Se podía escuchar el sonido de la gente caminando y los bebés llorando, también de la gente conversando; era diferente al pabellón donde había estado antes, el cual siempre era silencioso.
Baekhyun estaba sentado sobre un montón de sábanas en el suelo, era un intento mal hecho de nido; Baekhyun necesitaba la ropa de su alfa y mantas suaves para acurrucarse. Lo único bueno de aquella celda era que había un retrete escondido entre un pequeño cuarto, así que nadie lo vería mientras hacia sus necesidades.
Pasaron dos días desde que había llegado a aquel lugar y simplemente se sentía fatal; no quería comer nada, solo había ingerido un poco de agua cuando se empezó a sentir mal. Se dedicaba a llorar mientras veía los barrotes y cuando el sueño era demasiado pesado lo hacía caer sobre las mantas hasta el día siguiente.
—Baekkie, tienes que comer —le dijo por milésima vez Luhan—, le hará daño a tu cachorro —susurró con pesar mientras miraba a su amigo, quien lucía como un cadáver, sentado en aquellas mantas.
Sehun suspiró al ver cómo su omega seguía intentando cuidar del otro, es decir, le daba pena aquel chico, pero no quería que Luhan comenzará a enfermar por preocuparse demasiado por alguien que no se estaba preocupando por sí mismo, por otro lado tampoco quería terminar discutiendo con su pareja.
Por su parte, Baekhyun hacía oídos sordos y su mirada llorosa con ojeras pronunciadas, se hallaba pegada al pasillo afuera de las celdas. No sabía que esperar, no sabía que ver o buscar; simplemente se sentía cómodo de esa manera. Se sentía demasiado mal como para probar bocado y últimamente solo vomitaba saliva, ya que su estómago estaba vacío.
Sus dedos delgados fueron hacia su cuello y tomo el dije con la inicial de Chanyeol en sus manos. Una bella C de oro, colgaba en su cuello y finalmente una sonrisa se dibujo en su cara, pero a esta se acompaño un par de lágrimas llenas de angustia.
—Channie —susurró y apretó sus ojos sin dejar de sollozar.
Sus sueños lo llevaban de aquel infierno al cielo, mínimamente tenía algo de felicidad cuando sus ojos se cerraban, ya que ahí era dichoso con el alfa y su cachorro. Ellos corrían por los mantos verdes del bosque mientras aullaban al cielo y se frotaban entre sí, no había cadenas, no había lágrimas ni restricciones para su felicidad. Eran libres.
Los días pasaban sin que Baekhyun se diera cuenta y Luhan había dejado de insistir, porque Sehun le había gritado en una de esas ocasiones, que tenía que preocuparse más por él que por alguien más.
Fue en una mañana normal que un alboroto llamó la atención de todos, pero Baekhyun no le dio importancia, sin embargo, un aroma conocido golpeó su nariz, así que levantó su mirada ida y pudo verlo. Sus ojos se agrandaron al observar al gigante que cada día lo amaba en sus sueños.
—Baekkie —estiró la mano hacia el omega.
Baekhyun quiso levantarse, pero debido a que pasaba sentado por muchas horas, sus extremidades se encontraban dormidas y cayó al suelo. Sin embargo, gateando se acercó hasta los barrotes para sujetar los tubos de metal.
—Eres tú, mi alfa —susurró y tosió por usar su voz después de tantos días.
—No tengo tiempo antes de que vengan más guardias —tomó la mano de Baekhyun y su corazón se hizo trizas al ver lo pálido y delgado que estaba su omega—, prometo que te sacaré de este lugar, pero hasta eso —cerró sus ojos por un segundo y cogió aire, ya que matar a los guardias junto a él le había cansado—, por favor cuida de nuestro cachorro, te lo pido.
—Channie, te extraño mucho —susurró con las lágrimas en sus labios—, siento que moriré sin ti a mi lado.
—No, no —miró hacia un lado, dándose cuenta que todavía no venían más guardias—, tú tienes a lo más preciado para ambos, te lo encargo, come, duerme y asegúrate de estar fuerte para cuando salgamos de aquí ¿Sí? —sonrió un poco para luego limpiar las lágrimas de las mejillas pálidas.
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Cicatrices de libertad || Chanbaek
FantasyEn una tarde de verano, el hijo menor del alfa Byun fue secuestrado por humanos y llevado a ser el desfogue sexual de alfas grandes y temibles en las arenas de un coliseo de Roma. Todos podrían haber pensado que aquel cuerpo pequeño, pálido y tan fr...