Capítulo tres

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Miró el reloj y notó que tenía tiempo de llegar a la oficina andando

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Miró el reloj y notó que tenía tiempo de llegar a la oficina andando. Solo tenía que caminar unas pocas cuadras y el día estaba precioso como para no disfrutarlo. Las nubes grises que encapotaban a la maravillosa Milano, habían desaparecido tan rápidamente que no quedaban vestigios de la lluvia matutina. Volvió a fijar la vista en el reloj y notó que mañana era el gran día. El día que llevaba esperando desde hace más de una semana cuando su jefe la hubiese sorprendido el día de su cumpleaños.

-¡Dios! Pero si escucho esa horrible voz hasta en mis sueños. -Vociferaba el doctor Stefano Di Vittorio mientras entraba sonriente a su despacho. -¡Buenos días Paola! No sabía que eras una de las Baronesas.

-¡Buen día licenciado Di Vittorio! No, no soy una Baronesa... Sólo disfruto de la maravillosa voz de su mejor amigo. Aunque quizá no me negaría a sacarme una foto y a obtener un lindo autógrafo en su último álbum. -Dijo dándole la espalda mientras terminaba de archivar algunos legajos.

-¿Y qué te lo impide? Digo, podrías habérselo pedido una de las tantas veces que Alessandro ha desfilado por estas oficinas. -Reflexionó Stefano mientras acomodaba su saco en el perchero. -Y mira que tan sólo esta semana, ha venido tres veces. Oportunidades no te faltan.

-Aunque no lo parezca soy una señora grande y no tengo las hormonas revolucionadas como las Baronesas. -Sabía que mentía, pero su jefe no podía enterarse que estaba obnubilada por Alessandro Barone. Su música la acompañaba desde hacía dos años y la estaba ayudando a sobrepasar el divorcio con Tomás. -Además soy toda una profesional, licenciado. No puedo andar acosando a sus clientes o amistades. -Bien que más de una vez se había quedado sintiendo su perfume porque su presencia la transformaba automáticamente en una quinceañera otra vez.

-¿Importunar a Alessandro con una foto? Pero si es lo que más le gusta en el mundo. -Dijo el licenciado Di Vittorio riendo. -Ama ser el centro del mundo, así que espero que te animes la próxima vez. Sino me encargo yo.

Luego de esa conversación no debió haberla sorprendido el regalo que su jefe le dio en el almuerzo mientras soplaba la vela de un pequeño pastel de cumpleaños que le había preparado María, la cocinera. Pero cuando abrió el presente que le entregó sonriente, y la nota que acompañaba las entradas que cayeron a sus pies, tuvo miedo de no poder mantenerse parada sin agarrarse de la mesa.

-Bueno señoritas, es el momento de mi regalo. Y quiero anunciarles que el mío va a ser el vencedor este día. -Cada vez que había un cumpleaños, competían para ver quien conocía más al agasajado haciéndole el presente que más le gustase. Incluso, los jefes competían entre ellos para ver que secretaria era la que más contenta estaba, y a Stefano Di Vittorio no le gustaba perder. Por eso había decidido gastar su bala de plata para hacer feliz a Paola que venía de tiempos complicados, pero que así y todo se había encargado de hacer su vida mucho más simple y ordenada.

-A ver... -reía mientras tomaba el pequeño paquete en su mano. -Eso lo voy a decidir yo licenciado. La pulsera de gatito que me regaló Stella es maravillosa así que lo tiene difícil. -Terció pensando en que una caja de Bacci sería una gran compañera en las noches que Nina se fuese a esquiar con su papá.

-Ábrelo y hablamos... -Manifestó su jefe con la confianza de quien se sabe ganador.

Paola quitó el envoltorio y enseguida comenzó a reír. -¿Cómo consiguió esto tan rápido? -Dijo mirando fijamente a Stefano. -¡Si esta mañana ni sabía que era su admiradora!

-Contactos son contactos mi querida Paola. ¿Ahora ya puedo retirarme ganador o vas a abrir el pequeño sobre que se te acaba de caer?

Despegó la vista del último álbum de Alessandro Barone dedicado solo para ella y vio de repente un sobre blanco en la punta de su stlieto. Lo tomó cuidadosamente en sus manos y en los segundos que tardó en ver que contenía, imaginó muchísimas cosas, pero nunca pensó en lo que sus manos temblorosas sacaron lentamente. Había dos entradas de palco para "La Traviata", la última ópera de la temporada en la Scala de Milan; acompañadas de una nota que escrita con una pulcra caligrafía, decía "Querida Paola, Stefano me dijo que disfrutas de la ópera como yo, ¿Gustarías acompañarme? Para mí sería un placer ir acompañado de alguien que disfrutase de semejante belleza. A.B.". Esas iniciales hicieron que le bajase la presión de golpe y tuvo que sostenerse de la mesa.

-Jaque mate, damas. -Se jactó Stefano mientras hacía una reverencia. -Pao, cuando te recuperes vente a mi oficina que te cuento el dress code para esa función de gala.

Volvió a repasar la nota y tocó la tinta que acariciaba esa hoja aterciopelada. Todo en Alessandro Barone era hermoso. Desde su voz hasta su caligrafía perfecta. No podía creer el regalo que le había hecho su jefe... Una velada con el mismísimo hombre que la hacía suspirar con solo oír su voz. Allí es que cayó en la cuenta que no podía aceptar. Prefería seguir adorándolo como artista y no conocer al hombre; porque si era gruñon y desconsiderado, ya no podría volver a sentir igual sus canciones, pero si era un hombre maravilloso no podría sacarse de la cabeza al príncipe que nunca podría tener.

Cuando hubo terminado de recoger los restos del almuerzo de cumpleaños, se dirigió a la oficina del licenciado Di Vittorio decidida a devolver los tickets, mas no la nota de Alessandro.

-No. Es tu regalo de cumpleaños. ¿Nunca te han dicho que los regalos no se devuelven?

-Pero licenciado... -Comenzó a decirle, intentando explicarle lo que no quería decir. -No puedo aceptarlo. En principio, no puedo ir con el señor Barone a la ópera sin siquiera conocerlo; y además no tengo un atuendo de gala para ir.

-El vestido se soluciona. Mi hermana es dueña de una boutique y ya le estoy mandando un mensaje para pedirle que te prepare varios modelos. Respecto a Alessandro, lo has visto muchas veces así que no es excusa.

-Pero...

-Pero nada. Ni bien salgas, Fiorella te espera en ésta dirección. No te preocupes por el precio porque el vestido corre por mi cuenta. -Le dijo su jefe sin dejarla seguir hablando.

Así es como hacía desde poco más de una semana, tenía colgado en su armario un Valentino color rojo que valía más que varios de sus salarios.


¡Buenas noches chicas!

Miércoles de Alessandro y Pao... Miércoles de segundas oportunidades.

¿Cómo será el verdadero Alessandro Barone? ¿Les dije que yo lo amo? Soy sin duda una de las Baronesas. ¡Yeah!

¡Buena semana!

Cariños.


SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora