Capítulo diecisiete

4 1 0
                                    

Una vez estuvieron los dos en su BMW, el silencio era ensordecedor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una vez estuvieron los dos en su BMW, el silencio era ensordecedor. Él iba concentrado en el tránsito y ella en sus pensamientos. El suave sonido de su teléfono inundó una vez más el habitáculo incomodándolo, cuando vio quien lo llamaba. Sabía que no podía postergar más esa llamada, pero estaba seguro que debía hablar con Paola antes que con su madre, que seguía insistiendo una y otra vez.

-¡Por Dios santo Alessandro! ¿Podrías coger el bendito teléfono? -Dijo ella molesta porque el teléfono no paraba de sonar. Estaba nerviosa, muy nerviosa y ese ruido no ayudaba para nada.

-No. No estoy listo para hablar con mi madre.

-¡Es tu madre! Seguro sólo quiere oírte...

-No. No conoces a Grazia Barone. La llamamos la santa inquisidora. Puede hacerte mil preguntas en un solo minuto. -La interrumpió Alessandro. -Y claramente yo todavía no tengo respuestas.

-Basta. -Dijo Paola, atendiendo la llamada. -Pronto Grazia, buon giorno! -Su voz sonaba segura y relajada, aunque él supiese que no era así.

-Ciao. Chi parla? -Preguntó su madre realmente sorprendida.

-Sono spiacente, Signora Barone. Sono Paola. Alessandro está conduciendo, por eso no cogía la llamada y me pidió que lo hiciese yo.

-Piacere Paola! ¡Al fín puedo hablar con una de las novias de mi hijo! -Sentenció su madre mientras Alessandro se quedaba sin respirar y la rubia comenzaba a reír por la ocurrencia. -Cara Paola, ¿Podrías pedirle al ingrato de tu novio que me llame cuando tenga un momento? Se que, si fuese por él, no hubieses atendido. Gracias por no hacerle caso.

-Te lo prometo. Ni bien lleguemos a su apartamento, lo obligo a llamarte. -Paola le prometió a su madre una llamada sin consultarlo y eso, llamativamente, no le molestó.

-Gracias querida. Pero no hay apuro, ahora que sé que está contigo puedo esperar un poco más para que conversemos. Bacci a te!

-No hay de que. Baccione! -Dijo Paola cerrando la conversación con su madre. -¡Te lo dije! Sólo quería saber cómo estabas. Si querías ganar tiempo sólo tenías que atenderla y prometerle llamarla. Pensemos que vas a decirle así la llamas y luego podremos concentrarnos al cien por ciento en éste desastre.

Alessandro la miró serio. -No quería saber cómo estaba. Quería hablar sobre lo que salió publicado en toda la prensa y seguramente recriminarme que otra vez había tenido que conocer a mi novia a través de los periodistas. Mi madre es una mujer maravillosa y la mejor madre del mundo, pero puede ser una verdadera piedra en los zapatos cuando se lo propone. Y estoy seguro que se ha propuesto averiguar todo sobre nosotros, absolutamente todo sobre ti. Se quedó en calma, milagrosamente, sólo porque habló contigo.

-Entonces armemos una bonita historia que le guste y que no tenga fallas. Una historia que la convenza a ella y a todos los demás.

-Va a ser difícil Pao. Cualquier cosa que le diga, no va a evitar que se enoje y me tenga zumbando por unas semanas. Te oculté de sus ojos y la duración de su enojo va a ser proporcional al tiempo que haga que estamos juntos. -Alessandro dudó si era el momento de preguntar, pero no quiso seguir quedándose con la duda. -¿Has sabido algo de Nina o de tu familia? -Lo preguntó con la esperanza que la familia Rossi fuese más fácil que la suya.

-No. -Respondió seca y cortante. -Y no voy a hablar con ellos hasta que no haya hablado con Tomás y Nina. Sinceramente me importa poco lo que piensen. -Paola estaba decepcionada de su propia familia. No habían apoyado su decisión de emigrar y cuando les contó sobre la separación con Tomás, le respondieron que seguramente él se había ido de casa porque ella lo había maltratado, lo había desatendido. Así que estaba segura que cuando se enterasen que salía con Barone, tendrían otro motivo para indignarse y decir que ella era un auténtico desastre; o peor aún, una interesada.

-Pao...

-No Alessandro. -Ahora fue su turno de cortarlo rápidamente. -No los conoces. Mi madre es la única que puede apoyarme, si es que está de acuerdo con mi decisión; sinó va a ser tan hiriente como el resto. Son amorosos e incondicionales mientras estes alineados con sus pensamientos, sinó se enojan y te hacen sentir que eres el equivocado soltándote la mano. Ahhhh, pero para criticarte y regocijarse en tus traspiés, ahí están. Te brindan la mano, pero debes padecerlos. -Se quedó pensando un minuto mientras miraba Milano pasar a través de la ventanilla, para girarse a mirarlo. -Pero, ¡Basta! Cuando nos vinimos a Italia, corté con esa relación tan toxica y entendí que en realidad estaba sola. Recién cuando solicité el divorcio de Tomás, mandándolos a todos con sus opiniones, al mismísimo demonio; entendieron que no me iba a dejar atormentar más.

-Pensé que tu familia era menos difícil que la mía. -Dijo tratando de alivianar el ambiente. Al oírla hablar así quiso abrazarla. En poco tiempo había atravesado muchos cambios y su irrupción en la vida de Paola Rossi, solo iba a complicar más las cosas.

-No te preocupes. Será fácil. No les diré nada hasta que me llamen y cuando lo hagan sólo les confirmaré la noticia sin decir ni una palabra más. -Una sonrisa tranquilizadora se escapó de sus labios. -Bueno, quizá solo advertiré a mi madre... Aunque si se pone en contra, solo le cortaré el teléfono. Voy a ser fuerte y no me haré más problema por cosas que no puedo cambiar.

Las últimas palabras de Paola, lo habían dejado pensando. Él siempre era quien se preocupaba por cuidar a los demás, por evitar que sufrieran. Quien asumía las consecuencias, quien se sacrificaba. Por eso estaba metido en este brete y estaba arrastrando a ésta mujer en una aventura peligrosa. En ese instante se quedó pensando si quería seguir jugando el papel de protector, de mártir; o si quizá fuese mejor empezar a pensar solo para si mismo cómo todos creían que hacía. Solo quienes más lo conocían sabían cómo era en realidad y justo cuando se oyó a si mismo diciendo "como era en realidad", pensó en que quizá ya era hora de cambiar y ser tan valiente como Paola que a pesar de todos sus miedos, le estaba dando batalla a la vida que la arrastraba en un huracán de grandes cambios que no paraba de crecer.


SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora