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Bajé del auto de Steve y corrí hacia mi novio, tomé su mano y ambos comenzamos a caminar junto a los demás.
Reí al ver que Billy se quejaba (exageradamente) del dolor de piernas, ya que no había espacio en el auto y tuve que ir sentada en sus muslos.
Fuimos hasta el cobertizo y Dustin lo abrió sonriente.
—¡Jesús! —Gritó Eddie asustado mientras tomaba su pecho.
—Entrega a domicilio. —Dustin movió las bolsas con comida.
Eddie tomó las bolsas y se sentó en el bote mientras abría una caja de cereales y comenzaba a comerlos desesperadamente.
Billy y yo nos paramos junto a Dustin. Mi novio encendió un cigarro, y, como siempre, me lo extendió luego de darle una calada.
—Bueno, tenemos buenas y malas noticias. ¿Cómo las quieres? —Habló Dustin.
—Primero las malas, siempre. —Respondió Eddie mientras bebía cerveza.
—Bien, las malas. Accedimos a la policía con nuestro Cerebro y, sin duda, te están buscando. —Habló Dustin. —Están convencidos de que mataste a Chrissy.
—Es decir, un 100% convencidos. —Murmuró Billy mientras fumaba. Golpeé su brazo y negué con mi cabeza.
—¿La buena noticia? —Preguntó Eddie.
—No publicaron tu nombre. —Respondí. —Pero, si nosotros nos enteramos, otros lo harán. Y, cuando se sepa, absolutamente todo el mundo vendrá por ti.
Billy arqueó sus cejas y me observó divertido, me encogí de hombros y volví mi vista a Eddie.
—La cacería del rarito. —Murmuró Eddie.
—Exacto. —Asintió Robin.
—Antes de eso, debemos hallar a Vecna, matarlo y probar tu inocencia. —Habló Dustin.
—¿Eso es todo, Dustin? —Preguntó sarcástico.
—Sí, no, eso es todo. —Respondió el ojiazul.
—Escucha, Eddie. —Comenzó a hablar Robin. —Sé que lo que dice Dustin suena totalmente delirante, pero nosotros ya pasamos por esto. Ellos lo vivieron un par de veces, yo una y media, fue traumático, por cierto. Lo mío fue más sobre carne humana. —Rodé mis ojos al notar su mirada sobre mí. —Lo de ellos, sobre humo, pero, en conclusión, creo que podemos hacerlo.
—Generalmente nos ayuda una chica con poderes. Pero los perdió, así que... —Habló Billy apagando su cigarro.
—Técnicamente, estamos en la fase... —Habló Robin.
—De lluvia de ideas. —Finalizó Max.
—Lluvia de ideas. —Asintió Steve sonriente.
—No hay de qué preocuparse. —Moví mi mano restándole importancia.
