4. Modern AU

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Nota de autor: Es importante mencionar, antes del capítulo, que a partir de las palabras en cursiva, comienzan a hablar en inglés.

Título: Comosellame.

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En una galaxia lejana, y tan distinta, en el planeta Tierra...

Din Djarin, un hombre adulto que se ganaba la vida con el salario poco más del mínimo, viviendo en un país de nombre Chile, orgulloso de sus raíces y siendo dueño de una casa, acompañado de su mascota, Edgar, un perro mestizo. 

—Ya, po', te dije que no se quedará con nosotros —Apartaba al canino de la segunda perrita en casa, no sabía si era de raza morkie o papillon pero probablemente también era mestiza como Edgar—. Su dueño vendrá por ella en cualquier momento...si es que lo tiene.

En cuanto Edgar dejó de insistir en olfatear a la perrita, Din procedió a buscar el collar de esta, encontrándose con un llavero donde se grabó su nombre y, por la parte trasera, dirección y número telefónico del dueño.

—¿Crees que nos den unos buenos lucas por ella? —Edgar inclinó su cabeza, trató de comprender lo dicho por su dueño, pero este rodó sus ojos pues la idea en voz alta sonó tan egoísta que lo disgustó— Filo, mejor le voy llamando que no vaya a ser nos metamos en problemas.

Aún estando de rodillas, frente a la perrita Millie, la acariciaba para brindarle tranquilidad y así mismo sacó el teléfono celular del bolsillo de su pantalón, concentrado en marcar al número telefónico grabado en el llavero.

Intentó un par de veces, pero directamente le mandaban a buzón, así que dejó un mensaje por WhatsApp.

—Ya está —Din se levantó del suelo, dirigiéndose hacia la cocina para servir dos platones de comida para los perritos—, nomás espero que lo lea y listo.

Edgar aún se sentía curioso en cuanto a Millie, y bajo la observación de Din, el mestizo optó por quedarse en el sofá, mientras que Millie se quedó en el suelo. Poco después, los platones de comida quedaron servidos y cada uno distanciado del otro para evitar problemas.

Luego, Djarin se sentó en el sofá de su sala y volvió a sacar su teléfono, abrió la aplicación de mensajería instantánea y empezó a ver los estados de sus contactos. Poco después, entró al chat con la o el dueño de Millie, no llevaba una fotografía personal mas que la de la perrita en casa de Din y otra perrita más. Bloqueó la pantalla y, enderezando la espalda, volteó a ver a Millie para llamarla: —¡Chiquilla! —Millie alzó las orejas— ¿No tienes hambre o qué?

Edgar continuaba comiendo. Din soltó un suspiro, rindiéndose.

Después de casi 30 minutos de solo ver a los cachorros, sonó el timbre de la casa. El chileno se levantó enseguida, dejando el teléfono en el sofá. Se apresuró a abrir la puerta, y cuando así lo hizo pudo ver a un joven muchacho, de claros ojos azules, rubio y de mechones bonitos.

—¿Millie? —pronunció el joven, con un rostro poco confundido.

—Ah, sí —Din, tras guardar un silencio a causa de sorprenderse por la belleza del joven, fue a por la canina y se la entregó—. Muy tímida la chiquilla.

Oh, lo siento —El rubio pronunció en inglés, abrazando con ternura a Millie—. Yo no hablo español.

—Chucha —Din soltó por inercia. Estaba claro que el muchacho no era de esos lados—. Disculpa, la costumbre.

STRAWBERRY | #DinLukeWeek #SemanaDinLukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora