud, tendría gente 24/7. Solo sería yo y gente de confianza de Rodrigo. Tome mi maleta y baje las escaleras. Rodrigo estaba guapísimo como siempre esperando en la puerta. Tenía una sonrisa un poco triste en su rostro.
Rodrigo:"Ya es tiempo amor."
Asentí que si y tomo la maleta de mis manos colgándola en su hombro. Tomo mi mano en la suya y la beso.
Rodrigo:"El tiempo pasará rápido, ya verás."
Asentí que si y me paré de puntitas para darle un beso.
Me regreso el beso y un abrazo fuerte.
Salimos de la casa y abrió la puerta de la camioneta para mi. El me llevaría hasta un punto en el camino y después me iría con los guardaespaldas. Sentí que el camino paso en un instante. Sentía un nudo en la garganta que no permitía que ninguna palabra saliera. Sentía lágrimas al borde de mis ojos cuando empezó a frenar. Ya estaba otra camioneta esperando recogerme. Detuvo la camioneta y me observó un momento. No era necesario decirle nada, leía mi cara. Me dio un beso largo y después uno en la frente.
Bajo y abrió mi puerta, me acompañó hasta la mitad del camino y me di la vuelta para darle otro abrazo. Un último abrazo y sucedió. Lo sentí en la espalda. Sentí caliente, un ardor inexplicable, un dolor horrible. Mire directo a los ojos de Rodrigo y vi el miedo en sus ojos. Todo era cámara lenta, baje la mirada a mi estómago y mire sangre brotando. Escuchaba mi corazón latir fuerte en mis oídos y un pillido insoportable. No escuchaba nada mas. En pocos segundos hombres me rodearon. Ayudaban a Rodrigo a cubrir mi cuerpo. Me subieron a la camioneta y Rodrigo presionaba la herida en mi estómago. Miraba la boca de Rodrigo moverse mientras que presionaba mi estómago. Sentía mis mejillas humedecidas mientras lloraba. Por un momento el pillido se detuvo. Sentí el sabor a sangre en mi boca.
Rodrigo:"Amor, quédate conmigo. Estamos cerca del hospital. Mírame a los ojos. Todo va a estar bien."
Me dio tos y vi el miedo en sus ojos crecer cuando sangre empezó a salir de mi boca.
Mis ojos empezaban a cerrar y deje de sentir el dolor. Tranquilidad recorrió mi cuerpo, no había dolor, ni tristeza, ni miedo. Ese iba a ser mi fin, en los brazos de el amor de mi vida.
Rodrigo me obligo a abrir mis ojos de nuevo y cada vez sentía el latir de mi corazón más despacio. Para ese entonces mi ropa estaba empapada en sangre y la de Rodrigo también. Su mano no dejaba de hacer presión en mi estómago y mire lágrimas derramar de sus ojos.
Levante mi mano y acaricie su cara.
Yo:"Amor-."
Rodrigo:"No hables amor, no hables. Ya vamos a llegar al hospital. Quédate conmigo."
Sentí mis ojos pesados.
Yo:"Amor ya no hay tiempo."
Rodrigo:"No digas eso, no hagas fuerza amor."
Yo:"No voy a llegar ya."
Rodrigo:"No digas eso."
Presionaba más fuerte la herida y sentí una última lágrima rodar.
Yo:"Te amo amor, adiós."
Cerré mis ojos sintiendo la tranquilidad recorrerme completamente.
Me pronunciaron muerta al llegar al hospital.
Morí a las 10:46 de la mañana. Muerta me ingresaron al quirófano bajo pistola de Rodrigo a resucitarme. Los doctores me dieron electro shock sin ninguna respuesta de mi corazón. Casi toda la esperanza había salido del cuerpo de Rodrigo hasta que se escuchó un latido. En ese momento sacaron a Rodrigo del quirófano donde ya estaban más hombres armados. Ovidio llegó corriendo con la cara llena de miedo. Miro a Rodrigo ensangrentado con la cara entre las manos sentado en el pasillo recargado en la pared. Cayo arrodillado enseguida de el pidiendo información.
Rodrigo:"Tiene un latido."
Ovidio sintió un peso quitarse del pecho.
Horas y horas pasaron en donde más gente seguía llegando pero los doctores aún no salían del quirófano. Ya eran las 8 de la noche y no había ni una noticia. Aún estaban operando. A las 12 horas salió el doctor.
Todos levantaron la cara a verlo.
Rodrigo, Atanacio y Ovidio se pararon y se acercaron.
Doctor:"Esta en condiciones críticas. Perdió demasiada sangre. Aún no despierta, no estamos seguros si lo hará. Pasará varios días en observación."
Atanacio:"Puedo pasar a verla doctor."
Doctor:"Me temo que no, hasta que esté en condiciones más estables."
Ovidio:"Yo puedo donar de mi sangre."
Doctor:"Tendremos que ver si eres compatible. Puedes hablar con la enfermera de turno para que examinen tu sangre."
El vacío horrible en el pecho de Rodrigo no se comparaba con el alma rota que tenía Atanacio. Atanacio fue quien le tuvo que dar la noticia a su papá que ya venía en camino pero no llegaría hasta mañana. Ovidio estaba desgarrado, sentía un hoyo en su corazón. Si algo llegara a pasar y el no pudo despedirse, ni siquiera le había dicho lo que sentía por ella.
El miedo los consumía en total. Sin poder verla, la angustia los comía vivos.
Sin mas que hacer tenían que esperar en silencio.
Ovidio fue el primero en hacer exámenes de sangre para ver si podría ayudar. Y después le siguieron todos. 3 horas tardaron los exámenes y al final solo Atanasio y Ovidio fueron compatibles, donaron la sangre que pudieron y siguieron esperando.
Tenían 48 horas de riesgo, 48 horas en las que mi vida colgaba de un hilo y no se podía hacer nada mas que esperar.

Vieja FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora