Volvimos al banco para poder darles la gran noticia a nuestros compañeros de una vez por todas. Todos nos miraban ansiosos de saber lo que ocurriría con Río, y no quise ponerles más nerviosos de lo que ya estaban.
-Nos lo van a dar.
Todos comenzaron a gritar y abrazarse entre sí, absolutamente complacidos por lo que acababan de escuchar. Cantaban y brincaban alrededor sin importarles lo más mínimo todos los rehenes que no quitaban sus ojos de nosotros.
No pude evitar soltar una pequeña sonrisa que sin duda quise esconder, pero alguien ya me había pillado.
-¿Por qué no te permitís estar alegre? -dijo Martín en un tono tan bajo que solamente yo pude escuchar.- Esto es gracias a vos.
-Yo no tengo nada que ver con esto.
-¿Segura? No creo que los demás piensen eso.
Justo cuando le miré confundida, una lluvia de abrazos cayeron sobre mí.
-¡Eres la hostia, joder! -Gritó Bogotá mientras me levantaba del suelo como su fuese una pluma.
Volvió a bajarme tras varios segundos tendida en el aire y pude recobrar el equilibrio, lo cual me duró poco por el fuerte abrazo de Nairobi y Denver.
-¡Tía eres una reina! -dijo mi compañera.
-¡Bien hecho cuchillitos!
No sabía el porqué, pero tener a tanta gente que me apoyaba y agradecía mi esfuerzo me hacía sentir valorada, cosa que no pasaba desde hacía años.
-He de decir que has hecho un buen trabajo -habló Tokio tendiéndome la mano para que se la estrechara.
Le estreché la mano con firmeza.
-No hay de qué.
-¡Me la llevo! -gritó Marc levantándome y posándome sobre su hombro como si de un saco de patatas se tratara-. Esto hay que celebrarlo, guapa.
Me llevó escaleras arriba y pude notar las miradas divertidas y risas de nuestros compañeros. Todos, a excepción de uno.
Martín.
Él nos miraba serio, sin ningún tipo de sentimiento que pudiera descifrar de su rostro. Nada. Estaba de pie, quieto como una estatua con los brazos a su espalda.
Y fue lo último que vi antes de entrar a la sala con Marc.
Me bajó y me senté en una de las mesas que allí se encontraban. Era grande, espaciosa. Era sin ningún tipo de duda de alguien con poder. Los ventanales eran grandes y daban a los policías, que ya estaban en marcha para traer a Río.
-Esto es brutal.
Marc sacó una botella de whiskey que se encontró en uno de los armarios de la estancia, acompañado de dos vasos de cristal.
-No es buena idea que bebamos.
-Vamos, hombre. Acabas de conseguir que nos devuelvan al chaval. ¿Qué más quieres? Date un pequeño respiro.
-No necesito un respiro, Marc. Necesito que todo salga bien a partir de ahora. Sin errores ni despistes.
-Está bien, tú te lo pierdes. Pero yo voy a aprovechar la situación.
-Todo tuyo.
Marc se metía en la boca pequeños pero bastantes tragos de ese licor y comenzaba a hacerle efecto más rápido de lo que me hubiese gustado.
-¿Y qué te traes con el argentino?
-¿Disculpa?
-Luna, sabes que te conozco bien. Nunca dejas que vean lo que piensas o sientes y este tío no ha tardado ni veinte segundos en saber que estabas aguantándote las ganas de sonreír.
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Milán y Palermo
FanfictionTras el abandono repentino de Martín, Andrés y Sergio, Luna se había convertido en una sicaria profesional sin ningún tipo de sentimientos. ¿Qué pasará cuando Sergio y Martín vuelvan para pedirle ayuda? ¿Perdonará que la dejaran tirada?