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Pov Omnisciente

Ambos se daban una mirada indiferente. Aunque, el de cabellos rubios sentía como las gotas de sudor iban apareciendo en su frente.
Antes de poder decir algo más, Tomioka le tocó el hombro.

— Zenitsu — Tomioka observó al azabache en el árbol — vete a tu cuarto, ya es tarde. ¡Y tu, Obanai, bájate de ahí!.

El azabache bicolor resopló ante las palabras del ojo azul, entre ambos sabían que sí el azabache bicolor no obedecía tendría severas consecuencias. Tomioka cerró la ventana con pestillo y mando la misma orden que del rubio al chico de ojos verdes.

— Y hazme un favor, Inosuke — el mencionado detuvo su paso — No te lleves ese cubo con mierda al cuarto, te aseguro que no tiene nada de divertido.

Inosuke asentó el cubo lleno de porquería en el suelo y se fue silenciosamente.

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Si, esa era la vida de Tomioka, Giyuu. Vigilar que todo esté en orden, que nadie se salte las normas, que todos tengan su castigo si es necesario...gracias a todas sus tareas diarias se ganó su título de "señorito reglas". A él no le importaba como lo llamarán, siempre se recordaba a sí mismo que era una perdida de tiempo lidiar con personas de tales problemas mentales.

Y no hablemos del viejo Rengoku, el que más quería matar. Aparte de ser el padre de su "mejor amigo", era un viejo bastardo que solo buscaba la ocasión perfecta para molestarlo y decirle unas cuantas palabras fuera de lugar, que siempre lo molestaban.

Pero, no, ese manicomio no es su mayor problema, si no un cierto chico de cabellos rubios como las llamas. Rengoku Kyojuro es su nombre.

— ¡Tomioka!, ¡Tomioka! — Tanjiro corría hacia él, con una no tan grata noticia para Giyuu.

— ¿Mmh?, ¿Qué pasó? — el se sentó en una mesa del comedor.

— Esto, Rengoku, lo vino a ver...— Giyuu miraba sus zapatos sin decir nada — ¡Enserio que intenté todo para que se fuera, pero ya sabe cómo manipular me, por favor, no se enfadé!.

— No, no estoy enfadado — Giyuu bajo de la mesa, saco de su bolsillo una lista, y se la entrego — cuando regrese quiero esta lista hecha. Voy a hablar con ese idiota.

Giyuu, al salir de la cafetería podía sentir sus piernas temblar, sentía que en cualquier momento se caería y no podría levantarse, sin embargo, se recordó a sí mismo que ahora, el estaba en el suelo...

Al tocar el pomo de la puerta de salida al vestíbulo dudo de sus acciones, "¿Lo podré soportar?". Le era más fácil ignorar la situación de su corazón y irse a su trabajo, pero, tenía que escuchar esas palabras, y escuchar su corazón cayéndose a trozos, solo para quitarse esos sentimientos de una vez por todas.

Suspiró. Giró el pomo abriendo la puerta, encontrándose al rubio apoyado a la pared, esperándolo.

— Tomioka. — se puso en una posición más relajada, mirando a tomioka de frente.

— ¿Qué?, ¿Acaso me extrañas?, Sabes que puedes ir a mí- — Rengoku lo interrumpió.

— Me voy a casar...

Exacto, esas palabras, eran las que quería oír, todo lo que quería que salieran de los labios del rubio.

— Oh... felicidades, y mis bendiciones, ahora que ya me has dicho lo que ibas a decirme, me voy — Rengoku le tomó del brazo.

— ¿Esa es tu reacción? — odiaba esos ojos rojizos y amarillos que siempre lo atrapaban.

— ¿Qué quieres?, ¿Quieres un regalo de boda?, No te entiendo...— desvío la mirada.

𝕌𝕟 𝕖𝕣𝕣𝕠𝕣⌫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora