El orgasmo te exprime cada gota que Murdock necesita para revitalizarse, y así, caes desmayada.
Cuando vuelves a la realidad, en la chocita de Murdock, las luces cálidas de la mañana se cuelan por la primitiva estructura. Estás cubierta por las ásperas mantas, desnuda, con la vulva palpitando de dolor y el cuerpo temblando débil, como si hubieses corrido kilómetros.
Te muerdes los labios al sentir otro cuerpo a tu lado. El doble del tu tamaño, pesado. Estás embriagada, borracha, no puedes diferenciar lo imaginario de lo real. Y lo entiendes, tu pequeña mente no puede con tanto, pero se siente, ese instante, tal cual debe ser el paraíso.
Así que sonriente y dichosa te sumerges en la locura.
Quieres al demonio Murdock haciendo su voluntad contigo.
-Ni monja, ni casta-musita contra tu oído, apoderándose de todos tus vellos, que se erizaron, estremeciéndote-¿Qué eres ahora, mujer hermosa? ¿Qué nombre uso contigo?
Te sientes diminuta, contrariada entre él "como tú quieras, mi amor" y el "esto no está bien".
Cierras los ojos, sintiéndote culpable.
-¿Q-qué...?-tragas saliva, buscando forma de darte valor de hablarle-¿Qué pasará ahora?
-No podemos volver a tu tiempo-musita seriamente-, me alimenté, por ello estoy a merced de Asur, apenas lo tenga cerca caeré como los otros, seré esclavo de su colmena, él dominará todo mi ser, mis pensamientos.
-P-pero... pero... mi vida...
La pasta dental, el shampooooo, la crema de pies. ¡El bendito inodoro!
-¿Cuál vida, Magdalena?-recrimina divertido-. No tienes nada, y yo tampoco. Esto es bueno, te llevaré a cualquier otro momento, solo debemos mantenernos lejos de Asur.
Abres tus ojos de par en par con el corazón desbocado.
¿Quiere estar conmigo? ¿a sus ojos valgo la pena como para que siga aquí? ¿Está ofreciéndome algo todavía más descomunal?
Piensas en cómo él chupó todo tu cuerpo y la vergüenza te abruma ¿Has sido suficiente para una momia que ha visto cosas que rompan el concepto humano de lo bello?
Tus ojos se llenan de un llanto nostálgico, excitado por las posibilidades, agradecido, a Dios pides perdón, por sentirte aliviada al alejarte de la iglesia.
Te duele eso.
No sabes cómo encuentras fuerzas y te giras hacia el hombre, no lo miras o te acobardarás, pero entrelazas tus piernas a las suyas. Con ojos cerrados deshaces la distancia y abrazas tu cuerpo desnudo al musculoso enorme de él, escondes tu cabeza en su cuello, le das un beso allí, y te quedas en esa posición, esperando que te aparte con asco.
En su lugar, murmura:
-Acepta, mujer hermosa, acepta, y me tendrás completamente-su voz profunda es demandante. Y tus ganas desesperadas por un hombre, tan patéticas, te estremecen.
Nunca tuviste amor de nadie. Para ti, que quiera seguir contigo luego de darle lo poco que tenías, que era todo, en realidad, es una bendición.
-Sí-susurras bajo, tensionada con el rostro agachado y mirando tus rodillas, esperando que se ría, y te diga que era broma y te encuentra horrenda-, sí quiero.
Él no te abraza, se queda inmóvil, su falta de emoción hacia ti no te la tomas personal. Para Murdock, con toda su experiencia, debes ser un insignificante pasabocas; él para ti es la única y mejor aventura que tendrás en tu corta existencia.
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PERVERSO
RomanceEres una monja y haces un trato con un perverso ente ancestral que se alimenta de la energía sexual de sus víctimas, y con engaños, te ha hecho recitar un juramento sagrado que acaba convirtiéndote en su novia. Murdock tiene que comer. La monja no v...