Hay una imagen de felicidad y armonía en la taberna. La gente baila, come y se ríe entre sí.
Finalmente, la paz reina en la tierra de Odín.
Los asgardianos organizaron una fiesta en honor a los Santos Dorados antes de que estos regresen al Santuario. El dios de los mares les ha dicho que los Santos de Bronce completaron su misión y que Athena derrotó a Hades.
La Guerra Santa ha terminado.
Pero no todos los presentes comparten la alegría. En un rincón, que nadie les ha asignado pero que ya han hecho suyo, se sientan aquellos para quienes una nueva vida no es razón suficiente para ser felices. Los que causaron tanto dolor, los traidores, los que por más que lo intentan saben que no podrán borrar la huella de lo que han hecho. Aquellos que por sus propias acciones o por su propia debilidad han perdido a alguien que siempre supieron que era demasiado bueno para ellos.
Aún así, Shura se sienta solo, lejos de Saga, Camus e incluso Deathmask, bebiendo el hidromiel que ofrece Asgard.
−Todos ustedes tienen una nueva vida, pero lucen como si quisieran estar muertos de nuevo −dice Frodi, que ha aparecido súbitamente, sentándose a su lado. Él bebe de su propia jarra de hidromiel y mira hacia donde Shura lo hace.
Lyfia acaba de tomar la mano de Aioria para invitarlo a bailar. Él acepta tímidamente y la sigue por la pista intentando imitar los pasos de los hombres, riéndose un poco avergonzado pero claramente divirtiéndose mucho.
Shura no responde, y no porque no quiera. Está hipnotizado por esa adorable imagen y torturado por la envidia que siente. No puede detener esa sensación que se arrastra desde su pecho y trata de llegar a su garganta. No tiene derecho a sentir celos en absoluto y sin embargo quiere, anhela saber cómo esa cintura, sin el pesado metal de la armadura, encajaría bajo su mano.
−¿Qué tiene él de especial?
Shura se sobresalta ante las palabras. Voltea a ver a Frodi, quien también está observando a la pareja bailar.
−Por un estúpido momento, pensé que tú también la estabas mirando. Y, te lo juro, me estaba sintiendo tan harto de ustedes los caballeros... Pero después de mirar mejor me di cuenta. Es obvio −Frodi le devuelve la mirada−. Pero todavía me pregunto qué tiene él de especial más allá de lo evidente.
Shura está bastante seguro de que Frodi no quiere realmente que él se ponga a enumerar todas las cosas que hacen que Aioria sea maravilloso y perfecto, aunque podría hacerlo. En medio de todo el ajetreo y el bullicio del lugar él solo puede mirar a Aioria, no existe nada más. Hicieron las paces, pelearon lado a lado dos veces... ¿Sería tan malo si él fuera y tratara de bailar a su lado? No, es estúpido pensar eso, pero no podría controlarse a sí mismo si lo hiciera.
−Si lo supieras, tu tampoco serías capaz de dejar de pensar en él.
Frodi hace un sonido de burla pero no agrega nada más. Shura sigue mirando a Aioria bailar con Lyfia, haciéndola girar, sonriendo por lo que sea que ella le esté diciendo. Entonces Aioria levanta la vista y su mirada se encuentra con la suya. El corazón de Shura se detiene y luego vuelve a latir cuando él le sonríe y agita una mano. Shura le devuelve la sonrisa, realmente tentado de unirse a él, pero antes de que siquiera atine a ponerse de pie Milo aparece, poniendo un brazo alrededor del hombro del rubio. El contacto visual se rompe y Aioria pone los ojos en blanco ante lo que dice el santo de Escorpio mientras Lyfia trata de esconder su risa tapándose la boca con una mano.
De repente él ya no es parte de aquella imagen. Entonces recuerda que nunca perteneció al lado de Aioria. Los que sí pertenecen están allí con él: Milo, Mu, Dohko, Lyfia. Los valientes, los nobles, los alegres, los vivos. Él es un triste cobarde que, por mucho que intenta hacer el bien, lo único que consigue hacer es daño. Alguien que debería haber permanecido muerto desde que se desintegró en la atmósfera. ¿Cómo va a corromper a un sol como Aioria, acercándose con su nefasta oscuridad? Como si de un agujero negro se tratase.
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Running up that Hill
Hayran KurguFinalmente, la paz reina en la tierra de Odín. La Guerra Santa ha terminado. Y Shura finalmente ha obtenido el perdón que tanto anhelaba. Entonces, ¿por qué se siente tan insatisfecho, si ha obtenido todo lo que creía desear? ¿Qué pasa después de un...