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El automóvil se detuvo, por lo que Yeong espabilo, frotando sus ojos para quitar alguna suciedad de estos, bostezó, mirando de reojo a su compañero de viaje.
Rick miraba una foto de su familia.
Apartó la mirada después de ver al niño de la foto, odiaba a los niños, más si eran berrinchudos o latosos, jamás se había llevado bien con alguno.
"Se agotó la gasolina."
Suspiró, tomando su gorra negra para cubrirse el rubio cabello. "Bien, pues iremos a pie." Ambos salieron del coche, caminando por la solitaria carretera que llevaba hacia Atlanta. "Te queda bien la faceta de policía bueno." Comentó, su contrario aún mantenía su uniforme de trabajo.
"Y a ti la de delincuente juvenil."
Soltó una risa, agachando la mirada a sus tenis. "Bah, aunque no lo creas hace mucho era el destacado de mi salón, solo que... Tanto estrés por las exigencias para llegar a ser un buen médico me hizo buscar otro camino..."
"No creo que escogieras el mejor." Rick miró su fachada, ropa negra holgada a pesar del horrible calor que hacía, los pequeños tatuajes asomándose por la manga de la playera, los dos piercings en sus labios, de ceja y oreja, no tenía la pinta de un 'buen' chico.
"Tal vez no, pero fue el camino que más me hizo feliz."
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"¿Hola? Soy oficial de policía, ¿Tendrían algo de gasolina?" Se acercó hacia la casa en medio de la nada.
Rhee suspiró, tomando una palanca del suelo, pasó por delante de Rick y abrió la puerta con ayuda de la herramienta.
El olor dentro del lugar era asqueroso, arrugó su nariz, cubriéndola con un pedazo de tela.
"Dios nos perdone"
La frase estaba pasmada en la pared con sangre, un cadáver con los sesos de fuera y escopeta en mano estaba sobre el sofá, en la alfombra de encontraba el cuerpo de una mujer.
Apartó la vista con ganas de vomitar, salió de ahí, Rick jamás entró, había visto los cadáveres por la ventana, ahora revisaba la carcacha que tenían de automóvil, más no arrancaba.