—Desperté, y estaba en mi habitación, sin moretones en la cara, s-sin... nada raro, pero todo está en mi cabeza no como un sueño ¡sino como un recuerdo!—balbuceas rápidamente, moviendo las manos como loca—. Lo recuerdo, hasta su olor a hierbas aromáticas, y la sensación de sus brazos apretándome...
Tu trasero se quemará en el infierno o estás esquizofrénica nivel 32, no es momento de considerar su cuerpo, no, no, no... aunque la sensación que quedó de sus brazos sea como droga, la que conoces muy bien.
¡Ya basta!
—Hum—la respiración se te vuela de vergüenza por el cura que está del otro lado del confesionario. Ni desayunaste, solo corriste a confesarte porque te sentías fatal—. Hay un conflicto en tu corazón, esta escena de película con representación del monstruo atado... eres tú misma, negando algo que sucede en tu consciencia.
Tu mayor pecado te azota, ves el rio, a tu madre...
—P-pero, ¿Por qué es encarnado en un hombre tan...—recordar su voz te estremece hasta las bragas—raro?
—Tal vez esa es tu mayor debilidad.
Penes.
Otra vez.
Nooooo.
—Pero, padre—te acercas a la ventanilla—aquí entre nos, soy monja, ¡No puedo estar así!
—Dios mío—murmura largo y lamentado—. La tentación es normal al entregar nuestra sexualidad a cristo, tropezar es de humanos, eres joven, el camino siempre tendrá pruebas para los siervos del señor.
—¿Y qué hago?
—Sé fuerte, no sigas a ese demonio que tu imaginación parece necesitar—hace una pausa, tomando su voz severidad—. En nombre del Padre misericordioso y el espíritu santo, por el ministerio de la iglesia, yo te absuelvo.
Dejas caer tus hombros, desmoralizada.
—¡Dije que me secuestraron, golpearon y me llevaron donde un monstruo acosador! ¿Y si tengo esquizofrenia o... o...?
—¿Hay evidencias físicas?
—P-puees, hoy cuando desperté, no tenía mi pijama, seguía vestida con mi túnica y...
—No las hay; esto es una prueba. Las enfermedades mentales son solo la ausencia de dios... busca un profesional para ambos casos.
Te quedas callada, quieres... como llorar de desespero. Pasas un buen momento de silencio, hasta que el cura tose.
—Cierto—murmuras agria y casi de mala gana—Amén, así sea... gracias...
Por ayudarme en nada.
—Tu penitencia y remedio por este pecado de pensamiento, son cuarenta aves marías y sesenta padres nuestros.
Te aprietas las manos temblorosas.
—T-tengo miedo de que ellos vuelvan a secuestrarme—piensas en el sexe rouge, en que saben quién eres, y sus ojos rojos sobrenaturales.
—Tengo miedo de estar loca.
—Tú decides estarlo o no; busca una solución.
Arrugas el ceño.
Oh, sí. ¡Claro! De pequeña siempre fantaseaste con volverte una paciente mental, estúpido cavernico...
Cierras los ojos, cortando ese pensamiento al instante.
Las groserías son pecado, sí, sí, sí.
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PERVERSO
RomanceEres una monja y haces un trato con un perverso ente ancestral que se alimenta de la energía sexual de sus víctimas, y con engaños, te ha hecho recitar un juramento sagrado que acaba convirtiéndote en su novia. Murdock tiene que comer. La monja no v...