III

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El frío en las celdas y el aroma a sangre reinaba en aquel lugar, pero para los alfas que pasaban cada día encerrados ahí ya era habitual por lo que ni siquiera se molestaban en abrigarse demasiado o colocar algo que mejore el olor alrededor.

Sin embargo, algo peor que las celdas, era la arena de los anfiteatros dónde se derramaba sangre, pedazos de carne y el alma se apagaba. Nada podría dibujar una sonrisa en los rostros de los gladiadores que podían perder sus vidas en cada combate.

El corazón de Chanyeol fue cayéndose pedazo a pedazo en esas arenas, no recuerda cuando perdió sus sentimientos o miedo; solo sabe que todo le daba igual y si arrancar el cuello de alguien le daba buena comida entonces lo seguiría haciendo.

Mientras está sentado en el filo de su cama vieja, puede ver al pequeño omega acostado en la esquina de su habitación y solo puede pensar en que realmente se encontraba cansado de tener que lidiar con ellos. Ya le había dicho al dueño de la casa que dejara de enviarlos, pero era en vano... Un día destrozaría su cara.

Pestañea lentamente cuando ve como tiembla así que decidió tirarle otra manta, por un momento vio a su pequeño hermano en él. Sacude su cabeza ya que no necesitaba pensar en cosas innecesarias, solo quería dormir por lo que se acostó en la cama.

Soñó y como siempre eran simplemente recuerdos vagos de un pasado olvidado y rostros difusos de los que alguna vez llamo familia. Poco a poco sus aromas se perdían en su memoria y los nombres volaban dispersándose.

Cada día dormía entre pesadillas de gritos rogando clemencia y rostros ensangrentados, pero... pero desde que aquel omega llegó, su aroma lo relajo tanto que apenas tocaba la cama se quedaba inconsciente entre sueños normales, sueños sin lágrimas ni cadenas.

No lo entendía.

.

Sus ojos se abrieron cuando escuchó el sonido de madera siendo golpeada, aunque el sonido era débil, igualmente le causaba molestia por lo que fijó su mirada en el origen y simplemente se encontró con el mismo omega de cada día jugando con un pedazo de madera.

—L-Lo siento, —escucha el susurro del pequeño chico quien parecía querer hacerse más pequeño en su esquina.

No entendía porque los sonidos le causaban tanto malestar, pero así era, incluso su propia voz llegaba a agobiarlo en algunas ocasiones así que trataba de hablar lo menos que podía, además tampoco le gustaba compartir palabras con otros. No tenía nada para decir y tampoco le interesaba escuchar lo que alguien tendría que compartir.

Ve en la oscuridad que un omega venía con una bandeja en la mano y como siempre, había un guardia detrás de él. Aún soñaba con quitarles la vida para poder salir de ahí, pero sabía que ellos no eran el único obstáculo y realmente quería seguir vivo... Aún tenía esperanza de que alguien de su familia siga con vida.

En el momento en que se fueron, el omega lo mira con sus usuales ojos temerosos y señaló la comida, Chanyeol no entendió bien lo que el omega quería, pero simplemente se encogió de hombros luego de coger su propio plato.

Aquel omega era muy diferente y era por eso que seguía respirando, sabía obedecer sin chillar así que no lo molestaba y él no lo mataba. Un acuerdo silencioso que esperaba que se siguiera manteniendo.

.

Baekhyun había encontrado un pequeño trozo de madera en el suelo y convirtió una de sus uñas en una garra afilada para empezar a moldear el trozo en sus manos, terminó diseñando un lobo y aunque no estaba bien hecho; sonrío porque le recordó al bosque, a su tierra.

Comenzó a mover al pequeño lobo por el aire simulando que era él, que ya era libre de pasear y correr por dónde quisiera, pero cuando su mirada choca contra la dura del alfa, su sonrisa se apaga y el miedo lo llena.

Cicatrices de libertad || ChanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora