VII

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Alicia en el país de las maravillas, Las mil y una noches, Pinocho. Todos y cada uno de estos cuentos mostraban mundos fantásticos, cosas que solo en los libros aparecerían, cosas que solo podrían suceder de la manera más bizarra, cosas que en el mundo real jamás se verían realizadas. Pero aquello, lo que veían en ese instante ante sus ojos. Era como si los mismos cuentos y fantasías hubieran traspasado la frontera de la imaginación y el papel, para llevarlo a lo físico. Solo una persona podría logra tal hazaña. Ni los más escépticos podrían describir lo presenciarían.

—Ahora, tengan cuidado, mis queridos niños. No pierdan la cabeza. No se emocionen demasiado. Manténganse muy calmados —dijo Wonka con una sonrisa apenas perceptible.

El lugar era como ver un jardín del mundo de las maravillas. Un enorme prado simulado dentro de la fábrica. Extrañas plantas, y algunos tipos de corales decoraban el lugar, el pasto incluso brillaba, pero la vista más esplendida la daba a lo lejos la enorme cascada de chocolate que caía frente al puente. Mina había imaginado un montón de cosas pero lo que veía estaba por mucho muy fuera del alcance de su imaginación. Desde la planta alta entre las sombras, Severus observaba todo. En lo alto se mantenían puentes muy delgados, ubicados estratégicamente para que los Oompa Lompas o él pudieran pasar por arriba del enorme prado.

Mina estaba fascinada, su expresión era como la de estar en un sueño.

—Que hermoso.

—¿Qué? —volteo Willy para ver a Mina. Llamándole la atención que no se viera tan afectada por la sala como hubiera deseado—. Ah, sí, es muy hermoso.

Con cuidado siguieron al chocolatero que empezó a guiar el camino entre el prado, llegando a un sendero de piedras que los llevaba por toda la orilla del rio. Justamente detrás de Wonka la señora Beauregarde avanzo lo más que pudo, empujando a discreción a Scarlet. Esto con el fin de hacer que el chocolatero tuviera su atención. Mina arrugo el ceño al notar tal acción descortés. Estaba por ir a reclamarle por haber empujado a su tía, pero su pariente la tomo del hombro rápidamente, negando en silencio. Mina capto el mensaje, se tendría que aguantar las ganas de darle su merecido a esa mujer. Willy observaba a detalle todo, le parecía fascinante como la mujer de cabello castaño mantenía su reacción en perfecto control, incluso el hecho de que podía dar sus indicaciones hacia su hija sin necesidad de alzar la voz. Aquello era curioso, puesto que el resto tenía problemas de controlar a sus hijos. Prosiguió su recorrido, le estaba comenzando a molestar lo evidente de las acciones de la señora Beauregarde. Si pensaba que estaba interesado como cualquier hombre por las tentaciones carnales, definitivamente no era una mujer muy inteligente que digamos. Severus incluso hizo una mueca de desagrado al presenciar el suceso. Le causaba gracia que intentara con los métodos más primitivos, si supiera que su hermano menor no era un hombre común.

—Cada gota de este rio es chocolate derretido de la mejor calidad —comenzó a explicar, pasando por el puente.

El sonido de la cascada era increíble, Scarlet tuvo que sostener a Mina, estaba tan abstraída viendo la cascada de chocolate tan de cerca que no sabía ni por donde pisaba. Su tía sonreía al verla de esa forma. Era muy escaso verla tan emocionada al grado de estar en su propio mundo. Pero comprendía a su sobrina, ver tal espectáculo era único, incluso podía saborear el chocolate con solo olerlo. Ya que el aroma desprendida de la cascada era embriagador.

—La cascada es muy importante —se detuvo Willy a mitad del puente—. Mezcla el chocolate. Lo agita. Lo hace más ligero y espumoso.

Los gestos de Willy eran a propósito. Al momento de explicar jugaba con ello, viendo como la señora Beauregarde asentía sonriendo de forma coqueta. Cada vez caía en su juego. Willy podría parecer un loco, pero sabía cómo manipular las cosas a su favor. Por su parte Mina desde atrás quería ver mejor al chocolatero explicando, haciendo la escena algo cómica. La niña como podía estiraba su cuello para ver a los lados de la señora Beauregarde. Wonka casi suelta una risa por verla actuar así. Pero tenía que mantener su perfil. Severus negó en silencio desde arriba. Esa pequeña bolero estaba haciendo que Willy la tomase cada vez más en cuenta con sus acciones. Para el maquinista verla actuar así le daba mucha gracia.

WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora