Lloro por ti, por nosotros.

306 17 9
                                    

Capítulo 9.

En la carta decía:
Querida Laura.
Necesitaba decirte esto, pero no sabía cuándo hacerlo.
¿Sabes por qué huía de ti siempre que te acercabas a mí? No quería hacerte daño. No quería que te encariñaras demasiado de mí, porque iba a desaparecer... Lo siento.
Supongo que estos días habrás estado preocupada, y confundida. Querrías respuestas sobre a lo que estaba pasando. Pues bien, ahora te las voy a dar. Seré claro. No quiero seguir. Voy a saltar, Laura. Perdóname.
Te quiero.

Laura tiró la carta al suelo y rompió a llorar.
¡¡¡NOOOOOOOO!!! ¡¡¡NO, POR FAVOR!!!
-Empezó a gritar sobresaltada-
Dios mío, Álex, por qué. POR QUÉ ME HACES ESTO.
Y se fue corriendo a su habitación. Allí no pensó en otra cosa más que en llorar y llorar, hasta que no quedara ni una lágrima que derramar. Se le pasaron por la cabeza, otros métodos de desahogo pero se dio cuenta de que con eso sólo se perjudicaría ella misma. Se haría daño. Y ella no tenía la culpa de nada. Aunque se sentía culpable, por no haber estado allí para impedirlo... Pero era imposible predecir algo así.

De repente, se abrió la puerta. Era su madre.

Mierda. Ahora me echará la bronca por la expulsión, y yo no estoy para gilipolleces.
-Dijo Laura aún con lágrimas en los ojos-

¿Laura? Laura ven aquí. Quiero hablar contigo.
-Gritó su madre-

Subió las escaleras, y entró a la habitación de la chica. Y se la encontró tirada en la cama, con mil pañuelos a su alrededor, y los ojos rojos y llorosos.

Joder mamá, vete. No estoy para tonterías.
-Dijo Laura temblando-

A lo que su madre contestó:
¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?

Mira, lee esto. -Añadió Laura buscando la carta-

-¿El qué? Dijo su madre.

-Joder, me la dejé en la calle.
Respondió Laura asustada.

Salió a toda prisa de la habitación y fue a por la carta. Abrió la puerta y allí estaba. Menos mal.
La cogió y se la enseñó a su madre, quien la leyó y dijo:
- Lo siento. Pero no es para tanto. Casi ni lo conocías.

¿Que no lo conocía? Serás gilipollas. Había estado dos días con él y ya me había demostrado mucho más que tú en toda tu vida.
Pensó Laura.
Y se marchó corriendo para que su madre no la siguiera.

Ella no la entendía, no sabía nada. No sabía lo que cada día tenía que aguantar en el instituto, y que con Álex todo era diferente. Mucho mejor. Tenía un amigo.

Se fue alejando de casa, para que su madre no la viera, y sacó un cigarro.

Al menos vosotros estaréis siempre conmigo. Al menos me calmáis cuando estoy a punto de mandar todo a la mierda.
-Dijo Laura-

Después, se acercó al río, allí no iba nadie, mejor, ella quería estar sola. Leyó y releyó la carta, y cada vez lloraba más.
Se acercó al agua, le encantaba. Aunque nunca iba a la playa ni a la piscina porque le daba vergüenza estar en bikini. Se quedó un rato contemplando el paisaje. Era realmente bonito.
Pero cuando se dio la vuelta, la carta ya no estaba. Había desaparecido.

En un mar de mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora