☠En el infierno☠

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La conmoción y el terror es tanta que bajas un kilo durante esa y la semana siguiente. Las ojeras te llegan a la mitad de la cara. Solo sueñas con él,  tu cuerpo no deja de llamarlo cada vez que te tocas al bañarte o apenas te metes a la cama, ya ni eres capaz de comer.

Te está matando...

Lo necesitas con todas las ganas.

—Lenita, ¡Lenita!—parpadeas rápidamente, Chris está moviendo la mano frente a tu rostro, para que reacciones. Está atardeciendo, y es Halloween, todo el mundo va de un lado a otro disfrazado, hasta Chris tiene puesta una diadema rosa con orejas de gato—¿por qué no vas al hospital? Estás azul y atontada.

—Tranqui—sacas de tu bolsito unos chocolates y un billete de cien que tomaste prestado del diezmo. Los pones dentro de la calabaza de plástico rota que sacó del basurero para pedir sus propios dulces, el maldito loco—. Feliz día de los niños.

—Es el día de las brujas—te corrige rascándose el cuello sucio.

—Tienes más cara de niño que de bruja—sonríes viéndolo con sus orejas de gatita rosa—. Ya es tarde, nos vemos mañana, Chris.

—Ve rápido y no hables con nadie, Lenita—se sonríen, y te marchas del parque entre la gente disfrazada.

Cuando te estás acercando a la entrada del convento, ves la silueta de un hombre parado allí, fumando un cigarrillo. Tu corazón salta, parece que es...

No.

El monstruo desaparece y reaparece justo frente a Ti.

—¡Zergon!—él te toma del cuello, apretándolo dolorosamente.

—¡Eres la peor mujer que pudo atarse a él!—su aliento golpea tu cara—. No lo alimentas, no lo honras, no lo cuidas, ¡Debería matarte!

Te suelta y caes sentada ante sus pies. La calle está vacía a esa hora.

—¡YO me casé con Dios!—le gritas y tu garganta arde—, no puedo servirle a tu hermano de ninguna forma.

—¡Murdock desapareció ayer! Su sangre y una daga estaban en sus aposentos, no sé quién lo atacó y secuestró...

—¿Cómo? Él es muy fuerte...

—Por ti, estúpida, y la falta de alimento, tiene la fuerza de un mortal, pasó siglos dormido sin comer, ¡Alguien lo raptó! —sus ojos se ponen rojos al gritarlo—¡Vas a solucionar esto!

La preocupación te inunda tanto que te mareas.

—Dios mío.

—¡Me vas a ayudar o... o quemo tu santa casa!—dice señalando el convento a tu lado.

—¿Cómo voy a hacer eso? Mira, quiero que Murdock esté bien, pero ¡No sirvo para nada!

—Mal—sonríe hastiado, tomándote de los hombros y haciéndote levantar—. Hay un pacto; él entraba en tu cabeza, tú también puedes entrar a la suya.

¿Murdock hacia qué?

—Imposible.

Zergon te mira malhumorado.

—Como no hubo coito, la sintonía es casi nula en ti—te muestra una daga con sangre casi seca—. Necesito que consumas su sangre, eso te permitirá verlo. Murdock te salvó, honra su entrega a ti.

Ayudarles implica ser parte del mal, en el orden de ideas de tu fe, pero, el miedo a que le sucediera algo gana, porque después de todo... él fue bueno contigo, pudo violarte, pero, a pesar de su violencia, fue comprensible.

Oras en voz baja primero, para pedir perdón y misericordia por lo que harás. Zergon te atemoriza y sabes que no juega. Tomas la daga y pasas la lengua por la sangre, te has metido peores cosas a la boca.

PERVERSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora