Doceava casa: Más allá

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Así que... aquí estamos. El último capítulo. En realidad, este fue el primero que escribimos, tenía mucho sentido para nosotras en ese entonces. No imaginábamos en absoluto que escribiríamos algo tan extenso y, al final, este capítulo cambió muchísimo, pero el núcleo es el mismo. ¡Esperamos que lo disfruten!

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Han pasado unas cuantas horas desde que regresó del templo de Leo. Desde entonces no ha hecho otra cosa que mirar fijamente la fina línea de bronceado que rodea su muñeca.

No siente nada más que frío, a pesar de que las marcas ya han desaparecido. Después de todo, el frío es lo único que queda una vez que se va el sol. El cielo afuera está de color gris oscuro, casi negro, aunque todavía sea de día. Pronto se desatará una tormenta. Mientras está levantándose para buscar su nueva botella de Cointreau alguien decide invadir su casa sin llamar.

−¿Momento de relax? −espeta Deathmask entrando a su sala de estar con el ojo izquierdo negro y el labio inferior roto, acompañado de Afrodita.

−Lo siento...

−Meh, deberías ver cómo quedó Milo. Además, no he venido a regodearme en tu miseria.

−Qué amable −murmura sarcásticamente, hundiéndose en el sofá−. ¿Por qué estás aquí entonces?

−Pensé que podrías ayudarme a recordar desde cuando tengo amigos tan cobardes.

Shura aprieta los puños, tensando la mandíbula. Ha tenido suficiente por un día.

−Angelo... −Afrodita rara vez usa su nombre real, pero esto no detiene a al otro.

−¿Qué? No pienso quedarme mirando cómo la caga tal como yo la cagué con... −Deathmask se interrumpe a sí mismo. Tiene una extraña, sombría mirada, pero acto seguido niega con la cabeza−. Deberías decirle todo, Shura. Es mejor arrepentirse de lo que has hecho que de lo que no.

−Ya he hecho suficiente −responde con amargura enfrentándose a él, sosteniendole la mirada. Ni siquiera está enojado. Está angustiado y agotado−. Y no es lo mismo. Ella conoció la mejor versión de ti. Pudo ver todo lo bueno que puedes ofrecer. Tu existencia mejoró su vida, incluso si fue por poco tiempo. Yo soy directa e indirectamente responsable de todo lo que ha sufrido Aioria. E incluso cuando trato de hacer el bien, siempre termino causando dolor y sufrimiento. Lo único, lo mejor que puedo hacer por él ahora es no quitarle la felicidad que alguien más le ha dado.

Deathmask, que le ha permitido soltar todo lo que tenía para decir, deja escapar una risa sarcástica cuando acaba.

−Esa es la cuestión, ella nunca supo quién era yo realmente. Tuve la suerte de que, para citar a alguien aquí, sólo viera la rosa y no las espinas. Pero a ti Aioria te conoce, Shura, y con todo ha permanecido a tu lado. ¡Por lo menos dale la oportunidad de elegir! −ya se estaba tardando en perder los estribos. El siciliano levanta la voz y comienza a agitar las manos, frustrado−. Tú tomaste tus decisiones en ese entonces, y Aioros igual. ¿Pero él? Tú mismo lo dijiste, vivió recibiendo golpe tras golpe por causa de las elecciones de otros. ¡Ahora que es lo suficientemente fuerte para hacerlo déjalo elegir, por una vez!

−Él ya hizo su elección −contesta Shura en voz baja.

Aioria y Lyfia hacen una gran pareja, de esas que solo pueden encontrarse en los cuentos de hadas. Aioria se merece a alguien como ella, de corazón puro y manos cándidas. No a alguien como él, que tiene el corazón podrido y las manos permanentemente manchadas con la misma sangre que corre por sus venas.

Deathmask aprieta los dientes y Shura solo puede imaginar las ganas que debe tener de tirarle los suyos. Es Afrodita, que hasta ahora había permanecido viendo la discusión en silencio, quien lo detiene porque también tiene algo que decir.

Running up that HillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora