Capítulo 10

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Jeno tocó el timbre y se acomodó el cabello, luego vio la hora. A decir verdad, estaba muy nervioso, obviamente que sí, cualquiera estaría así estando a una situación igual al que él estaba. No llegaría a casa diciendo que espera un hijo con Renjun y que no tienen una relación. Iba a darse la vuelta e irse porque los nervios le ganaron, pero una pequeña de cabellos pelinegros abrió la puerta con un pijama amarillo y una muñeca en sus manos.

—Yizhuo, ¿Qué te he dicho de abrir la puerta? —Liying reprendió a la niña alzando la mirada encontrándose con Jeno.

—Un gusto volverla a ver Liying—dijo Jeno amablemente.

—¿Vienes a ver a Renjun? —habló Liying cargando a la pequeña. Por un momento Jeno se imaginó a sí mismo cargado a una pequeña niña de cabellos negros y de ojos marrones.

—Sí—afirmó—. ¿Ya se ha levantado de la cama?

—Ya estoy listo—habló Renjun bajando rápido las escaleras. Jeno se contuvo de ir y ayudarlo a bajar con sumo cuidado, pero se quedó quieto en su lugar. Desde que supo del embarazo del menor sus instintos protectores salieron.

—¿No se quedan a comer? —preguntó Liying—. Preparé algo rico.

—No mamá, vamos a salir—dijo Renjun tomando su celular juntó con su cartera—. Al rato volvemos.

—Si no nos matan—murmuró Jeno.


Hace algunos minutos llegaron a la casa del pelinegro, pero Jeno quería esperar unos minutos antes de entrar, porque estaba demasiado nervioso en ese instante. Ya era mayor de edad, pero tenía miedo en decírselo a su familia. Esto le hacía recordar cuando iba salir del closet por la manera en que en ese momento estaba. Sus manos sudaban y se apretaba las piernas para darse ánimo, recordó la forma en que su corazón empezó a latir de forma rápida, en el nudo que se formó en la boca de su estómago y como a la mitad de su discurso se echó a llorar, pero al fin de cuentas todo termino bien, más que bien, sus padres lo habían aceptado le habían dicho lo orgulloso que estaban de él, y que más que nada, que lo amaban a pesar de todo.

—Cobarde—dijo el castaño cuando se hartó del silencio que Jeno había creado. Jeno miró a Renjun sorprendido.

—¿A mí me lo estás diciendo? —el pelinegro preguntó.

—Claro que sí—exclamó—. Vamos Jeno, eres valiente, no te da miedo decir lo que piensas o cuando no estás de acuerdo con algo o cuando algo te molesta—respondió—. Aún recuerdo cuando lleve unos pantalones que me marcaban el trasero y ese día me susurraste que ese pantalón hacía un trabajo estupendo con mis glúteos.

—En realidad lo hacían y jamás lo volviste a llevar. —Sonrió—. ¿¡Cómo te atreviste a dejar de usarlas!?

El castaño sonrió y soltó una carcajada. Lo hizo porque ese día cuando le dijo aquello imagino un montón de escenas con el pelinegro y tuvo miedo por eso, pero ahora quería volver a usarlas.

—Jeno, muero de hambre no desayune—lloriqueó saliéndose del coche—. Creo que voy a vomitar.

Se recargó en el auto y cerró los ojos tratando de no pensar en eso y hacer que se vaya las ganas de vomitar. El pelinegro salió del auto cerrando la puerta y caminó hacia Renjun preocupado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Jeno.

—¡No estúpido! —gritó molesto.

—Baja la voz—se acercó a Renjun, este alzó la vista mirando a Jeno.

—Ya no quiero entrar. ¿¡Y si vomito adentro!?—chilló cuando la escena pasó por su cabeza, no quería pasar una vergüenza—. Jeno, ya no quiero entrar, llévame a casa.

—Te diré algo—dijo Jeno con la cara seria

—¿Qué cosa?

—Si no entras en este instante a esa casa. —Hizo una pequeña pausa—. Te besare aquí mismo.

Renjun abrió la boca sorprendido y luego la cerró para caminar rápidamente hasta estar en la puerta de aquella casa. Jeno sonrió satisfecho y caminó hasta estar los dos en frente de la puerta de aquel bonito hogar.



Una Llegada Inesperada | ♡ NoRen ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora