|Tʜɪʀᴛᴇᴇɴᴛʜ Cᴏɴᴛᴀᴄᴛ|

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Frunció el ceño, apretando sus labios en una fina linea para evitar que el vomito verbal comenzara y que gracias a eso la tensión aumentara en aquella habitación

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Frunció el ceño, apretando sus labios en una fina linea para evitar que el vomito verbal comenzara y que gracias a eso la tensión aumentara en aquella habitación.
Sus palabras no serian educadas ni mucho menos, si abría la boca podría desatar una disputa que realmente no le convenía, pero eso no quería decir que estaba de acuerdo con lo que su líder planeaba.

La vena de su frente latía, sintiéndola casi explotar cuando la estruendosa risa de South se oyó, completamente sumido en el éxtasis de lo que dentro de unas horas se convertiría en un juego de su propia mano.
El inservible intento de acabar con tres asientos del Rokuhara encendió la llama de la locura hasta que su cuerpo ardió en aprobación, listo para convertirse en el monstruo que se caracterizaba por ser: un completo tirano.

— ¡Oi, Mai!

Sus músculos se tensaron, cruzando sus brazos por detrás de su espalda mientras su rígida figura se adelantaba dos pasos bajo la mirada demandante puesta en él.

— La guerra ha comenzado —sonrió en grande, tanto que Katsumata sintió sus propias mejillas doler— Y en la guerra, como bien sabes, vale todo —sus manos apretaron los hombros del albino, penetrándolo fijamente en busca de temor o rechazo— Te divertirás, como en los viejos tiempos

— Mi posición sigue siendo al final de todo

El albino asintió levemente, conociendo de antemano a donde se dirigían aquellas palabras motivacionales. Sonrió levemente, queriendo regresar a su lugar.
Su cuerpo se mantuvo en su lugar, incapaz de moverse. Sus bellos orbes marrones se fijaron algo nuevo, la locura dándoles una chispa que alcanzo a divisar a tiempo.
¿Debía temer?.

South tomo los costados de su cabeza, procurando que no alejara sus ojos de él, juntando ambas frentes. Inevitablemente, Katsumata tembló, apretando su uniforme.

— Tu seras mi bello acto principal —rio, palmeando su espalda amistosamente— Cuento contigo

Trago saliva con esfuerzo, asintiendo lentamente. Sus planes habían cambiado y aquello se debía a una cosa; alguien había despertado tal interés como para reunir todas sus energías y soltarlas al final, masacre había dejado de ser una palabra al azar.

El albino suspiro profundo al estar libre, un peso imaginario acomodándose en sus hombros a raíz de la breve conversación. Repentinamente se sentía como carne de cañón, la carnada que podría ser usada como saco de boxeo —si fuera capaz de dejarlos, lo cual no sucedería—.
De todas formas, tenia prohibido negarse. Confiaba en sus habilidades y por eso mismo no perdería, abriría el camino con una bonita alfombra rojo carmesí, digna de sus colegas.

El buen humor de South contagio a sus compañeros, quizás demasiado, los vítores al señalar el día de la batalla aturdieron sus oídos, pero no expreso queja alguna. Tenia que mantener la neutralidad en su joven semblante, fingiendo que compartía la euforia de los demás cuando realmente quería descansar. Sentía que su energía había sido chupada sin compasión o simplemente había caído en el común aburrimiento de las reuniones.
Tomo provecho de la situación y se escabullo entre la gente sin ser demasiado llamativo.

Cruzo el umbral, deteniéndose abruptamente cuando la alta figura de Hitto lo intercepto. El contrario frunció el ceño, mirando detrás del albino antes de volver sus ojos a él.

— ¿Estas... escapando? —Katsumata negó, inclinándose para susurrar

— No estoy escapando, estoy estirando las piernas —acomodo su saco, arqueando una de sus cejas— Estar parado durante mucho tiempo ocasiono que se me durmieran las extremidades —dio un paso confiado, siendo detenido nuevamente— Vamos...

— Mai, no puedes irte así como así —el ojimarron resoplo, rodando los ojos— Debes quedarte hasta el final

— Esta bien, Ran puede contarme los detalles importantes después —sonrió dulcemente y lo tomo por los hombros— Por favor, déjame ir y prometo no recordarte que fuiste raptado por mocosos novatos

— E-Eso no... —el pelinegro suspiro y cerro los ojos brevemente, asintiendo— De acuerdo, vete

El albino soltó una risita, dejando un rápido beso en su mejilla antes de correr hacia la salida.
Con Kakucho mantenían una buena relación, a pesar de que las conversaciones entre ambos no eran muy comunes, se han apoyado más de una vez en las peleas, acostumbrándose a hablar mediante señas. Al ser adolescentes similares en cuanto pensamientos, la confianza no tardo demasiado en forjarse.

Katsumata podría decir que allí nadie se encontraba lo suficientemente cuerdo, hasta que aparecía Hitto. Una persona leal, obediente y algo cerrada debido a traumas de la infancia, si tuviera un hermano, definitivamente él seria a quien le cedería el lugar.
Esa pequeña interacción le ayudo a cerrar la lista de prioridades. Los orbes marrones destellaron un brillo de seguridad al mirar hacia el cielo.

Haría de su entrada, un espectáculo inolvidable, convirtiendo a los espectadores en el elenco secundario, puesto que su pandilla era el principal.
Katsumata Mai bañaría sus manos en la roja espesura, esmerándose para dejar una marca en los involucrados.

Sobrevivirán... llevándose traumas al hospital.

 llevándose traumas al hospital

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𝑩𝒐𝒚𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅 ʰᵃⁱᵗᵃⁿⁱ ʳᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora