|Fɪғᴛᴇᴇɴᴛʜ ᴄᴏɴᴛᴀᴄᴛ|

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Un suspiro de satisfacción abandono sus labios al descansar su cansado cuerpo sobre su mullida cama. Sus músculos se relajaron al instante en el que hizo contacto con la suave cobija que cubría las sabanas, realmente amaba ese edredón.
Rodo hacia un costado, reposando sobre su estomago mientras se estiraba, cerrando sus ojos.

Habían huido de allí ni bien los únicas personas que valían la pena para Mai se encontraron en su radar y completamente bajo su ala protectora —como Shion se encargo de nombrar el gesto de su brazo alrededor de los hombros del mayor de los Haitani—.
Si bien su departamento no era la gran cosa, el espacio en él era suficiente para hospedar por aquella noche a las personas con las que probablemente comenzaría a afianzar el vinculo creado a partir de la unión de Rokuhara Tandai. Leves murmullos se llegaban a oír provenientes de la sala, sonidos que no aumentaban el volumen debido a el cansancio que todos los presentes —incluyéndolo— sentían una vez la adrenalina se esfumara, abandonando las extremidades que antes se alzaron con fuerza.

Su cuerpo se tenso y sus parpados se abrieron repentinamente, el peso en su espalda se hizo notorio, tomándolo desprevenido. Agudizo su oído, el agua cayendo en el cuarto de baño dejo de oírse hace tiempo, así como también los pasos acercándose antes de que una figura que conocía bien se desplomara sobre él; supuso que estar metido en sus pensamientos provoco que se aislara de su entorno, ignorando el mínimo sonido cercano a su persona.

Una mano se poso encima de la suya, entrelazando sus dedos, una respiración choco contra su cuello y un susurro audible para sus oídos fue lo que termino por relajarlo.
Ran estaba allí.

— Fue jodidamente molesto —Katsumata rio ante la perezosa queja, mirando ambas manos juntas

— ¿Eso quiere decir que no te divertiste?

— Por supuesto que lo hice, pero... ya sabes,  hay que saber cuando parar

El albino se quedo en silencio durante unos segundos. La imagen que tenia de los Haitanis era la misma que todos los pandilleros compartían; la imagen de seres despiadados y sádicos, típicos amantes de la locura y el sufrimiento ajeno. Fue testigo de alguno de sus actos por los cuales las suposiciones pasaron a ser verdad, por lo que incluso si se encontraba formando algo con el mayor de los hermanos, no creía que fueran distintos a South.
El joven de alta estatura y preciosos ojos violetas no demostraba más que arrogancia y violencia en las peleas, quizás por eso no esperaba mucho de su parte. Era un grato descubrimiento, aunque fuera pequeño.

El menor se giro para verlo de frente, aun manteniendo sus manos unidas, chocando con una cansada mirada en aquel atractivo rostro sereno.
Sonrió burlón y alzo su indice.

— Podría haber sido una buena noche para ti

— He pasado una noche estupenda, pero no ha sido esta —los orbes marrones brillaron con curiosidad, arqueando una de sus cejas

𝑩𝒐𝒚𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅 ʰᵃⁱᵗᵃⁿⁱ ʳᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora