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Como todas las mañanas, me levanté en busca de Will. Antes de entrar a su habitación, fui hacia la cocina para adelantar el desayuno, pero me sorprendí al ver a mi madre y a Jonathan prepararlo juntos.
—Buenos días, cariño. Ve a vestirte, yo iré a despertar a Will. —Mi madre dejó un beso en mi mejilla y me empujó hacia mi habitación.
Al cerrar la puerta, me coloqué un jean holgado junto a un suéter verde pastel, peiné mi rubio cabello, aunque era casi innecesario, ya que al ser demasiado lacio, no se despeinaba nunca.
—¡Will! —Al oír el grito de mi madre buscando a mi hermanito, corrí hacia la cocina. —¿Dónde está Will?
Mi madre le preguntaba a mi mellizo. —¿Qué? —Respondió confundido.
—¿Dónde está Will? —Pregunté esta vez yo.
—¿En su cuarto? —Respondió. Mamá negó.
Oí un ruido en el baño, así que corrí hacia esa habitación. Abrí la puerta rápidamente, para ver como el más pequeño de la casa tiraba de la cadena del inodoro.
—¿Qué haces? —Pregunté asustada.
—¿Pis? —Un suspiro de alivio se escapó de mi boca. Asentí con una mueca en el rostro y cerré la puerta.
Volví a la cocina y me senté preparada para desayunar. Tomé un café completamente negro y sin azúcar, mientras comía un tostada sin nada.
—Vaya, eres muy divertida a la hora de comer. —Jonathan habló.
—En realidad, no tengo hambre. Pero probablemente me maree luego si no como nada. —Me encogí de hombros.
—Bella... —Jonathan carraspeó. —Sabes que no estás bien, ¿no? —Lo miré confundida. —Casi no comes, no duermes, estás constantemente pensando en Will. Debes entender que no volverá a pasarle nada, ¿sí?
—¿Cómo estás tan seguro de eso? —Hablé enojada. —Todos intentan hacerme ver como una loca paranoica, y nadie piensa en Will.
—Claro que pensamos en él. —Esta vez él sonó enojado.
—¿Ah si? Entonces, ¿por qué dejan las puertas sin llave cuando nos vamos a dormir? ¿o por qué te vi tan tranquilo hace un rato cuando no lo encontrábamos? —Jonathan suspiró. —No estoy diciendo que no se preocupen por él, pero tampoco estamos lo suficientemente seguros de que nada volverá a pasarle.
—¡Miren! —Un Will feliz apareció frente a nosotros junto a mi madre.
Tenía un disfraz de los cazafantasmas y una gran sonrisa en su rostro.
—¡Wow! Te queda genial. —Hablé fingiendo asombro.
Jonathan fue en busca de su cámara y comenzó a tomarle fotos a Will.
Lo observaba desde la cocina, tal vez Jonathan tenía razón. Quizá debía dejar de ser tan paranoica y comenzar a dejarlo respirar.
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