Los vellos de tu nuca se estremecen mientras vas por la calle, alejándote del convento, sientes que te miran entre la multitud. Te detienes con el corazón encogido como jamás. Observas a tu alrededor entre las personas que pasan.
En la distancia crees distinguir un hombre, más alto que los que pasan a su alrededor, lleva una gabardina negra hasta el suelo, enorme, de piel oliva, parece tener un aura aparte del resto.
Diosito lindo.
Corre-te dice tu instinto, sientes miedo, estás aturdida, sientes que lo conoces-corre.
-¿Hermana?-das un respingo mirando hacia la voz que te llama a un lado. Frente a ti está Chris; un indigente anciano-Parece que viste al diablo.
Vuelves a observar hacia el extraño de cara hermosamente aterradora; ya no está, y así también desaparece la sensación de persecución, de que estás en peligro.
-¡Magdalenita!-Chris te pasa la mano enfrente del rostro para que reacciones. Suspiras asintiendo-iba al convento. ¿Me prestas dinero?
-Sabes que no voy a consentir que compres drogas-Chris es un viejo adicto que se niega a tratamientos o ayuda real, él solo acude a la iglesia o al convento para pedir comida, a veces ropa o dinero, las otras monjas ni se le acercan, solo tú; huele muy mal.
-Quiero algo para almorzar. El hambre duele-susurra con vergüenza.
Las monjas habían cerrado los gabinetes de la cocina con llave porque algunas raciones desaparecían extrañamente, obvio, ignoraban que habías estado hurtando alguito del convento para alimentar a Chris, el pobre estaba solo en el mundo. Y por las monjas, hacía una semana no podías darle comida.
Muerdes tu labio y sacas los billetes que te ahorraste al comprar materiales artísticos. Era para el taxi de vuelta, luego del concurso.
-¿Pollo o hamburguesa?-dices sonriendo como si nada.
Comen en el parque porque él, con su aspecto sucio y andrajoso no era bien recibido en los locales ni aunque fuera contigo. Es tu amigo de años, al que conociste en el hueco, él, que no quiere ayuda, pero te aprecia.
De golpe, vuelve esa incertidumbre, como si te tragaran con la mirada, sientes miedo de repente, tus vellos se levantan.
-¿Chris?-susurras cabizbaja y tiesa.
-Dime, Lena.
-Te dije que es Magdalena, soy monja-suspiras-¿Ves a tu alrededor algo raro?
Él mira, masticando sus papas fritas.
-No-solo pasaban algunas personas y niños.
-¿Un hombre?
-Nou, ¿Por?
En un flash regresa lo que viviste en el sex rouge ayer, cada recuerdo. Se te llenan los ojos de lágrimas, estás en realidad confundida y mal, pero no sabes qué hacer.
Niegas, sacudiendo mis paranoias.
-V-voy a participar en un concurso de dibujo hoy. Si gano... ¿irías a rehabilitación con el dinero? Alcanzaría al menos para una semana-se miran. Chris tiene ojos azules hermosos. Él es el único con el que no te sientes mal, quieres que se recupere.
Sonríe.
-No, Lenita-pone la mano sobre los nudillos de la tuya, sus ojos son gentiles-. Pero, voy a rezar para que ganes.
-Gracias, gordi-bromeas con ese apodo con el que se tratan, para sacudir la tristeza.
-Gracias a ti, gordi-y brindamos con nuestras pepsi.
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PERVERSO
Roman d'amourEres una monja y haces un trato con un perverso ente ancestral que se alimenta de la energía sexual de sus víctimas, y con engaños, te ha hecho recitar un juramento sagrado que acaba convirtiéndote en su novia. Murdock tiene que comer. La monja no v...