Extra ¡!

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Baji y Chifuyu estaban en la habitación de Keisuke, ambos comían una paleta de limón y también unas frituras para el calor del verano, sentados sobre la cama frente al ventilador.

Desde que se declararon, empezaron a pasar muchísimo más tiempo juntos, no hacía falta cambiar el trato que tenían, ya que ninguno de los dos es del tipo cursi. Ni siquiera mencionaron si habían empezado a salir de forma oficial, simplemente todos lo dedujeron y fue suficiente para la pareja.
A excepción de que de vez en cuando, disfrutan besarse por un largo rato en el cuarto de Chifuyu y aveces ir más allá, pero no hay que mencionarlo, porque les avergüenza.

Ahora que estaban juntos, Baji estaba siempre pegado al ojiverde, por lo que Hanagaki evitaba pasar el rato más de la cuenta; que se metiera en sus propios asuntos.
Y para sorpresa de nadie, el pelinegro era un poco más posesivo que antes; hay que admitir, esa clase de exclusividad es algo que le fascina a Matsuno.

— Chifuyu. — Llamó su atención. — Aquella reunión en la ToMan... Hakkai y los gemelos Kawata te estaban aplaudiendo, ¿Qué celebraban?

— Oh, sí. — Dijo con su bocado de frituras en la boca. — Es que ese día me contrataron en la tienda de mascotas en el centro de Shibuya, estaba muy contento. — Asintió.

— ¿En verdad? — Sonrió, volteando a verlo. Sabía que su chico amaba tanto los animales como él. Una de las razones por las que le gustaba tanto. — ¿Y por qué no me enteré?

— Bueno, intenté contarte, pero como nunca me escuchas...

Siseó sugerente desviando la mirada, otro bocado de papas a su boca y Keisuke frunció el ceño.

— ¡Oye! Te escucho siempre. — Se quejó. — Pero mencionaste a Takemicchi en un momento nada oportuno, odiaba que te tuviera tan cerca siempre. — Chifuyu rió.

— ¿Lo odias?

— No, ya no.

— ¿Tienes celos de él?

— ¿A qué vienen tus preguntas? — Su novio alzó una ceja. — Que te importa.

La manera tan incomoda en la que Baji se removió en la cama haciéndose a un lado hizo a su pareja reír más fuerte. Tomando asiento en su regazo, hizo el cabello del pelinegro hacia atrás y dejó sus manos en sus hombros.

— No deberías sentir celos ¿lo sabes? — Inquirió, besando su nariz.

Baji solo apretó los dientes y frunció el ceño. — Cállate.

— Cállame.

Ambos se miraron por unos segundos, Chifuyu alzaba una ceja bastante confiado y el otro decidió evitar el tema.

— ¿Qué harás mañana a las cuatro?

— Estaré trabajando en la tienda.

— Oh, cierto. — Movió sus labios pensativo, bajando sus manos a las caderas del rubio quien se encogió de hombros.

— Puedo renunciar si quieres.

Keisuke mordió sin mucha fuerza su hombro, haciéndole quejar.

— No digas esa clase de cosas, no te pediré que te salgas de tu empleo porque si.

— ¿Y qué se te ocurre entonces?

— Algo mucho mejor.

































— Cuando dijiste que tenías una mejor idea no pensé que te referías a trabajar conmigo.

Ambos muchachos estaban parados sin expresión alguna a la mitad del espacio para gatos.
Baji solo lo observó y le sonrió encogiéndose de hombros.

— No me vas a negar que es muy divertido ¿verdad? — Preguntó alzando los platitos de comida de los gatos para servirles de comer.

Chifuyu suspiró divertido.

— Realmente me gusta mucho que estes aquí. — Lo abrazó cortamente y después cargó a Peke J, un gato que habían adoptado recientemente.

Una vez llegando al edificio en la noche, miraron al pequeño gato bebé entre la basura, parecía abandonado; inmediatamente decidieron que se quedaría con Chifuyu, pero con el pasar de los días se dieron cuenta de que por las tardes, el minino huía al departamento de arriba: el departamento de Baji, así que comenzó a ser de los dos.
Y la mejor forma de cuidarlo era manteniéndolo con ellos durante el trabajo haciéndolo pasar por un gato apartado para adopción.

El pequeño minino negro ahora era algo así como su primer compromiso de pareja, también el detonante de algunas discusiones absurdas.

Chifuyu quería llamarlo Excalibur, a lo que Baji reclamó que obviamente era una tontería y que debía tener un nombre más sencillo; lo nombraron Peke J.

— Peke J, te acabo de comprar un traje nuevo que te va a quedar precioso! — Insinuó al animal, alzándolo un poquito y llevándolo con él detrás del mostrador.

— ¡No le pongas tus compras compulsivas! Puede atorarse con la ropa y lastimarse. — Advirtió desde atrás, Keisuke realmente tenía un conflicto con ponerle ropa a su pobre mascota.

— ¡No es una compra compulsiva, idiota! Es un artículo de la tienda. — Corrigió.

— Bueno, aleja ese artículo de tienda de mi gato.

— ¡Está bien! — Contestó. — Que no se entere Baji ¿okay? — Murmuró divertido al gato, quien solo inclinó su cabeza.

— ¿Qué no me entere de qué?

Chifuyu brincó del miedo y tiró la ropita debajo del mostrador, sonriendo nervioso.

— Nada... iré con Kazutora hoy más tarde.

— ¿Tú? — Lo señaló. — ¿Tan de pronto?

— ¿Qué tiene? Le iba a proponer manejar con nosotros la tienda de mascotas que tú y yo abriremos después.

— ¿A Kazutora? — Su tomó incrédulo y su mirada era desconfiada. — No estoy entendiendo, ¿te sientes bien?

— Todo bien, solo me pareció buena idea. No es un mal tipo, supongo. Y te agrada así que puede agradarme a mí.

El rubio sonrió, sus intenciones eran puras. Sabía que haría feliz a su novio tener a su amigo cercano junto a él, además, de vez en cuando Matsuno también iba a visitarlo y descubrió lo compatibles que son.
Baji besó la cabeza de Chifuyu.





























No existe una teoría que explique el amor.
Tampoco han inventado un método paso a paso para vivirlo. Y mucho menos podríamos determinar su resultado.

Pero a estos dos jóvenes no les interesa descubrir una teoría del amor, tampoco les interesa seguir las posibles reglas que pudiera tener este sentimiento, porque los dos están seguros de que se aman.
Y si eso los lleva a seguir disfrutando de su vida juntos, es más que suficiente para ambos.

Love Theory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora