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Los días en aquel orfanato pasaban lentos según Lea. Pero no sé quejaba, pues era un ambiente sereno, o por lo menos lo era para ella que no se metía en problemas. No porque fuera una santa, solo que no lo había encontrado necesario.

Estar allí era sencillo; ordenar tus cosas, hacer tu cama, ir a clases, comer, ser cortéz, pedir solo lo necesario, no meterse en problemas y cuidar tu higiene. Sencillo.

Era algo aburrido, eso sí. Más para Lea, quién debía estar distraída todo el tiempo para que sus padres no se colaran en su cabeza. Eso, por obvias razones, no le ayudaba mucho para socializar con niños de su edad.

Pero todo era mejor aquí para ella. Lejos de su casa, su familia, más que nada de su familia.

— Lea, quieren hablar contigo — aviso una de sus compañeras de cuarto, asomando su cabeza por la puerta. La rubia puso cara de sorpresa, y camino hacia la oficina de Fiona, la directora del orfanato.

Millones de ideas pasaron por su mente, pero ninguna era correcta.

«"Me ingresarán a un psiquiátrico"»

«"Me van a obligar a ser más sociable"»

«"Encontraron a algún pariente lejano"»

Finalmente llegó al final del pasillo.

La puerta final era alta, de madera y resaltaba por un cartel que grababa en metal brillante; "Oficina de Fiona Davis, directora del orfanato de Pensilvania".

Lea dió tres toques a la puerta, antes de recibir respuesta.

Al cruzar la puerta enderezó su espalda, y habló en tono casi militar;

— Buen día, directora Davis.

— Buen día, señorita Williams — saludó la mujer cortésmente —. Tome asiento.

Lea respiró profundo, y cumplió la orden.

— Lea, han llegado algunos documentos tuyos, que me causaron una gran sorpresa — La niña volvio a pellizcarse el brazo —. La mayoría eran expedientes médicos de cuando eras pequeña, en los que tus padres relataban algunas conductas inusuales, que en cierto momento fueron confundidas con esquizofrenia....

Ella sabía de qué hablaba. Sus padres la habían llevado a numerosos médicos por los espectros que la atormentaban.

— Finalmente dejaron de llevarte a doctores por este tema, y no volvió a ser mencionado en ningún otro documento, hasta hace seis meses, cuando volvieron a llevarte a una consulta médica, luego del accidente, y aseguraste que tus padres te estaban atormentando....

Lea se removió con incomodidad, y se reprochó a ella misma por haber revelado aquella información.

— Finalmente te dieron una medicación, y aseguraste estar mejor — Fiona se enderezó —. Pues, el punto es que uno de los médicos se comunicó con Reginald Hargreeves. ¿Has oído hablar de él?

— Em, es posible... — Lea recordaba ese nombre de algún lugar, pero dudaba sobre haberlo escuchado en la escuela, en una discusión de sus padres... O ambas.

— Él tiene seis hijos que cuentan con poderes más allá de mi entendimiento, y uno de ellos presenta las mismas cualidades que tú, las cuales, según me dijieron son; comunicarse con los muertos y otras cosas que aún no comprendo.

Williams respiró temblorosamente.

¿Que harían con ella?

— Él se contacto conmigo recientemente, Lea — Fiona parecía no querer que la rubia se fuera —. Vendrá a buscarte mañana. Es una gran oportunidad para tí...

— ¿Cómo está segura, directora? — preguntó jugando con sus manos.

— No lo sé en realidad, pero ellos quieren ayudarte, y es algo que yo no puedo hacer.

Lea volvio a su habitación un rato más tarde, obligada a guardar sus pertenencias en una pequeña maleta que Fiona le había entregado.

Ese día casi ni tocó su cena, estaba demasiado preocupada, a pesar de que existía la posibilidad de que pudieran ayudarla con sus habilidades, también existía un pequeño miedo que crecía en ella; convertirse en un fenómeno.

Ese día casi ni tocó su cena, estaba demasiado preocupada, a pesar de que existía la posibilidad de que pudieran ayudarla con sus habilidades, también existía un pequeño miedo que crecía en ella; convertirse en un fenómeno

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Llenando Los Vacíos [Five Hargreeves]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora