Dos

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1979”

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El corazón me late muy deprisa. Cierro los ojos y respiro hondo, dejo que el aire me purifique e intento mantener la calma ya que hago un gran esfuerzo por ordenar mis pensamientos.
Muevo ligeramente la cabeza y las latas que han puesto sobre la mesa caen perdiendo su forma.

Papá me felicita y me da un caramelo. Mi corazón recupera su ritmo habitual y puedo volver a respirar normalmente, vuelvo a la fila y a continuación es turno de once.

—No entiendo como es que pierde el tiempo con ella —escucho murmurar a dos.

No escucho ninguna respuesta pero si algunas risas y se de inmediato de quien se trata.
No soporto a los imbéciles y me deja perpleja que solo su mente este empañada en triunfar.

Vuelvo mi atención a once, a quién le cuesta mover una simple lata de la orilla hacia el centro de la mesa. Siento un poco de lastima por ella en un instante y con todos burlandose de ella claro que le es imposible concentrarse.

—Puedes volver a tu lugar once —le ordená papá y once se vuelve para marcharse, pero se deteniete cuando se escucha un crijido sobre la mesa.

Frunzo el ceño y miro a los demás. Observo como dos levanta la mano y se frota la nariz con ella.

—No es tan dificíl —dice y esboza una sonrisa burlona—. Pero eso lo sabrías si no fueras tan estúpida.

—Ese comentario no esta autorizado, asi como la acción que acabas de hacer —le riñe papá—. Ya habíamos tocado este tema y no voy a permitir que nadie se salga con la suya.

Dos se queda perplejo, sin saber muy bien que responder.

—Las lecciones de hoy se han acabado —anuncia en tono autoritario—. Lleven a todos a sus cuartos excepto a once.

Miro a once preocupada y ella mira a papá con obsoluto temor ¿Castigada por no mover una simple lata?
Esto es absurdo, una total injusticia puesto que dos fue el responsable de todo este caos, el y su insufrible ego. Lo miro detenidamente, sin mover una sola parte de mi ser..., todavía tiene la nariz roja y ahora mismo el corazón me aporrea el pecho a un ritmo frenético.
Desearía darle una lección sin importar el costó ni el castigo, siento como la irá va desplazandose por todo mi cuerpo e
intento desesperadamente serenarme.

Agacho la mirada al sentir mis mejillas arder tratando de ocultar la molesta emoción, pero lo cierto es que me concentro al máximo en desplomarme. De repente ya no solo es odio hacia dos, si no un enorme despresio por todos.
Un ligero fruncimiento estropea mis planes y los guardías de papá caen al suelo sin vida, las luces del lugar se han ido y entonces aprovecho el momento para limpiarme la sagre que siento correr por mi nariz.

—Vengan conmigo niños —dice papá abriendo la puerta y apartándose a un lado para que podamos pasar. Me detengo intencionalmente y quedo ultima.

—¿Estás bien? —murmura a mis espaldas, y me doy la vuelta para mirarlo.

—Si, estoy bien —le susurro.

—Te note algo tensa cuando tu papá cancelo las lecciones —le  lanzo   una   rapidá mirada—. Eso te molesto ¿no es así?

—Para nada —le contesto un poco enfadada.

No me responde solo se incorpora y sigue caminando a mi ritmo.
Intento que no cambie mi expresión y avanzo por el pasillo con las piernas temblando, otro de los enfermeros y papá se lleva a la mitad de mis hermanos por lo cual este jovén misterioso esta a cargo de dejarnos en nuestro cuarto.

Heartbreaker [Stranger Things] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora