|Tᴇɴᴛʜ Cᴏɴᴛᴀᴄᴛ|

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Miro curioso al adolescente a su lado a la vez que abandonaba el vehículo, regresando sus ojos hacia la montaña de contenedores en donde intercambiaron palabras por primera vez

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Miro curioso al adolescente a su lado a la vez que abandonaba el vehículo, regresando sus ojos hacia la montaña de contenedores en donde intercambiaron palabras por primera vez. Recordaba a la perfección cada detalle, incluso el motivo por el que habían celebrado.

Suspiro ante la oleada de recuerdos e imágenes y sacudió su cabeza, esperando a que su acompañante le dijera al respecto del porque se habían detenido allí. Sus ojos siguieron su figura una vez se posiciono a su lado, expectante a cualquier palabra que pudiera acabar con el relajante silencio, tomando provecho de la situación para recorrer sus bellísimos rasgos como usualmente hacia. —Ran era consciente de esto, pero no negaba que la atención le gustaba de sobremanera—.

El mayor estiro una mano en su dirección, viendo de reojo como Mai sonreía diminutamente antes de aceptar el gesto, entrelazando sus dedos con vacilación. Aun se encontraba algo confundido por lo que sucedía, pero no era impedimento alguno para disfrutar esos pequeños momentos que borraban las malas acciones de Madarame.
Una mueca tembló en sus labios, inevitablemente preguntándose por él. Katsumata creía que había sido cruel con el rubio.

— Estas pensando en algo más —el albino elevo la mirada, alzándola un poco más de lo normal, debido a que el bicolor se encontraba sobre un contenedor, mirándolo con diversión— Quizás en... ¿Pedir rescate?

Katsumata sonrió ante su burla y rodo los ojos, utilizando sus brazos de apoyo para subirse, siendo tomado de las muñecas una vez sus rodillas tocaron la parte superior del cubo oxidado.
Resoplo y acomodo su ropa, colocando sus manos en su cintura. La vista desde allí era agradable, aunque fuera de noche.

— No sera necesario pedir rescate —camino lentamente hasta quedarse a su lado, dándole un breve vistazo antes de volver a mirar el frente— Estoy dispuesto a cooperar en lo que quieras

Los orbes violetas lo miraron con atención, deleitándose con las ultimas palabras dichas como si se tratara de algún tipo de dulce exótico que se derritió al entrar en contacto con sus labios. Encontraba curioso que no notara el doble sentido en su oración, conociendo los métodos por el que el mayor de los Haitani buscaba el placer sin interrupciones.

Sonrió y deslizo sus manos por el cuello del albino, captando la atención de los ojos marrones en el proceso. Una mirada tan calmada, tan dulce, se preguntaba si era merecedor de ella, e incluso también se preguntaba si tenia permitido tocarlo de tal manera.
Los arrebatos y la provocación condujeron que Mai huyera para no descontrolar su ira, su papel en el improvisado secuestro era intentar regresarle la serenidad que le enseño estando dormido o el sadismo bailando en sus atractivas muecas al pelear. Ran trataba de que se centrara únicamente en él y, en cierto modo, era fácil puesto que Katsumata sucumbía rápidamente a esos bellos ojos juguetones rebosantes de encanto puro.

El bicolor dejo un suave beso en su pómulo, siguiendo por su mejilla hasta la comisura de sus labios, rozando de manera breve los mismos en una caricia. Sintió las manos ajenas tomando su suéter con fuerza, se alejo solo unos centímetros para verlo directamente con interrogación, pero sin borrar la sonrisa.

— Deja de jugar y bésame —el mayor rio, apretando sus mejillas con su mano de manera que sus labios formaron un piquito

— Oh, eres realmente adorable cuando eres impaciente, bebé —Mai resoplo y se soltó del agarre, frunciendo el ceño

— Púdrete, no soy impaciente

— Más cuidado con tu lenguaje, no quiero que me beses con esa boquita tan sucia

El Haitani sonrió divertido, el temperamento del albino era aun una incógnita completa para él, si bien comenzaba a descubrir ciertos rasgos de su personalidad, terminaba por perderse en sus reacciones cuando encontraba algo con lo que molestarlo. Como sucedía en ese instante.

Su vocabulario poco educado —por no decir nulo— era sorprendente la primera vez que lo oías. En las reuniones, Katsumata era del tipo me callo y escucho por lo que con anterioridad solo conocía esa faceta gracias a los rumores de sus subordinados; faceta que actualmente el ojimarron no tenia motivos para esconder, la confianza mutua ya había sido sembrada entre ambos.
Aun así, debajo de todo lo que se denominaba único y real, Ran notaba cierta duda antes de realizar algún movimiento. Definitivamente comenzaba a prestarle más atención de la usual.

Suspiro y tomo su mano, llevándolo consigo al sentarse sobre el contenedor. La confusión en el rostro adverso fue notoria cuando el semblante serio se apodero de sus facciones.

— Querido Mai, me parece que debemos hablar —el nombrado asintió con lentitud, cruzando sus piernas y girándose para verlo mejor— Sigo con la idea de ser un caballero, así que te cederé la palabra

— Oh, um... —sus hebras albinas se movieron al compas de la brisa, sus manos se entrelazaron para darse fuerzas y sus ojos demostraron su firmeza antes de hablar— Seré directo, no se si esto vaya a algún lado, pero no puedo dejarte ir. Al principio pensé que podía usarlo como escape para acabar con Shion, pero ahora... —paso una mano por su nuca, masajeándola— Pienso en ti, en todo lo que paso, en lo que estamos haciendo y mi mente se vuelve loca

— ¿Entonces yo-?

— Si, idiota —bufo y se cruzo de brazos, desviando la mirada con un color rosáceo en sus mejillas— Solo eres tu ahora

Ran lo miro por largos minutos en silencio, reteniendo la sonrisa de satisfacción que quería alzar las comisuras de sus labios hasta acalambrarlas.
Decidió responder mediante acciones, empujando el cuerpo ajeno hacia atrás, posicionándose sobre él con cierta seducción.

Mechones de su cabello rozaron con las mejillas encendidas al inclinarse, procurando estar a milímetros de su boca para responder de manera audible. Mai intentaba concentrarse, regañándose cuando su atención se dirigía a los apetecibles labios cerca de los suyos.
¿Que consecuencias tendría si lo interrumpía?. No era como si le importara, aquel adolescente tenia tendencias masoquistas.

— Cariño, pertenezco a ti

No le importaba si sus palabras eran solo una ilusión o una promesa de una vida llena de miseria y dolor.

No le importaba si con eso el juego daba inicio, volviéndose el único participante.

No le importaba si aquello era una mentira para hundirlo aun más en la vulnerabilidad.
Katsumata Mai dejaría que aquella mentira se volviera su adicción como alguna vez la nicotina lo fue, dejando que se metiera bajo su piel tal y como lo hizo Haitani Ran con su dulce coqueteo y caricias tentadoras.

Katsumata Mai había pagado el viaje de ida, preparándose para estrellarse cuando este llegara a su fin.
Porque si aquello solo era una experiencia de terceros, entonces le sacaría el máximo jugo.

Y si fuera lo contrario... no habría porque señalar lo obvio, lo que se encaminaba como debía ser.
Un algo feliz.
Ese algo feliz.

Ese algo feliz

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𝑩𝒐𝒚𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅 ʰᵃⁱᵗᵃⁿⁱ ʳᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora