Estaba en silencio tratando de asimilar su suerte y de buscar otra solución a sus problemas, cuando ya el sonido de su celular era insoportable. Sabía que su madre no iba a dejarlo en paz hasta que no hablase con él; y si en las próximas horas no la atendía, tomaría el primer vuelo a Milano que hubiese disponible. Respiró profundo y tocó el botón de responder. La voz indignada de Grazia Barone inundó de repente toda la sala.
-¡Al fin me atiendes jovencito! Ya estaba frente a la computadora para reservar el primer vuelo a Milano. Y quiero decirte que hay uno en dos horas que sale desde Catania. -La familia Barone era del sur de Italia. Más precisamente de Taormina; por lo que a su madre no le costaría en lo absoluto tomar ese aéreo para venir a atormentarlo aún más.
-¡Madre! – Dijo Alessandro tratando de no parecer sobresaltado.
-Te conozco Alessandro Barone y cuando no le atiendes el teléfono a tu madre es porque me ocultas algo; algo muy importante. -La matriarca de la familia conocía perfectamente al menor de sus hijos. Sabía que le ocultaba algo que ella no querría escuchar. Por eso fue directo al hueso y le preguntó seria. -Cariño, no me gustan las mentiras así que te lo preguntaré por única vez y creeré lo que me digas ¿Eres el amante de Gabriella Clerici?
Su familia era una familia católica apostólica romana. Tanto, que sus abuelos todavía estaban disgustados con su hermano mayor, Ignazio, que se había divorciado de Chiara tan solo 6 meses atrás. Ni quería imaginarse el horror que sería para ellos, saber que estaba enamorado y que era el amante de una mujer comprometida. Alessandro que de repente necesitaba un café para tomar valor para contarle a su madre la verdad, estaba camino a la cocina cuando Grazia le tiró la pregunta bomba. Mierda. Su madre lo había golpeado duro dónde más le dolía y no sabía que responder.
-Madre, ¿Has estado leyendo los periódicos esta mañana? -Preguntó tratando de arrebatarle el dominio de la situación. -Esa sería la única manera de que me hicieses semejante pregunta. -Le agregó un toque de indignación al final de la frase.
-Alessandro... -Comenzó a decir su madre bajando la guardia. -Cariño, siempre supe que estabas obnubilado por esa jovencita; pero siempre creí tu palabra que me dejaba claro que eran solo amigos. Voy a seguir creyendo en ti si me dices que no hay nada de qué preocuparme.
Él no supo si su madre había decidido creerle para no angustiarse o si realmente le creería porque siempre lo hacía. De repente lo angustiaba más el mentirle a su madre que el haber perdido a Gabriella. -Te juro que entre Gabi y yo no hay nada mamma. No hay nada de qué preocuparse. -Y no mentía. Ahora entre él y Gabriella no había más que una amistad y buenos recuerdos. Su madre hablaba en presente y él también. Nunca le había preguntado sobre el pasado y él tampoco había asegurado nada sobre lo que había sucedido.
-Si tú lo dices cariño, así será. -Terció la matriarca cerrando el tema, aunque no muy convencida.
Giovanni notó que Grazia Barone no le creía del todo a su hijo y decidió intervenir para que se zanjara el tema. -Grazia querida, quédate tranquila que Alessandro solo está cansado por la velada de anoche. Y yo estoy aquí para decidir qué hacer con esa falacia publicada.
Alessandro lo miró con odio y Giovanni sonrió cuando la señora Barone cambió su tema de interés.
-Hablando de eso ¿Cómo estuvo la ópera anoche? -Dijo bordeando el tema al que realmente quería llegar.
-Maravillosa, madre. Maravillosa como siempre. Me lo he pasado en grande. Después he ido a cenar de Giaccomo y le ha puesto el broche dorado a mi noche. -Resumió su velada sin nombrar a Paola ni una sola vez, aunque sabía que era a eso a lo que su madre quería llegar.
Grazia Barone rió fuertemente. -Está bien Alessandro, ya me contarás. Espero no tener que conocerla por una foto del periódico, como a todas las chicas. Y no me digas que me las vas a presentar cuando realmente estés enamorado, porque ese verso lo sé de memoria.
-Es que no quiero que pase lo de la tía Minuccia que tuvo que cortar todas las fotos cuando se separó de Ciccio. -Su comentario provocó nuevamente la risa de su madre.
-¡Ay hijo mío! Siempre tan ocurrente tú. Es un buen punto el tuyo. Pero bueno, basta de chacharas que debo ir a ver a tu padre que está con Igna intentando aprender a jugar a esos juegos electrónicos que tanto le gustan a tus sobrinos.
-No seas mala y no te le rías. Ya va a aprender. -Le dijo él sonriendo. Su papá ya había roto dos consolas por usar los controles con cable y tirarlas al piso por estar posesionado jugando a algún que otro juego de guerra.
-Lo intentaré cariño. Bacci a te, beddú!
Cuando su madre cortó la conversación, sintió que los músculos se le aflojaban. Esto se estaba complicando mucho más aún. No solo tenía un problema con la prensa, un problema con Gabriella, sinó que lo tendría con su madre cuando se enterase la verdad. Porque ella siempre decía que ocultar, también era mentir. Fue en ese momento en que entendió el punto de Giovanni y comenzó a pensar que tal vez si fuese Paola Rossi la solución a todo.
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Todo se había complicado aún más en la vida de Alessandro cuando ella bajó del auto de Stefano con un par de cannoli siciliani y diferentes bollos de pastelería. Durante el viaje, su jefe le había adelantado de que iba el asunto. Le había ampliado la "historia" con Gabriella de la que hablaba la prensa y le había dicho que sería ella que quien podía salvar a su ídolo del escarnio público. Estaba tan sorprendida con toda la situación, que ni siquiera sabía que pensar, ni tampoco se imaginó lo que le propondrían; ni mucho menos que Alessandro Barone la estaría besando con desesperación, menos de una hora después.
Holis, holissssss...
Aquí yo en el miércoles de Ale y Pao... En el miércoles de segundas oportunidades.
Epa... ¿Ya beso? Parece que esto va rápido...
Besos grandes a todos.
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SEGUNDA OPORTUNIDAD
RomanceCuando todo lo que te puede salir mal sale de maravilla, pero la vida te enseña que la perfección no existe y en un minuto te das cuenta que lo que creíste solido en realidad estaba construido de arena. Cuando a pesar de tener el mundo a tus pies...