VI

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Primero de febrero. Las calles estaban repletas de gente. Viendo hacia la entrada de la inmensa fabrica que estaba delante. Un día que sería recordado, no había persona en el mundo que no estuviera pendiente en sus televisores, radios, computadoras o celulares. Casi todos los canales del mundo cubrían la primicia en vivo. Ni siquiera un mundial podría crear tal efecto en espectadores. Incluso el clima coopero ese día, tan soleado y despejado que cualquiera pensaría que jamás nevó la noche pasada. Los policías mantenían a la gente alejada creando una valla humana, los reporteros al igual se veían frustrados en su acceso, pero desde sus posiciones decidieron rodar sus noticias. Ante la enorme reja estaban los 5 elegidos del sorteo. Todos con un familiar de escolta. Viendo con asombro la fábrica y verificando así que las imágenes de los noticieros no mostraban en realidad el tamaño de esta.

Cada familiar era casi el reflejo del niño, que luego de ver la fábrica, pasaban a verse entre sí, como analizando a sus rivales por el premio mayor. Desde lo alto de una de las torres, Severus podía a través del enorme ventanal las pequeñas figuras de las personas, no lograba identificarlas desde la altura donde estaba, el juego iniciaría. Scarlet y Mina se vieron entre sí, sonriendo de emoción ante tal irrealidad. Aun si no ganaban el premio, con poder ver el interior y conocer al señor Wonka en persona seria la experiencia más grande de sus vidas.

—Papi, quiero entrar —dijo Veruca.

—Son las 9:59, preciosa —respondió el señor Salt viendo su reloj.

—Has que el tiempo pase más rápido.

Mina y Scarlet vieron de reojo como la niña replicaba. Willhemina aún no podía comprender como es que esa niña pedía algo tan tonto. ¿Manipular el tiempo? En verdad que esa mocosa estaba en su propio mundo de las maravillas si creía que el universo puede cumplirle todo con solo hacer su berrinche. Mejor se dedicó a ignorar a tan dichoso par, y opto por esperar para poder entrar, pero pronto cayó en cuenta de algo. Su tía había dicho que conocía, más bien conoció al señor Wonka en persona.

—Tía, ¿Tu lograste conocer al señor Wonka en persona?

—En persona no, pero pude verlo de lejos.

La pequeña asintió, para rápidamente volver a preguntar.

—¿Crees que si le hablas sobre mi tío, podrá recordar que eres su esposa?

—Quien sabe. Fue hace muchos años —respondió la mayor, acariciando la cabeza de Willhemina.

El minuto se hacía largo, mientras que se podía escuchar el sonido de la barra de chocolate siendo masticada por Augustus. Un sonido muy desagradable para los competidores.

—No pierdas de vista la meta, Violeta. No pierdas de vista la meta —dijo la señora Beauregarde, ignorando completamente los sonidos de Augustus.

Violeta, asintió varias veces sin dejar de masticar su chicle.

Pronto las rejas comenzaron abrirse, haciendo que el momento fuera más emocionante. Por primera vez después de mucho tiempo las puertas dejaban el acceso a personas. Sara y Aron estaban entre la multitud. El chico había hecho todo lo posible para poder acomodar a su hermanita con su silla de ruedas. Evitando que la gente le tapara la vista. Sara sonrió emocionada al ver por fin que Mina podría el cumplir el sueño de las dos.

—Pasen, por favor —sonó la orden desde los megáfonos colocados en la fábrica.

El grupo no se hizo de esperar, entrando de inmediato para quedarse a solo unos metros de distancia alejados de las rejas.

—Avancen —volvió a ordenar la voz. Siendo seguida por el grupo que continuo hasta la entrada principal del edificio—. Cierren las puertas —fue la última orden.

WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora