Extra: "La Sala de Armas"

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Este Extra va después del capítulo 4 de Lascivia

Christopher

De brazos cruzados observó la práctica en la sala de armas, bueno en realidad vine a ver de cerca otra cosa, que quise evitar, pero no pude. Apoyo la mano en el vidrio reparando a la mujer que le da órdenes a los soldados en la sala, tiene el cabello recogido y una camisilla encajada que le destaca las tetas.

Me daba el genio y no sé ni porque, de seguro porque es una jodida distracción para todo el mundo. Los soldados hacen su mejor esfuerzo y ella da instrucciones reforzando los puntos débiles.

Me cae mal, cada que estoy a su lado surgen sensaciones intensas que me obligan a romper mi amistad con Bratt.

Cada que la veo me es imposible no reparar los atributos que se carga y cada que la veo me la imagino sobre mi cabalgándome con fervor. Que no haría con ese cabello enredado en mis manos, con esa boca roja y con ese coño que pinta estar delicioso.

Muevo el cuello tratando de aliviar la tensión y entro a la sala atrayendo la atención de los soldados que practican mientras Rachel supervisa los tiros del oficial que lanza cuchillos en la forja y procuro mirar a otro lado cuando me empeora el genio.

-Muy bien -felicita al soldado.
Aborrezco su voz, ese tono que intenta parecer serio, pero que a mi me hace creer que no es más que una zorra traviesa.

-No tan bien -interrumpo- Sus tiros dan al blanco, pero no con la intensidad que se necesita.

-Trabajaremos en ello -le indica al sargento.

Detesto las excusas y más cuando vienen de una persona que me desagrada.

-Sí, y lo trabajaran ya mismo. Quiero ver que todos repitan el mismo ejercicio.

Pasa el menor de los soldados arrojando una tanda de tiros que me terminan de enfurecer al ver que es un completo desastre.

-¡¿Quién diablos los recomendó?! -Increpo- No le daría ni a una ardilla herida.

-Me encargaré de que su puntería esté perfecta para la misión.

Rachel se hacía mi e ignoro el pálpito que se me aloja en la entrepierna. El que no me mire a la cara empeora la cosa ya que parece una niñata cobarde.

-Olvídelo, no voy a exponer mi vida por culpa de un incompetente que no sabe ni coger un cuchillo.

-Es solo falta de práctica, deme dos días y le prometo que...

-Tiene dos horas -la interrumpo-¡Esto es una central de soldados profesionales, no un club de fans amantes a las armas!

William hace un nuevo intento y vuelve a fallar, la teniente a cargo posa la mano en su hombro dándole ánimo y me fastidia el que los soldados se comporten como si este ejército fuera para subir el autoestima.

-No es muy buena enseñando, teniente -me acerco por inercia y la escucho respirar hondo cuando acortó el espacio que nos separa- Sobra decir que debe perfeccionar el tiro del sargento.

El olor a vainilla de su shampoo me llena el olfato despertando las ganas de posar los labios en los hombros desnudos que me muestra. Asiente obediente y me pregunto si también es así en el ámbito sexual, si le ordeno que se arrodille y me chupe la polla ¿Dirá que si con la misma sumisión?

Me alejó cuando las ganas me carcomen despreciándola más. Ella sigue con la práctica y por mi parte me quedo con la fantasía de que me la chupe. El soldado, repite y repite logrando una tanda no tan vergonzosa y ella se alegra palméandole la espalda.

-Muy bien...

-Cinco de diez -hablo - hay varias cosas por mejorar, pero se puede decir que hay esperanzas.

-Pondre todo mi empeño, Señor -contesta el chico con la cabeza baja.

-Eso espero, estaré en todos los entrenamientos de ahora en adelante y decidiré si son aptos para la misión. No voy a cargar con una bola de estúpidos -me paseo por la sala- ¡Pueden retirarse!

-Eso espero, estaré en todos los entrenamientos de ahora en adelante y decidiré si son aptos para la misión. No voy a cargar con una bola de estúpidos -me paseo por la sala- ¡Pueden retirarse!

Los soldados se marchan y ella recoge el desorden con un afán innecesario.

-En las misiones de la FEMF nada debe fallar -enfoco los ojos en su culo cuando me da la espalda«No tiene lado malo»

-Eso lo tengo claro, señor.

Arroja cuchillos a la forja y cada hoja traspasa el centro.

-¿Entonces por qué no les exiges que estén preparados como debe ser?

-Lo hago, solo que no todos aprenden al mismo ritmo. La central de Panamá tiene diferentes métodos de entrenamientos, trato de que se adapten.

-No están aquí para adaptarse -la interrumpo- Están para rescatar a tres personas que han sido secuestradas.

Se queda en silencio y la rodeó pasándome frente a ella. La altura sobre sale y noto como se le enciende la cara con mi mera presencia.

Da un paso atrás y yo uno adelante acorralándola contra la mesa «Quiero embestirla, teniente» Las tetas me idiotizan, esos jodidos montículos bronceados que han de saber hacer rusas espectaculares.

-Me encargaré de que estén bien entrenados -clava la mirada en el piso privándome de sus ojos.

-No sé si la FEMF se saltó el protocolo que se usa a la hora de hablarle a un superior -inquieto con rabia.

«¡¿Dónde mierdas estaba metida que no me la pude tirar antes que Bratt?!»

-Debe tener claro que cuando un superior le habla debe mirarlo a la cara, preferiblemente a los ojos. Eso demuestra auto confianza y respeto. -pasa el peso de un pie a otro y siento que la polla se me hincha más en el pantalón.

-¡Míreme! -exijo.

Sus ojos se centran en los míos deslumbrándome en el acto.
Nunca había visto unos ojos tan expresivos y con un azul tan intenso, el tinte oscuro me advierte que no soy el único con ganas y las pulsaciones que emiten mis venas van arrasando con mi cordura.

-No quiero actos de bondad con ningún soldado, la condescendencia los vuelve débil.

Asiente poniéndome a pasar saliva cuando se muerde el labio ¿Me estás invitando a que te folle contra esa maldita mesa?

-Tampoco se muerda los labios en mi presencia -alcanzó su labio inferior liberándolo del agarre de sus dientes, el momento se extiende y sin querer lo rozo con el pulgar deleitándome con el tacto- De donde vengo tiene un significado peculiar, no digno de alguien con pareja.

Vuelvo a repasarle las tetas«Menuda mierda» Mi cerebro hace una proyección de mi lengua sobre ellas, me traen mal desde que las vi en el restaurante.

-No quiero sorpresas inesperadas en la misión, confío en que haga su mejor labor para que los soldados estén preparados el día que partamos

-Como ordene, Señor -contesta y le doy la espalda para que no note lo duro que me puso.

Apresuro el paso afuera y cierro con un portazo recostando la espalda en la lámina de acero «ME CAE COMO UNA PATADA EN LAS BOLAS»

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