|Eɪɢʜᴛʜ Cᴏɴᴛᴀᴄᴛ|

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— Kanji, él

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— Kanji, él... él estaba muerto cuando llegamos...

Mai apretó sus labios en una fina linea, agachando su cabeza para ocultar las lagrimas que se amontonaban en sus ojos ante el claro recuerdo del cuerpo sin vida.
Luego de llegar con el miembro desaparecido de la pandilla, entre los tres se encargaron de dar a conocer la situación, lo cual podía verse reflejada en los moretones de su rostro, pero que aun así terminaba con un buen resultado. La falta de Mochizuki llamo la atención, por lo que allí fue donde el silencio predomino hasta que el albino tomo la palabra.

Siendo el único en reconocer el cadáver, no se hicieron esperar las curiosas preguntas que opto por ignorar ya que no venían del cabecilla de la reunión, por lo que espero paciente a que South soltara algo al respecto. Su postura se enderezo cuando el líder se alejo de la silla, saliendo en completo silencio de la habitación con su mano derecha siguiendo sus pasos.
Le sorprendió recordar en ese instante quien mantenía el primer asiento de la pandilla.

Katsumata apoyo sus codos sobre la mesa, resoplando con frustración mientras se pasaba las manos por el rostro. Culpa era lo que sentía. Reproducía los sucesos en su mente y no encontraba un vacío que le dijera lo contrario, solo más y más motivos que lo señalaban como el culpable.
Probablemente nada de eso habría pasado si no se hubiese negado a ir con Shion.
Probablemente no se detendrían en un hotel, ni tampoco pasarían las horas hablando sobre el pasado.

— ¿Sientes culpa?, ¿Huh? —el ojimarron froto sus sienes, intentando ignorarlo— Oh, vaya que si

— Ahora no, Shion —se incorporo con las manos en la mesa, dirigiéndole una mirada cansada— Guarda cada uno de tus intentos por joderme para otra ocasión, este no es el momento ni el lugar

— ¿Que? —el rubio rio, tomando su muñeca para detener su paso, nadie en la habitación se veía con ánimos de interrumpir— Escucha, idiota, ¿Quieres que tengamos esa conversación aquí?

— ¿De que mierda estas hablando? —Mai tomo el puente de su nariz, sintiendo su cabeza a punto de estallar con cada grito que su acompañante soltaba— Por favor, solo... déjalo para otro momento, ¿Quieres?

— Oi-

— ¡Dije que ahora no! —de un rápido movimiento el cañón de su arma estaba pegado a la frente de Madarame, tomando por sorpresa a los presentes y a este mismo— Quítame las manos de encima o juro que voy a volarte la cabeza sin necesidad de moverme un centímetro

Shion apretó el agarre, desafiándolo con la mirada, conocía a la perfección al chico que tenia delante; Katsumata Mai era incapaz de asesinar a alguien perteneciente a su división. Prácticamente, era incapaz de asesinarlo y sonrió egocéntrico por ello.
Se acerco un paso, dos, tres, sus narices rozaban y la neutralidad en las facciones contrarias solo encendía cierta llama en su interior.

Tomo el arma con su mano libre, bajándola lentamente con sus orbes brillando de manera siniestra posados en los marrones que destilaban asco al tenerlo cerca.
Sonrió y se inclino, ocasionando que el albino diera cortos pasos hacia atrás.

— No te engañes a ti mismo, no puedes hacerlo —intento tomar su mejilla, el contrario viéndose reacio a ello, rio— Mai, Mai... creí haberte dicho que la próxima vez tendrías un castigo

— Vamos, deja de hacer un espectáculo —el nombrado desvió su mirada, poniendo una gran distancia entre ambos, susurrando solo audible para el perro loco— Ya no quiero nada contigo, es incluso demasiado obvio, pero no eres el tipo de persona que acepta cuando los demás quieren dejarte —el albino suspiro y paso una mano por su cuello, posando sus ojos nuevamente en su persona— Así que, acéptalo de una vez porque estoy cansado de ti y de tus mierdas

— No tienes poder de decisión, todos aquí lo saben —Shion carcajeo fuertemente, tomando sus mejillas con brusquedad, ensenándole a las pocas personas a su alrededor la expresión cargada de irritación del menor— Lo que tenemos aquí es un severo caso, Mai, pero lo arreglare

De un tirón, ambos dejaron la oficina con rapidez. Katsumata se resistía al caminar, queriendo librar su muñeca de la mano que se ceñía con fuerza a su piel, obligándolo a seguirlo.
Por inercia su cabeza se giro hacia atrás, cruzándose con dos pares de ojos completamente cargados de lastima y curiosidad, pero manteniendo un semblante serio. El menor odiaba que eso pasara, odiaba ser el centro de atención, odiaba que simplemente aquel ser cruel pusiera los focos de atención en ambos.
¿Porque no podía esperar hasta que se encontraran solos?.

¿Cual era el afán por humillarlo delante de personas con las que compartían peleas codo a codo?.

¿Porque no lo dejaba ir?.

Mai podría caer en la locura por su culpa, pero quería evitarlo a cualquier costo. El punto era que ningún método parecía funcionar, sus palabras y deseos eran pasados por alto como un insignificante detalle. No quería quedar atado a él de por vida.
Mai quería a alguien más, aunque solo estuviera repitiendo el ciclo, diferenciándolo como uno más suave.
Mai quería que fuera alguien más, aunque los recuerdos quedaran en su memoria.

Alzo su vista al cielo gris y tiro con fuerza una ultima vez, cayendo de trasero al suelo. Se incorporo y limpio sus ropas, escabulléndose con rapidez entre las tranquilas calles ante la mueca molesta que estaba a punto de detonar una bomba que no quería recibir. Mai quería un momento en soledad. Quería huir.
Huir de su patético y destructivo noviazgo.
Huir de su cruel y calculador novio.
Huir de su propia identidad.
Katsumata Mai quería dejar de ser quien era solo por un minuto.

Se suponía que su vida actual estaría repleta de adrenalina, descontrol, caos, y muchas peleas de las cuales participar, pero era un asco.
Los dramas adolescentes no eran lo suyo y era increíble como lo que tanto odiaba parecía rodearlo todo el tiempo. 

Palpo sus bolsillos, una cajetilla de cigarros le aclaro el nublado día, incluso si no fuera por completo, era suficiente para él.

Palpo sus bolsillos, una cajetilla de cigarros le aclaro el nublado día, incluso si no fuera por completo, era suficiente para él

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𝑩𝒐𝒚𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅 ʰᵃⁱᵗᵃⁿⁱ ʳᵃⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora