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5. AU Libre

Título: Un alma en pena.

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El Conde Din Djarin abandonó a su querido, príncipe Luke Skywalker, sin dejar ninguna explicación.

El príncipe quedó devastado cuando sus guardias y damas le notificaron acerca de la noticia, irreparable y entristecido cayó en su cama, abrazándose a sus almohadas y derramando lágrimas bajo las sábanas de seda.

Sus padres fallecieron a causa de la peste, solo él y su hermana gemela, Leia, eran lo único que quedaba del linaje Skywalker en el país europeo. Cuando finalmente se habían decidido a anunciar su romance, afín de imponer nuevas reglas y un reinado renovado en comparación al de sus antepasados, el Conde Djarin abandonó el país. Nadie sabía adónde se había ido. 

Solo se había divulgado del corazón roto del príncipe Skywalker, incluso, se había rumorado de su fallecimiento causado por la tristeza. Afortunadamente, la princesa Leia estaba allí para callar las mentiras y hacerse cargo mientras Luke organizaba sus sentimientos.

Sin embargo, en la escala de pasos para salir de la envoltura de la maldita tristeza, Luke a penas se encontraba en el número 3: negociación. Tras la ira que la desaparición voluntaria de su amado le había provocado, estaba dispuesto a encontrar respuestas, pues creía que solamente así podía salir adelante. Leia, desde luego, estaba en total desacuerdo, pero Luke no compartía la misma idea.

Y esa misma noche, bajo la penumbra de los edificios y la humedad evidencia de lluvia, el príncipe Skywalker salió a la búsqueda de su amado... Para encontrarlo refugiado en un viejo castillo más allá en las afueras del país, Rumania.

Un pasajero le había mencionado a Luke que no debía entrar, pues las maldiciones lo seguirían hasta la muerte y de ser posible lo seguirían por generaciones, pero el amor del príncipe de España era todavía más grande que el de una rumorada maldición.

Encontró la puerta del castillo, alumbrando con una antorcha su camino entró, no tardó mucho para que sus fosas nasales se llenaran de olores fétidos y a carnes podridas, que encima le hizo toser el polvo que se levantaba con cada paso que daba.

—¿Qué haces aquí?

Una voz masculina, rasposa y a su vez dulce, le hizo erizar la piel, provocándole voltear hacia la parte más alta de una serie de escalones de piedra. La luz que emanaba la antorcha no era la suficiente para ver con claridad a la figura humana lejana.

—Estoy buscando a mi amado —Luke respondió a la pregunta, reconoció la forma corporal y no pudo evitar las aceleradas palpitaciones de su corazón—, estoy buscándote.

—El hombre que tú buscas ya no existe más.

—Din...

—Márchate, Luke —Exigió el Conde, sonaba molesto, sonaba enfadado y también cansado, pero también su voz demostraba que estaba apresurado por algo—. Márchate de una buena vez antes de que... —cubrió su boca luego de un sonido parecido al de estar a punto de vomitar.

—¡Din! —El príncipe Skywalker dejó que sus piernas respondieran por él, deseando ferozmente ayudar a su querido amor.

Pero en cuanto subió a penas tres escalones, el Conde Djarin gritó: —¡No! ¡No subas! —Luke se quedó de pie, estático, con ganas de abrazarse al llanto ante el maltrato— Mi príncipe, mi dulce príncipe... Por favor, vete, ya no soy a quien amas. Ya no soy el mismo quien conociste y juraste amar toda tu vida.

—Mi amor...

Luke estaba dispuesto a llorar allí mismo, en mitad de la oscuridad, con la necesidad creciente de querer ver el rostro de su amado, porque todavía lo amaba, porque estaba dispuesto a brindarle el perdón.

—No quiero herirte.

—Tú nunca podrías herirme, Din —aseguró el príncipe pese a los días y las enteras noches en que lloró en nombre del Conde—... Yo sé que eres el mismo, yo sé que...

—Estás dejando tu olor por todas partes —De inmediato, Din cubrió su nariz—. Es mejor que te vayas. Aún está el sol, tienes tiempo. Por favor.

—No, Din —Luke insistió—. No me iré hasta que me digas que...

—¡Vete! 

Su grito estremeció todo el lugar, bichos se movieron de su lugar y las arañas tejieron más su tela para refugiarse y el príncipe retrocedió, sin darse cuenta que en sus mejillas las lágrimas ya estaban resbalándose.

—¡Vete! —repitió, bajando con ira resplandeciente a su alrededor; su olfato había tomado un desarrollo sobrenatural, adoraba el rico olor corporal de su amado pero el aroma de su sangre comenzaba a ser terriblemente deliciosa— ¡Ya vete!

Luke a penas bajó un par de escalones cuando de pronto fue empujado por Din, dejándolo caer en el polvoriento suelo donde Djarin lo levantó de un solo jalón de la ropa de su torso.

La cercanía permitió que el príncipe pudiera ver la palidez del rostro de su amado, la notable oscuridad en sus ojos y los llamativos incisivos escapándose de su boca. 

—¿Din? 

—Lárgate —pidió, como si pudiera lanzarlo hacia el pasillo que daba a dirección de la puerta principal. Skywalker se quedó allí, estático, procesando la imagen vista—. ¡Lárgate, lárgate! 

El príncipe pudo darse cuenta que el Conde no salió de las sombras, que la luz los separaba, y que los rumores sobre una maldición eran ciertos. Maldición que se había llevado el alma de su amado, que se había robado la normalidad y felicidad de Din.

Ante los gritos exigentes de Djarin, Luke no tuvo más remedio que marcharse de allí. Apresurando su paso cada vez más, así como el puchero pronunciado en su rostro y las lágrimas imparables de sus ojos.

Desorientado por la tristeza, el príncipe cayó entre las hojas secas del cercano bosque, le dolía saber que su amado no lo dejó por decisión propia, que su amor se había visto obligado a terminarse y que el Conde Djarin no podrá vivir una vida feliz y normal.

El príncipe Luke lloró por la desgracia de su amado, prometió amarlo hasta morir y poder encontrar la salvación por su alma, mientras que, en el fúnebre castillo el Conde Djarin rezaba para que su amado pueda encontrar a un hombre que le amara tanto como él, deseando que su queridísimo Luke pueda encontrar el amor incluso después de la vida, porque se merecía algo mejor que un hombre maldecido por los brujos separatistas del pueblo.

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