Iba rumbo a el hospital, hasta que recibí una llamada. Era de mi madre, y lo cojí.
-¿Si?
-Hija, soy yo -dijo mi madre- te tendríamos decir que la semana que viene nos mudamos a Madrid. ¿Te parece bien?
-Pero, ¿y los amigos de Jorge?
-Eso ya lo ha hablado él con ellos, la verdad es que no se lo ha tomado nada bien...
-Normal mamá, yo creo que deberíais quedaros allí, y así Jorge no se pone tan mal y os ahorráis un viaje + mudanza.
-No sé hija, he hablado ya con los que quieren comprar la casa...
-Ya me dirás mamá. Te quiero, que entro en el hospital.
-¿Hospital? ¡¿Qué ha pasado?!
-Luego te cuento. Un beso.
-Vale, adiós hija.
Colgé a mi madre.
Había quedado se supone con Ana y Adri ahora, y espero que no tardaran.
Vinieron al momento.
Y al fin entramos.
Pregunté en recepción por Delfi.X: Habitación 572, piso 5o.
-Vale, muchas gracias- dije.
Cogimos el ascensor, ya que nos daba pereza subir escaleras, y más a estas horas de la mañana.
Al entrar vimos a una enfermera, que nos sonrió y se fue. Me senté alado de la camilla y Adri y Ana en otras que había enfrente.
-¿Qué tal Delfi? -le dije.
-Bueno, allá vamos -dijo y miro a Ana y Adri- qué alegría veros a vosotros también. Gracias por venir chicos.
-No hay de que -dijieron y sonrieron.
Nos pasamos una hora hablando sobre el tema de lo ocurrido con Delfi o sobre la fiesta.
Lo importante fue que Delfi pudo pasar una buena mañana, pero nos tuvimos que ir por falta de sueño.
Al llegar a casa de Delfi y mía, dejé el bolso en la mesilla y me tumbé en el sofá. Quería dormir una laaarga siesta.
-
Me desperté porque el timbre de casa sonó. Miré la hora del móvil y eran las 16:37. Abrí la puerta casi sin ganas.
-Hola... -dijo Manu- quería...
Cerré la puerta fuertemente.
-¡ALBA! -gritaba Manu, pero no le hacía caso.
-Alba por favor, abre la puerta.
Me levanté y abrí la puerta. Vi a Manu con cara de deprimido. Pero me daba igual. Estaba más que cabreada.
-¿Cómo quieres que te lo diga? No quiero saber nada de ti, gilipollas.
-Alba enserio...
-Que te jodan -volví a cerrar la puerta con fuerza.
Me volví a tumbar en el sofá, y cogí mi móvil. Busqué el número de Álvaro y le llamé.
-¿Si?
-Hola Álvaro, ¿te apetece quedar? Como planeamos ayer.
-¡Por mi genial! ¿Dónde y cuándo?
-¿Qué te parece el parque que tengo alado de mi casa? Que enseguida te diré cuál.
-Perfecto, ¿y a qué hora?
-Cuando antes mejor, necesito despejarme un poco.