㋛︎𝑀𝑎𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑁𝑎シ︎ (ℕ𝕠𝕄𝕚𝕟)

ℂ𝕒𝕡 2.ლ (╹◡╹ლ)

Después de haber hablado con él padre de Chaeyoung, volvió a la enfermería con la pequeña, no sin antes asignarle una tarea a sus pequeños y consolar a la tierna Si Eun, ya que pensaba que por su culpa Chaeyoung estaba mal, pero sabía muy bien que ella solo estaba queriendo compartir con su amiguita y era totalmente inocente de no saber que la otra pequeña era alérgica a las nueces.

Cuando entró a la enfermería, vió como la pequeña castaña tomaba su juguito de manzana que le había ofrecido la enfermera Dahyun.

La rubia al notar la presencia del joven maestro, le dió una sonrisa dándole a entender que la dulce niña estaba fuera de peligro.

—¿𝐂𝐨́𝐦𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚?'

—𝐏𝐮𝐞𝐬, 𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐚𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐲𝐚 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐨𝐱𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐭𝐮𝐯𝐨 𝐚 𝐩𝐞𝐧𝐚𝐬 𝐥𝐞 𝐜𝐨𝐥𝐨𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐲𝐞𝐜𝐜𝐢𝐨́𝐧...

—¡𝐍𝐨 𝐥𝐥𝐨𝐫𝐞́ 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐦𝐞 𝐢𝐧𝐲𝐞𝐜𝐭𝐨́! — confesó con una gran sonrisa.

—¿𝐃𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝?... ¡𝐄𝐬𝐨 𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐲 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐪𝐮𝐞𝐧̃𝐚 𝐂𝐡𝐚𝐞𝐲𝐨𝐮𝐧𝐠! — sonrió y acarició su cabecita

—𝐉𝐚𝐞...

—¿𝐒𝐢?

—𝐀𝐮𝐧 𝐧𝐨 𝐞𝐧𝐭𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐧𝐨 𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞. 𝐌𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚𝐧 𝐭𝐞𝐧𝐞𝐫 𝐮𝐧 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐚𝐬𝐢 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮́ 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐦𝐞 𝐝𝐞𝐦𝐚𝐬𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐢𝐧̃𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐮́ 𝐥𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐬...

El peli-rosa simplemente sonrió con timidez por lo que había dicho su compañera, aunque era muy cierto que él en verdad quería tener hijos a los cuales amar y mimar mucho, pero dado a que sus gustos son diferentes y es muy difícil tener hijos propios.

Solo le quedaba adoptar, pero aún así debía tomarse un poco más de tiempo si quería darle una vida llena de lujos y comodidades a los pequeños que próximamente iba a adoptar.

Y antes de que pudiera hablar nuevamente un portazo en la puerta los sobresaltó a ambos como también a la pequeña que estaba en la camilla, la pequeña niña le tenía mucho miedo a su... Madre.

—𝐁𝐮𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐝𝐢𝐚𝐬...

Eso fue lo que dijo JaeMin, sin embargo aquella mujer lo ignoró y fue hasta su hija.

—¡𝐓𝐞 𝐡𝐞 𝐝𝐢𝐜𝐡𝐨 𝐦𝐢𝐥 𝐯𝐞𝐜𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐚𝐜𝐞𝐩𝐭𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐫𝐞𝐠𝐚𝐥𝐨𝐬 𝐧𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞𝐬 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐬𝐨𝐧 𝐬𝐮𝐬 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬!

La pequeña Chaeyoung solo pudo echarse a llorar mientras que su madre la tomaba bruscamente de la mano para que bajara de la camilla.

Y para el colmo, la mujer le dió una mala mirada al jóven maestro.

—¡¿𝐘 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐬𝐮𝐩𝐨𝐧𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐮𝐬𝐭𝐞𝐝 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐫𝐢𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐚 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐧 𝐬𝐮𝐬 𝐚𝐥𝐮𝐦𝐧𝐨𝐬?!

—𝐒𝐢, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐞 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐨𝐜𝐮𝐩𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐨𝐭𝐫𝐨 𝐚𝐬𝐮𝐧𝐭𝐨...