III

187 16 21
                                    

La emoción en Sara seguía intacta. Pero no lo daba a relucir ya que no deseaba que su madre volviera a reprenderla. Debido a la buena venta, Scarlet compro más material y de mejor calidad. Así podría vender otras cositas aparte de unas simples servilletas.

—¡Ya llegue! —dijo un feliz Aron, acomodando su abrigo.

Aquello dejo extrañados al resto. Era como si se hubiera sacado el premio en algún sorteo.

—¿Por qué esa alegría, primo? —cuestiono Mina, que acomodaba los platos sobre la mesa.

—Es porque... —dejo su frase al aire al notar que en la mesa había más comida de lo normal—... ¿Qué paso?

La cuestión era refiriéndose a la venta de las servilletas. Fue entonces que Sara observo a su madre.

—Sara, logro vender todas las servilletas a un buen precio.

—¿¡En verdad!? —se sorprendió Aron ante las palabras de su madre.

—Si. Se las vendió a un hombre elegante que se acercó para ver que vendían. Imagínate le pago 20 libras por cada una —completo Mina.

—¿¡20 libras!? —frunció el ceño Aron. Aquello no le agrado mucho. Pasando a ver a Sara.

Aunque ellos no eran de prejuiciar a la gente, mantenían un poco la desconfianza ya que ese hombre espero a que Sara estuviera sola.

—Hermanita, ¿te pidió algo a cambio? —indago Aron. Como el hombre de la casa a muy corta edad. Se encargaba siempre de velar por el cuidado de su familia.

La niña negó en silencio. Sintiéndose muy triste porque había hecho una mala acción. Aquello no paso por alto para su madre, que con una seña reprendió a su hijo mayor. Dada la orden en silencio, Aron comprendió que no se expresó bien. Y su hermanita estaba mal.

—No me pidió nada —fue la única respuesta que dio Sara.

Mina odiaba que hubiera momentos tristes en su pequeña familia, así que realizaba siempre sutiles acciones para evitarlo.

—El lado bueno es que hoy querido primo ¡vamos a comer sopa de pollo! —dijo Mina con emoción. Alzando ambos brazos al cielo como si de una victoria de algún partido se tratara.

El plan tuvo éxito. Porque los tres sonrieron al verla actuar de esa forma. Aron se acercó a su madre, dejando que Mina le levantara el ánimo a Sara.

—Mamá, que paso en realidad —le susurro.

—Dice que un hombre elegante le compro todo, sin pedir nada a cambio y que pregunto por la persona quien bordo las servilletas —respondió en voz baja.

Aron frunció el ceño. No parecía estar contento con eso.

—Madre, procura tener cuidado. Espero no sea alguien que este familiarizado con ese mecánico —asevero el chico.

Scarlet sonrió como respuesta.

—Primo. ¿Qué ibas a decirnos? —hablo Mina, retomando su lugar en la mesa.

Rápidamente el aludido fue a buscar su abrigo. Debido a la plática anterior había olvidado por un momento lo que traía consigo. Sacándolo con cuidado y ocultándola muy bien de ojos fisgones, se acomodó en la silla y sonriente observo a los demás.

—Adivinen que traje.

—¿Algún pastelillo? —dijo Sara con cierta duda.

—Galletas —agrego Scarlet.

Aron negó, pasando a ver a su prima. La pequeña lo observo detenidamente. Algo que tenía Mina era su habilidad muy bien desarrollada de conseguir pistas con ver a la persona. Solo había una cosa en todo el mundo que podría a Aron de esa forma.

WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora