Dos polos opuestos destinados a encontrarse.
Kousuke Hirahara, un hombre frío e indiferente que solo le importa el trabajo y lo que los demás piensen de él. Pero todo cambia cuando conoce a Lia, cuya mirada y dulzura lo descolocan por completo, sie...
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Pov. Lia Yanai
Los primeros veinte minutos son, aparentemente, el renacimiento de otro soporífero día en el salón de clases. Seguí mirando a través del ventanal que tenía justo a mi lado. Nada en especial... Bueno, sí, las densas nubes en el cielo.
Cuando era pequeña, mi hermano mayor me aconsejó que cada vez que tuviera un mal día o sintiera que algo era interminable, solo contemplara el cielo y disfrutara del sosiego de las nubes «o de las estrellas si era de noche». De este modo, perdería la noción del tiempo sin que yo me diera cuenta.
Recuerdo también que solía contarme con mucha frecuencia todo lo relacionado con la esfera celeste –algo como: las nubes son expresiones de los estados de ánimo de la naturaleza, y se puede leer con la misma precisión que los gestos en un rostro–. Aunque confieso que en ese tiempo no comprendía realmente sus palabras, pero por alguna razón, su simple compañía me bastaba para sentir esa paz que necesitaba.
Ahora, todo eso se ha quedado en el pasado... y junto a esos recuerdos, también se quedó mi hermano...
–50% Es muy decepcionante que la mayoría de la clase tenga ese promedio –la voz de la docente resonó en mis pensamientos, logrando sacarme por completo de mi trance–. Ya lo dije muchas veces y se los vuelvo a repetir, hay tutores que pueden ayudarlos después de clases. Están todos los días pero ustedes nunca van.
Por lo general, el ambiente en el aula es tranquilo y aburrido... pero hoy es todo lo contrario. La tensión se siente en el aire, y por una simple razón: «La entrega de calificaciones». Algo que pone nervioso a cualquiera, o al menos yo no me sentía así.
–Ah, y no voy a cambiar las notas de los demás, ni les daré más tareas para subir el promedio... –continuó la mayor, elevando un poco su tono de voz–. Me cansé de apañarlos todo el tiempo...
De repente deja de hablar para leer la prueba que tiene en mano, e inmediatamente clava su mirada en mí, dejándome saber que se trata de mi prueba de examen.
–¡Enhorabuena, Lia! –dice la docente con una sonrisa llena de orgullo–. Me da gusto que sigas manteniendo tu promedio como uno de los mejores de la clase.
Yo era una de las alumnas que ocupaba lugar en los promedios más altos de su clase, y eso era algo que la maestra no dudaba en destacarlo... Desde luego que también halagaba el esfuerzo de mis compañeros con promedios altos, y a ellos vaya que les agradaba eso, pero para mí era algo completamente innecesario.
