8.- Veneno rojo

105 10 5
                                    


La reina Clarissa entró en los restos de los que una vez fue la habitación de su hermana. Cuando atravesó la puerta, encontró a Dania en una esquina, con una botella de licor sobre lo que parecía la única butaca que había sobrevivido a la destrucción. Ni siquiera el enorme espejo de cuerpo completo que tenía a un lado, se había salvado, el cual, en partes, aún se mantenía en pie, pero resquebrajado.

-Dania... ¿Qué ha pasado? ¿Qué le has hecho a tu habitación?

-¿Qué más te da? Si has venido a joderme el día más de la cuenta, será mejor que te vayas y me dejes en paz.

Clarissa suspiró exasperada. No sabía si conseguiría su propósito con su hermana en ese estado, pero necesita intentarlo. Necesitaba de alguien.

-Necesito hablar contigo.

-Y yo necesito más licor y una nueva habitación... ¿Me dejas tu cuarto? No, mejor el de Eris, ya que ahora no lo está usando, bueno... -La sonrisa burlona que apareció en su rostro parecía hasta diabólica -al parecer ahora, ni hace un tiempo... era más de usar la de tu hija ¿no?

En otras circunstancias, ese comentario no lo hubiera tolerado, pero prefirió morderse la lengua e ignorar el deseo de abofetearla. A esas alturas y con todo lo que estaba pasando, no tenía a quién más recurrir. Solo le quedaba su hermana mayor. La única persona que a pesar del estado mediocre y denigrante en el que se encontraba, podía ayudarla. Solo debía respirar, hablar y rogar por tener una paciencia que, sin duda, necesitaría.

-Justo de eso quería hablarte. Lía ha despertado por fin, pero hemos llegado tarde, no sólo físicamente, también de forma mental. Esa zorra manipuladora la ha corrompido tanto que mi pequeña insiste en fue ella quien la provocó para estar juntas. Que estamos cometiendo una injusticia y que debemos soltarla... Incluso que... la ama.

Dania dejó escapar una risa floja llena de tristeza -Es su estrategia, se mete en tu cabeza, luego en tus bragas y cuando se cansa: si te he visto, no me acuerdo -dijo con molestia mientras tomaba la botella de licor, y la llevaba a sus carnosos labios. Bebió hasta sentir el amargo líquido quemándole la garganta antes de volver a hablar. -Erisbel no ama a nadie. Solo somos un número en su larga lista de víctimas perdidamente encandiladas de ella. Otra victoria más de la heroína de Findea.

-Es por eso que necesito que hables con ella. Tú sabes mejor que nadie como se mete esa mujer en tu cabeza y juega con tus emociones. Si al menos pudieras abrirle los ojos, tal cual lo has hecho tú.

-¡Porque no haberlo dicho antes!, Si eso es lo que buscas, entonces, porque no simplemente le dices lo mismo que me dijiste en su momento a mí: "¿Cómo pudiste acostarte con esa desviada y dejar que te utilice de esa manera?", "¡No eres más que una vergüenza para la familia Crass!" y, mi preferida, "cierra la boca ante el pueblo y las piernas ante ella"... Ve, y grítale todo eso en lugar de consolarla. Seguro que eso funciona muy bien.

-¡Mi hija fue violada! ¿Y te importa un carajo?

-¡Yo también!

-¿De verdad? -sonrió la reina con sorna. Su paciencia estaba empezando a desaparecer-Ese cuento tuyo de acoso, ¿Pensaste que me lo iba a tragar? ¡Por todos los cielos!... Tú eras una mujer hecha y derecha que tomó sus decisiones contra el buen juicio, pero ella es una niña indefensa de la que han abusado. ¡Tú simplemente querías que te follaran! -arremetió asqueada la reina.

Las carcajadas de Dania resonaron por toda la habitación, desconcertado a la reina. -Irónico, ¿No lo crees? Eso es exactamente lo que la gente dice de ti, de la perfecta reina virtuosa... El secretismo hace que la imaginación de la gente se dispare, pero que sea a ti de quién hablen es tan hilarante que tus acusaciones me parecen una comedia...

¡En su nombre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora