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Septiembre 3, 1979.

La época escolar era el terror de todo adolescente a nivel mundial; volver a ver materias demasiado difíciles como para ser entendidas, soportar a los imbéciles que nunca faltaban en un salón de clase y apegarse al régimen estricto de algunos profesores. 

En Youngil High School, las clases ya estaban comenzando, pero nunca dejaban de recibir a alumnos transferidos de diferentes partes del país. No era común que un extranjero fuese inscrito en un instituto tan pequeño como ese, pero aquel semestre fue diferente.

Do KyungSoo había regresado a su país natal luego de casi trece años, y fue transferido desde una secundaria estadounidense a una coreana. El shock cultural se lo llevó tan pronto como tuvo que usar uniforme y cortar los lados de su cabello casi al ras de su cuero cabelludo; esto último cortesía de su abuelo.

El uniforme consistía en un saco verde, una camisa blanca y unos pantalones grises, todo eso acompañado por zapatos negros y una corbata del mismo color. Todo era poco colorido a su parecer, desde las calles de la ciudad hasta los mismos uniformes. Pero mientras caminaba a través del patio en donde estaban todos esperando a que la campana sonara, dando inicio a las clases, KyungSoo divisó algunos grupos dispersos en las gradas de la cancha.

Unas chicas de cabello teñido, una de color rosa, una rubia y, la que parecía ser la líder, traía el pelo castaño. Para ser una escuela coreana, se sorprendió bastante al ver que trían tintes en el cabello. Además, las bastas de sus faldas eran mucho más altas que las del resto.

KyungSoo siguió avanzando, encontrando esta vez a un grupo de chicos con chaquetas de cuero en lugar del soso saco verde que llevaban todos los demás. Tenían el cabello recogido hacia atrás con lo que asumía era gel; y entre ellos había una chica que, en lugar de usar falda como las otras féminas, llevaba unos pantalones grises como el de los chicos. Ella lo atrapó mirándolos e hizo explotar su chicle cínicamente. KyungSoo se sobresaltó y apartó su mirada lejos de ellos.

Aceleró el paso para llegar pronto al salón que tenía anotado en su papel: 3-A. Para su suerte, cuando entró al aula, nadie se vio muy interesado en prestarle atención. Tomó asiento en la tercera fila, justo al lado de la ventana y dejó su mochila encima de su escritorio.

 —¡Hola!

Una chica en el pupitre junto al suyo lo saludó irradiando mucha alegría. Tenía el cabello algo enmarañado, sus dientes frontales sobresalían ligeramente, dándole una apariencia tierna, y usaba una corbata en forma de moño.

KyungSoo hizo una respetuosa venia en silencio.

—Eres nuevo. —Esa no fue una pregunta. Supuso que la chica conocía bien a todos sus compañeros—. ¿Cuál es tu nombre?

—Uhm... Soy Do KyungSoo.

—Hola KyungSoo. Mi nombre es NaYeon. Im NaYeon.

—Es... Un gusto.

La muchacha rio bajito.

—No hablas mucho, ¿no? —bromeó—. Descuida, lo entiendo, así somos todos el primer día. Ya luego conocerás a los demás y te llevarás bien con ellos. Ya verás.

Claro, porque hacer amigos era la especialidad de KyungSoo. Quiso reír de forma sarcástica, pero eso sería desconsiderado de su parte.

La campana finalmente sonó y todos tomaron asiento de prisa. El profesor, que sería su tutor durante ese último año, entró al salón con su regla de madera en la mano y cerró la puerta detrás de él.

KyungSoo echó un vistazo a su alrededor para familiarizarse con el rostro de sus compañeros. Todos lucían impecables en sus uniformes y sus libros eran igual de gruesos que las enciclopedias que solían encontrarse en las bibliotecas. ¿Cómo cargaban todo eso en sus mochilas?

Once upon a Summer [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora