El día de ayer había trabajado hasta tarde y hoy estaba en la oficina desde muy temprano. Aprovechando que Nina estaba con Tomás en Los Alpes esquiando, había decidido adelantar trabajo y dejar todo listo para ésta tarde. El licenciado Di Vittorio le había dado la tarde del viernes libre para que pudiese prepararse tranquila para la función de la noche. Estaba tan concentrada con uno de los contratos de la multinacional que representaba su jefe, que tardó más de una hora en ver el mensaje de un número desconocido que le había llegado. Cuando lo abrió, la ansiedad se apoderó de ella. "Paola, ¡Buenos días! Soy Alessandro y quería confirmar contigo la hora en la que paso a recogerte. La función comienza a las 19.30 Hs., por lo que deberíamos llegar a las 19Hs. A la Scala. ¿Te parece que pase por ti a las 18.30Hs.?". Ni bien leyó el corto mensaje, soltó el celular como si le quemase. Enseguida notó que no era raro que tuviese su número ya que Stefano se lo debía haber pasado. Respiró profundamente un par de veces y secándose el sudor de las manos, tomó nuevamente el aparato en sus manos, y le contestó "Buenos días señor Barone. Si lo prefiere, podemos encontrarnos directamente allí. No quiero causarle más molestias que las que ya le ocasionaré." Antes de enviarlo lo revisó una y mil veces. Borró y reescribió pero finalmente el mensaje salió a su destinatario. Antes de sumergirse nuevamente en sus tareas, agendó a Alessandro con el mote de "Beddu". Así solía llamarlo su jefe y ella creía que mejor apodo no había porque todo en él era definitivamente precioso; además si alguien tomaba su celular no relacionarían su número con él y eso le daba tranquilidad.
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Le había escrito hacía más de una hora y que ella no le hubiese respondido lo ponía de mal humor. Se había mal acostumbrado a que nadie lo hacía esperar. Cuando oyó el sonido de la nueva notificación tomó su teléfono algo aliviado. Leyó la respuesta de Paola y se tensó. Tenían que verse naturales en el trato y ella ni le daba del tu. Por colmo ni siquiera quería que pasase a recogerla por su casa. Esto no estaba andando bien así que tenía que poner más de su encanto para hacer que todo fluya. Se sentó en su sillón favorito y suspiró. Buscó entre los mensajes que había intercambiado con Stefano, el teléfono que le había pasado. Estaba tan incómodo con esta locura que ni la había agendado. ¿Para que registrar su número? Si total la vería en la noche y nunca más. Creyó que no valía la pena. Presionó la tecla llamar y nadie respondió. Lo intentó varias veces más hasta que, frustrado, revoleó su Iphone lo más lejos que pudo.
-¡Minchia! Pero si ésta mujer ya es un dolor de cabeza, ¡per l'amore di Dio! -Exclamó frustrado. Fastidiado, tomó las llaves de su motocicleta y poniéndose su campera de cuero y sus Ray Ban favoritas, salió en busca de esa insoportable mujer. Tenía que hablar con ella y procurar que esta noche fuese la velada perfecta.
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En un abrir y cerrar de ojos se le había hecho casi el mediodía. Se estaba alistando para bajar a comprar algún sándwich para almorzar, cuando oyó el tintineo de las puertas del ascensor abriéndose y como un golpe, le llegó ese perfume dejándola paralizada.
-Buenas tardes señorita. -La saludó amablemente mientras se quitaba las gafas de sol dejando ver sus profundos ojos marrones. -Estoy buscando a la señora Paola, la secretaria del licenciado Di Vittorio.
Paola rió internamente. Sin ayuda de su jefe, Alessandro Barone nunca la hubiese mirado. Mejor dicho, nunca hubiese reparado en ella, porque haberla visto la había visto muchísimas veces. Tantas veces que era ilógico que ni siquiera supiese quien era ella. Cuando fue consciente de semejante revelación, se angustió de repente. No era que ella pensase que la idea de la "cita" hubiese sido de Barone, pero tampoco hubo imaginado que hubiese aceptado salir con alguien de quien ni recordaba su color de pelo.
Levantando la cabeza para mirarlo, le respondió desafiante. -Estimado señor Barone... tenía mi teléfono. No hacía falta que viniese a buscarme ¿No le parece?
Alessandro la miró incrédulo. Descaradamente se tomó su tiempo para analizarla detenidamente hasta que finalmente respondió lo más inteligente que se le ocurrió. -¿Paola? -Si señores, el gran Alessandro Barone se había quedado sin palabras. Ver a esa rubia desafiante lo dejó knock out. Esperaba encontrarse con una amargada mujer regordeta y arrugada, pero en cambio la secretaria de su amigo no aparentaba ni los 40 años que tenía, y mucho menos tenía los rasgos con los que él había pensado encontrarse. Paola era una rubia bien formada, con unos ojos celestes impresionantes. Ciento por ciento el tipo de mujer que hacían que él se voltease en la calle. Recuperándose de su estupor puso su encanto en marcha.
-Paola, piacere. -Deslizó melodiosamente mientras tomaba su mano para besarla. -Decidí venir al ver que no respondías a mis llamadas. Estaba preocupado por que te hubieses arrepentido de haber aceptado mi invitación a la ópera. -Vio como su mirada se iba dulcificando y decidió seguir hablando sin romper el contacto visual. -Un caballero no puede permitir que una bella dama como tú, llegue sola a su cita; es por eso que necesito tu dirección para poder recogerte esta tarde.
La voz y el perfume de Alessandro la tenían embrujada. Y sin resistirse ni un minuto cedió a la exigencia velada que le había impuesto aquel hombre. Si viéndolo de lejos era magnético para ella, teniéndolo tocándola podía asegurar que el NO, no existía en su vocabulario. En menos de quince minutos el huracán Barone se había ido, no sin antes averiguar su dirección y de haberla hecho aceptar todos sus términos entre risas tontas.
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Cuando hubo salido de la oficina de Stefano respiró profundo. De repente sintió que se quitaba un peso de encima pero no estaba seguro cual. Optó por creer que el hecho que su acompañante de ésta noche fuese una bella mujer, le daba tranquilidad. De repente se le antojó que el sol daba más calor que hacía tan solo media hora atrás, que brillaba más que hacía tan solo un rato nomás; y tuvo la certeza que esta velada sería realmente interesante y divertida. Lo que no sabía era que estaba a punto de confirmar en carne propia ese refrán que dice "Un clavo saca a otro clavo".
¡Hola a todos y todas!
Miércoles Martes de Alessandro y Paola. Miércoles Martes de Segundas oportunidades. Hoy me adelanté unas horas ya que el miércoles pasado me atrase bastante.
¿Qué me dicen de la reacción de Alessandro? Ya sabíamos que Pao era una Baronesa, pero ¿Y Alessandro? ¿Habrá sentido algo?
Espero que les guste y si quieren me escriben para contarme.
Cariños grandes,
Igora
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SEGUNDA OPORTUNIDAD
RomansaCuando todo lo que te puede salir mal sale de maravilla, pero la vida te enseña que la perfección no existe y en un minuto te das cuenta que lo que creíste solido en realidad estaba construido de arena. Cuando a pesar de tener el mundo a tus pies...