𝐈𝐈

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—¡Papá, Yeong! ¡Tengo al maldito, lo destrozare! —Duane gritó, sosteniendo entre sus temblorosas e infantiles manos una pala con la cual, momentos antes había golpeado a la persona postrada en el suelo

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—¡Papá, Yeong! ¡Tengo al maldito, lo destrozare! —Duane gritó, sosteniendo entre sus temblorosas e infantiles manos una pala con la cual, momentos antes había golpeado a la persona postrada en el suelo.

El coreano se acercó a pasos rápidos, disparando hacia un caminante que se encontraba cercano a la posición del pequeño, ocasionando demasiado ruido por la falta de silenciador.

Yeong no tenía un gran gusto por convivir con los niños, no los odiaba, pero prefería mantener la distancia, algo que se vio afectado cuando en su travesía por el nuevo mundo tuvo la suerte de toparse con Morgan.

—¿Dijo algo? Me pareció que dijo algo. — Morgan llegó al lado de su hijo, verificando el bienestar del menor y, después, pasó su vista al hombre tirado en el suelo.

—Me llamó Carl. — Respondió Duane, intercalando su temerosa vista entre su progenitor y el coreano.

—Sabes que ellos no hablan. — Obvió Yeong con tononeutral, llegó al lado de padre e hijo, aun con la pistola en mano, miró alsujeto en el suelo y lo reconoció al instante, aun con toda esa barba cubriendoel rostro adverso. —Oh, carajo... — Susurró con sorpresa, poniéndose de rodillas, desde su posición vio el deplorable estado de aquel aguacil, esos azules desesperados que recorrían el sitio en busca de respuestas, desorientado, Yeong pensó que parecía... Un perro abandonado. 

El coreano apuntó al de ojos azules con la pistola, ladeando su rostro cuando no le respondió a su compañero de viaje. —¿Qué clase de herida es? — No recibió respuesta, lo único que obtuvo fue aquel par de azules mirándole con cierta sorpresa, seguramente, también le reconoció. –¿De qué es esa herida? O tendré que matarte —. Le sacó el seguro al arma, dando a entender que no bromeaba.

No hubo respuesta, Rick simplemente se desmayó.

Y, bueno, aun si Yeong quería, no podían dejarlo tirado en la calle.

Una gran lastima.

Yeong llevaba unas dos semanas junto a padre e hijo, tenían planeado ir a la ciudad de Atlanta, la cual se suponía era el lugar más seguro para todo el desastre que estaba pasando, había campamentos, un centro de control de enfermedades e internam...

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Yeong llevaba unas dos semanas junto a padre e hijo, tenían planeado ir a la ciudad de Atlanta, la cual se suponía era el lugar más seguro para todo el desastre que estaba pasando, había campamentos, un centro de control de enfermedades e internamente deseaba que entre las personas refugiadas estuviera su familia, pero el viaje hacia la ciudad se había visto afectado ante la falta de municiones y armas... Y claro, ante el fallecimiento de la matriarca de la familia ajena. Un golpe duro que pausó todo plan y ánimo en padre e hijo.

Caminó hacia la habitación en donde estaba atado el sheriff, soltando un suspiro a medio camino, Morgan salió de la habitación. —No tiene fiebre, si la tuviera a este tiempo habría muerto. — Le informó con voz baja, oh... La fiebre era uno de los primeros síntomas y, el que a corto plazo te convertía en un ser sin pizca de humanidad.

Asintió, entró a la habitación y cerró la puerta a susespaldas, llamando la atención del hombre en la cama, sonrió con ironía, suspasos eran lentos, pero lograba que la madera del suelo sonara cada queavanzaba, detuvo sus pasos cuando estuvo en la piesera de la cama y, se subió enla misma, gateando lentamente hasta quedar totalmente encima del alguacil,quien no hacía más que seguirle con la mirada, las rodillas de Yeong estabanfirmes contra el colchón, una a cada lado de la cintura del hombre debajo suya,se inclinó, restando la distancia que separaba sus caras, sacó su navaja y, lapuso en medio de sus rostros. —Mira esto un momento...– Comenzó a hablar en voz baja, como si expresara su secreto más íntimo. —Miracuánto filo tiene, si intentas algo, te mataré con ella y no creas que no loharé. — Le escuchó tragar en seco y fue más que suficiente, dirigió la navajahacia las cuerdas que ataban las manos ajenas, cortándolas, por fin y parafortuna del aguacil, se levantó de la cama, repitiendo su acción de cortarahora las sogas que ataban sus tobillos. —Levántate cuando puedas. — Salió dela habitación, caminando en dirección al comedor en común donde Morgan y Duaneya le esperaban.

Al rato, Grimes hizo acto de presencia, ganándose la atención de los restantes cuando comenzó a hablar. —Esta casa... ¿Es de Fred y Cindy Blake? — Preguntó.

—No sé quiénes son. — Respondió con burla Yeong, recargando una de sus mejillas contra la palma de su mano.

—Yo sí, estuve aquí.

—No había nadie cuando llegamos. — Explicó Morgan.

Rhee se levantó de la silla con rapidez cuando vio las intenciones del sheriff, antes de que abriera las gruesas cortinas logró tomar su mano, recibiendo toda atención ajena. —No hagas eso, verán la luz, hay más de ellos que de costumbre. — Suspiró, soltando de a poco la mano adversa, se dirigió nuevamente a su anterior asiento. —No debí de disparar esa pistola, el sonido les atrae, ahora están en toda la calle... Pero no pude pensar. — Claro, se hacía responsable de toda culpa, después de todo y, guiándose por el creciente cariño que sentía por Duane, actuó de forma precipitada y eso, los puso en grave peligro.

—¿Le disparaste a ese hombre? — Preguntó Grimes.

El coreano rubio soltó una risa sarcástica. —¿Hombre?

—Eso no era un hombre. — Respondió el niño, involucrándose en la conversación.

—Le disparaste en la calle, de frente a un hombre. — Recriminó Grimes, acercándose a Yeong.

—Necesitas anteojos, era un muerto viviente. — Musitóentre dientes, le recorrió con la mirada. — Tu... ¿Al menos sabes que es lo que estápasando? Despierta de una maldita vez, el mundo... Se fue a la mierda, ¿No lo has visto? Esos seres... No son personas, solo sacos putrefactos que se mueven día y noche.

El rostro de Grimes se desfiguró en una expresión de sorpresa, tal y como un lienzo; reflejaba millones de emociones.

No lo culpaba, él reaccionaria igual si despertara de un coma y comprendiera que en un abrir y cerrar de ojos el mundo cambió. Pero a Yeong no le gustaba ser culpado por acciones que no hizo... suficiente tuvo hace un par de años.

—Vamos, siéntate antes de que te caigas. — Morgan sirvió un quinto plato de comida, tratando de romper la tensión que se formó entre Grimes y Rhee.

Durante la cena, Rick pidió que se le informara de todo y así se hizo.

Un peso cayó encima del sujeto como una avalancha de nieve y, momentáneamente, toda esperanza de ver a su familia le derrumbó.

Un peso cayó encima del sujeto como una avalancha de nieve y, momentáneamente, toda esperanza de ver a su familia le derrumbó

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𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐎𝐏𝐄 - 𝐫𝐢𝐜𝐤 𝐠𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora