|Sᴇᴄᴏɴᴅ Cᴏɴᴛᴀᴄᴛ|

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Fuertes brazos adueñándose posesivamente de su cadera, ásperos besos recorriendo su cuello y hombros; vaya que encontraba una gran diferencia entre ambos hombres

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Fuertes brazos adueñándose posesivamente de su cadera, ásperos besos recorriendo su cuello y hombros; vaya que encontraba una gran diferencia entre ambos hombres.
Sus ojos se desviaron hacia abajo, una escurridiza mano intentaba colarse por debajo de su remera negra tomando provecho de su mono bajo, ocasionando un suspiro de pesadez. Se giro para tenerlo en frente, una sonrisa lasciva curvando aquellos labios que lo besaban de manera brusca y por los cuales apostaba que quedaba un porcentaje del brillo labial de alguna otra mujer.

Cruzo sus brazos sobre su pecho, deteniendo con la palma de su mano los labios ajenos que intentaban posarse sobre los suyos como cada mañana. La mirada penetrante no tardo en aparecer, fijándose en su rostro como dagas ante la hostilidad de sus acciones. Mai no se molesto en prestarle atención, demasiado ocupado en encender el cigarrillo en sus finos labios.
No tomaba a Madarame como una amenaza, su madre había criado a un sujeto seguro no a un chihuahua tembloroso ante el mínimo grito.

Dio una larga calada, sintiendo como el alma se le regeneraba a pesar de nadar en la posibilidad de huir y dejarlo allí, completamente solo. Para su desgracia, a Shion no le gustaba para nada ser el ignorado, por lo que no se sorprendió ante la rudeza en sus palabras que exigían un poco de atención de su parte.
Simplemente patético, pensaba el albino.

— ¿Donde mierdas estuviste anoche?, te he estado buscando para que me acompañaras a beber —los oscuros ojos estudiaban su expresión, queriendo descubrir algún cambio o flaqueo en ella ante sus palabras— También he ido a tu casa

Mai se encogió de hombros, estirando su brazo para que las cenizas no cayeran en su ropa. Apoyo su peso en una de sus piernas y simulo pensar una respuesta que fuera lo suficientemente buena como para terminar aquella conversación sin sentido.

— Supongo que estaba demasiado borracho para recordar —nuevamente guio el cigarrillo a sus labios, esta vez expulsando el humo por su nariz— De todos modos, estabas divirtiéndote, ¿Verdad?. Mi presencia podría haber acabado con eso, las fiestas no son lo mio

Miro con aburrimiento al rubio, fingiendo esperar algo de su parte cuando en realidad solo estaba siendo educado al no irse de la oficina. Las horas pasaban realmente lentas cuando se encontraba encerrado con las personas menos indicadas, era una tortura que no admitiría hasta que su paciencia fuera agotada.

Sus orbes marrones se dirigieron al reloj en la pared, aun tenia media hora y rezaba porque a alguno de los idiotas se le ocurriera la magnifica idea de adelantar la reunión. Cualquier excusa era aceptada mientras lo sacara del incomodo silencio que se torno a su alrededor, los vellos de su nuca estaban en punta ante la inquietante silueta del rubio apegándose repentinamente a su cuerpo.
¿Acaso se estaba restregando contra su trasero como un maldito perro en celo?. Si, lo hacia. Podía jurar que sentía como el bulto en sus pantalones crecía a medida que se frotaba contra él.

El albino suspiro con cansancio, lanzando el cigarrillo al piso aun a la mitad para pisarlo con la punta de su bota. Las ganas se habían esfumado ni bien comenzó a sentir el pecho ajeno pegarse a su espalda y la respiración acelerada queriendo ser retenida.
Tomo con fuerza la muñeca contraria, quitando con brusquedad las manos de su cintura.

— Contrólate, ¿Quieres? —aliso su ropa, acomodándola correctamente y se alejo unos pasos, no quería estar encerrado con aquel ser— Iré a caminar, regresare cuando la reunión comience

Su mano se estiro con intención de tomar la perilla, alcanzando a rozarla antes de acabar estampado contra la puerta gracias al empujón de Shion. Su figura lo acorralo contra la madera, utilizando más fuerza de la necesaria para retener los movimientos que el albino hacia al removerse.
Otra vez estaba pasándose de la raya.

La risa del rubio se colo por sus oídos y su ceño fruncido apareció, estaba burlándose de lo indefenso que se veía bajo su poder. Mai tenso su mandíbula, apretando sus puños hasta dejarlos blancos, la diferencia física entre uno y otro no era tanta, al igual que sucedía con la fuerza, por lo que por primera vez, haría que aquello fuera notorio para el rapado.
Katsumata golpeo su estomago con sus codos con toda su fuerza, siguiéndole luego un golpe en el rostro con la parte posterior de su cabeza. Lo oyó gemir del dolor ante sus movimientos, maldiciéndolo por lo bajo.

— He dicho que te controles, Shion —lo miro por sobre su hombro con irritación— No soy una de tus perras para complacerte con solo tirar de la correa, no te equivoques

Finalmente, dejo la oficina hecho un mar de emociones que derivaban de la sed de sangre, más sabia que si se atrevía a asesinarlo con sus propias manos South no seria amable con él. La piedad no existía cuando nacía la traición; vaya enseñanza.

Sus pasos eran rápidos, queriendo encontrar la salida lo más pronto posible, palpaba su bolsillo en busca de la cajetilla de cigarros junto al encendedor, enfocándose y distrayéndose en la ruedita que no lograba girar.
Probablemente estaba rota o probablemente era él el motivo, teniendo la mente nublada no pensaba con claridad y eso se reflejaba en sus acciones. De igual manera no se rendía, murmurando insultos hacia cualquier ser existente, pero más aun hacia aquel rubio con nombre y apellido que comenzaba a aborrecer.

Rechino sus dientes al chocar con alguien, preparado para soltar la catarata de insultos que estaba reteniendo. Pero el universo lo amaba y ciertamente aquello fue interrumpido.

— Alguien esta de malas hoy, ¿Eh? —el albino bufo, sin tener ánimos de responder su burla, totalmente lo contrario al trenzado— Creí que lo de ayer seria lo suficientemente bueno como para verte sonriendo el día de hoy

Por supuesto que había sido bueno. Por supuesto que había amanecido con una estúpida sonrisa en su maldito rostro, pero parecía que simplemente no estaba hecho para otra expresión que no fuera aquella neutralidad. Aunque el trenzado notaba el enojo en esos bonitos ojos marrones, sus suposiciones serian aclaradas con un solo comentario.

— Querido Mai, me parece que me veo obligado a repetirlo —inclino su esbelta figura hacia el nombrado, posando dos de sus dedos bajo su mentón con delicadeza, a pesar de correr el riesgo de ser golpeado— No necesito decirte dos veces todas las formas en las que él no es suficiente, ¿Verdad?

— Eso me ha quedado más que claro anoche, Ran —desvió su mirada de los ojos violetas hacia un costado— Te has encargado de que me quedara grabado hasta en el trasero

El Haitani mayor rio complacido por sus palabras, admitiendo que Katsumata Mai era tan directo como los rumores decían. Cada día le sorprendía y le gustaba más aquella faceta tan grosera del albino.

— Entonces déjame corregirme... —sonrió coqueto, tomando un mechón del blanco cabello entre sus dedos que caía sobre sus ojos, moviéndolo suavemente hacia un costado— Voy a robarte de sus brazos, tal y como lo piensa, tal y como lo sospecha, porque tu... te mereces algo mejor

— Oh, vaya, ¿Tu eres ese algo que me merezco? —espeto con burla el de orbes marrones, dejándose acariciar por aquellas grandes manos. Su toque era tan agradable que no le importaba si disimulaba o no

Aunque desease una respuesta, Ran solo le obsequio una bella sonrisa, besando cortamente sus labios como si con ello pudiera despejar sus dudas.
Mai paso una mano por su rostro junto a un suspiro, viendo entre sus dedos como su figura siguió con su camino, ajeno al estado en el que se encontraba su corazón. Entonces, no tuvo miedo al admitirlo, incluso si solo lo hacia en su interior.

Haitani Ran era ese algo que podría ser más que suficiente para él.

Haitani Ran era ese algo que podría ser más que suficiente para él

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𝑩𝒐𝒚𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅 ʰᵃⁱᵗᵃⁿⁱ ʳᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora