☠El clan☠

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Veo el rio, estoy cayendo, vamos a morir...

—Despierta, monja—escuchas en el fondo del sueño, y claro que despiertas, para caer en la pesadilla loquísima de los ojos rojos.

Lo primero que reconoces es que estás sentada en un sillón mullido, bajo una luz fuertemente fucsia que va cambiando a verde y azul, hay voces a tu alrededor, música a todo volumen un poco lejos, al igual que gente gritando y saltando.

—¿Estás bien?

Te giras desorientada a la voz a tu lado, así ves que estás en una habitación algo pequeña, una de esas secciones vip de los clubes, bajo el espectro fucsia, rodeada por siete personas, las mujeres con diminuta ropa, bellísimas, te miran divertidas, excepto por una que diagonal a tu derecha, parece preocupada. Los hombres con ellas también se ríen.

En el sillón entre ellos, en la pared del fondo, está el rubio que te secuestró.

Te sonríe con sensualidad, bebiendo de su cerveza.

—Nena, roncas como si tuvieras testículos—musita él, y los demás se ríen bastante exagerado, asintiendo. Tu cara se pone del color más rojo.

—¿Q-qué es esto?—miras detrás de ti, hay dos guardias custodiando la salida del pequeño cuartito. Tu sillón obstruye la salida también. Vuelves a mirar al rubio—¿Qué quieren?

—Esperar—responde—. Ven, monja, siéntate en mis piernas.

—No—apenas lo dices, tu cuerpo te traiciona sin tu permiso, se levanta, aterrada ves tu cuerpo, que camina por la habitación hasta el rubio, y te sientas en sus piernas con toda la vergüenza posible. Él pone su mano en tu cintura. La mira con horror y rabia.

¡Yo no fui! ¡Mi cuerpo no reacciona!

—Mientras mi hermano no se aparee contigo, me temo que cualquiera de nosotros puede controlarte si tú otorgas tu nombre—dice mirándote con sus ojos de prostituto cachondo—. De cerca, no eres fea, falta inversión.

—P-por favor—murmuras sin poder moverte, estar sobre él te causa repulsión, sientes su paquete bajo tu muslo—. No sé nada, por favor, déjenme ir.

Él va a decir algo, pero sonríe cerrando los ojos, para mirar al frente.

—Me honra poder llamar tu atención, Murdock.

Los amigos del rubio dejan de hablar y miran en la misma dirección de tu secuestrador.

Giras a la entrada; los dos guardias yacen en el suelo, ante los pies de...

La sangre se te baja de la cara. Es... el hombre que viste en la calle, con una larga gabardina negra, ya no lleva camisa, puedes ver unos músculos enormes, piel oliva y la actitud más sensual y mala de la vida. Pero sus ojos brillan de rojo sobrenatural. Él te mira, y las miradas se unen...

Todo se detiene.

Te absorbe, tú a él.

No puedes parpadear.


Se llama Murdock.

Tu cuerpo se estremece, las bragas se mojan, y entreabres la boca casi a punto de jadear.

¡¿Qué es esto?!

Pero la mirada del hombre, que aprieta los puños rudo y altanero, baja por tu cuerpo hasta llegar a la mano de su hermano en tu cadera, y entrecierra los parpados, con... ¿Ira?

—Ensuciaste su cuerpo con tu repugnante olor—te cubres la boca con ambas manos. Esa voz ¡Es él! No soñaste nada, no estás loca, la bestia del rouge sí existe. Lo miras de arriba abajo, sí sucedió, pero no esperabas que tu terror fuera un modelo de Calvin Klein—¿Qué crees que te haré por esto, Zergon?

PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora