XI

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La multitud seguía en espera. Ya habían pasado algunas horas, desde que los niños sorteados entraran en la fábrica. Y al parecer la gente no se movería hasta que salieran. Ni siquiera la pila de reporteros. Sara y Aron estaban cerca del lugar, el joven había conseguido donde sentarse, las bancas estaban ocupadas así que por suerte los escalones de una de las tiendas estaban libres. El par de hermanos consiguió esperar con calma.

—Hola.

— ¡Doctora! —sonrió, Sara.

— ¿Qué hacen aquí? Vengan conmigo.

El dúo término por acompañarla, debido al histórico evento los negocios estaban abarrotados. Para suerte de ellos encontraron un lugar cerca del enorme ventanal.

— ¡Una orden! —indico, Rosemary. Levantando su mano para que pudieran notarla entre la multitud.

—No es necesario que nos invite a comer —comento, Aron.

La aludida solo negó con su mano. Respondiendo que no tenía problemas con ello, además de que en realidad quería pasar un rato con los hermanos. Los pedidos se realizaron sin mucha demora, con ello por lo menos no tendrían que esperar con el estómago vacío.

—Ya llevan mucho tiempo dentro de la fábrica —dijo, Sara.

Rosemary asintió en silencio. Ocultando el hecho de cómo se pondría Severus al enterarse que las niñas a las que ayudo fueron las sorteadas. No les diría nada a los chicos, eso le correspondía a Severus.

— ¿Sabe si saldrán tarde? —cuestiono, Aron.

Rosemary volvió a negar en silencio.

—Por lo que escuche cerca de los reporteros, quizás salgan antes del anochecer. Es una fábrica enorme, por ello el recorrido será largo.

La respuesta de la joven doctora había sido convincente. El par asintió, tenía razón, con esa inmensidad de fábrica, un día quizás no era suficiente.

—Doctora...

—Rosemary —irrumpió—. Ya les había dicho que por mi nombre.

Sara sonrió de inmediato.

— ¿Sabe del señor Prince?

Aron dejo de comer de inmediato. Ambas chicas notaron esta reacción, el joven aun no soportaba el solo nombre de Prince.

—Está trabajando últimamente. Han tenido algunos problemas estas semanas en su empresa, y como es parte del grupo de accionistas tiene que ver eso —fue la respuesta más clara, y sutil que pudo dar para no revelar la identidad de Severus.

Sara hizo un puchero al escucharla. La pequeña quería saber cómo había estado, y más por el hecho de que quería saludarlo. Sara se había encariñado con él y con Rosemary.

—No sé porque preguntas, si solo las ayudo para no dar mala imagen —argumento, Aron con acidez.

Rosemary no comprendía del todo porque Aron seguía molesto. Entendía que su estado de ánimo fue por lo sucedido, pero... ¿Por tanto tiempo?

—El señor Prince realmente las ayudo de corazón, no requirió de solo imagen. Lo conozco desde mis años de secundaria.

El joven chico desvió su mirada hacia el ventanal ante la respuesta de la doctora.

— ¡¿Conoce al señor Prince desde la infancia?! —los ojos de Sara brillaron.

Obviamente la pequeña ya los hacia pareja. La alegría provoco una sonrisa en la aludida.

—Sí, pero vaya que es un dolor de muela. Siempre le encanta fastidiarme.

La plática transcurría amenamente, Rosemary le contaba la infancia de Severus a la pequeña. Pero eso sí, el maquinista no lo sabría. La joven doctora ahora se vengaría con revelar sus años de secundaria de Severus. Como se divertiría cuando Sara le pregunte hechos que seguro lo dejarían sin habla. Por su parte Aron solo se mantenía comiendo su postre, pero poniendo mucha atención en la conversación. Aunque fingía que no le importaba. El sonido del celular irrumpió por completo la mejor parte de la conversación.

WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora