VIII

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El recorrido continuaba. Severus avanzaba entre la oscuridad para ver a las Viecny mucho mejor. La pequeña Mina había dejado de llorar después de un rato, pero seguía sin soltar a su tía. El maquinista observo los ojos de la niña, estaban rojizos. Por un momento le entro la necesidad de animarla con alguna platica sobre dulces. Al igual que su hermano, Severus se sorprendió al descubrir que la señora Viecny en realidad era tía de la niña. Le causo algo de culpa el enterarse que la pequeña era huérfana. Si no se hubiera revelado jamás lo sabría, a pesar de las carencias, Mina se veía alegre. Claro ejemplo de que recibía un excelente cuidado por parte de su tía.

Willy continuo explicando como si nada hubiera pasado. Aunque podía sentir aun el dolor en su espalda. Mientras que algunos de los invitados se mantenían cerca, nadie se había percatado de que el primer elegido, Augustus se había alejado del resto. El cerdito comía a diestra y siniestra, devorando con gula cada dulce, malvavisco, o chocolate que se le atravesara. Con hambre sin freno se dejo caer de rodillas sobre el pasto, arrancando la hierba de dulce amentolado para meterlo con desesperación a su boca, apenas cúpiendole entre sus pobres mandíbulas. Severus fue el único en presenciar esto, ya que se mantuvo oculto entre unos dulces gigantes que obstruían la vista. El cerdito había pasado a ser una vaca.

Veruca hacia mucho que dejo de caminar, se dedico a solo comer su paleta y ver todo alrededor. Su padre el señor Salt agradeció internamente que se mantuviera quiera y a la vista.

—¡Papá, mira allá! —exclamo Veruca. Señalando al otro lado del rio como un hombrecillo estaba taladrando la colina de chocolate que se formaba como un risco.

—¿Qué es eso? ¿Es una personita? —cuestionaba de nuevo Veruca.

Todos al escucharla decir sobre algo curioso, se acercaron para ver lo que decía Veruca. Los adultos estaban asombrados de ver algo que prácticamente se consideraba irreal.

Wonka mantenía su sonrisa lo mas sutil posible.

—Hay dos de ellos —dijo Beauregarde, colocándose justo detrás de Wonka.

—Hay mas de dos —agrego el señor Teavee con algo de obviedad al igual colocado detrás del chocolatero.

Mina se tuvo que tallar los ojos para poder asimilar lo que veía. Willy tuvo que aguantarse la risa ya que la acción de Mina le causo diversión. Los pequeños habían entrado por fin a escena. Severus tuvo que alejarse del grupo para subir por unas escaleras cercanas a la cascada. Como pasaban por la parte trasera, no lo verían debido al chocolate fundido cayendo. Para tener mejor vista termino acomodándose en un pequeño balcón aun lado de la misma cascada.

—¿De donde salieron? —cuestiono la señora Gloop.

Mina sin analizar muy bien que estaba haciendo, jalo sin querer el saco de Wonka.

—Tía, ¿Quiénes son?

Willy observo de reojo como la mano de Mina no soltaba su ropa, entre la emoción se le había olvidado que su tía estaba unos centímetros mas atrás. Por ello el error al jalarle su saco. Pero no dijo nada, tampoco hizo alguna acción para que le soltara. Solo la dejo ser, y tuvo que disimular para no empezar a reír.

—¿Son gente de verdad? —ironizo Mike con su cuestión.

—Claro que son de verdad, Oompa Loompas —respondió Wonka.

Los pequeños ayudantes recogían los dulces de los arboles. Willy pronto sintió algo de incomodidad detrás de su nuca. La señora Beauregarde se había acercado mas, logrando sentir los pechos de la mujer en su espalda. Willy apretó con fuerza el caramelo decorativo de su bastón, estaba empezando a perder la paciencia con dichosa mujer. Por primera vez deseaba que la señora Scarlet le preguntara algo para tener la excusa de poder moverse de ahí.

WonkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora